SIGUR RÓS PRESENTA ATTA: LA MADURA DETERMINACIÓN DE EMOCIONAR

El calentamiento global, las emociones y la música ambiental

Sigur Rós lanzó ÁTTA (2023), su octavo disco de estudio. En este álbum, de carácter introspectivo, cuyo nombre traducido al español significa “ocho”, el impulso creativo de  Jón ‘Jónsi’ Þór Birgisson (guitarra y voz), Georg ‘Goggi’ Hólm (bajo) y Kjartan Sveinsson (teclado) para estas 10 canciones se constituye emocionalmente de manera cinematográfica dejando en evidencia la madurez del proyecto tras más de dos décadas de existencia. 

“El mundo parecía un poco sombrío, pero quizás haya esperanza”

Dentro del post-rock ambiental al que nos tiene acostumbrado el trío islandes, encontramos dos grandes variaciones, por un lado el sonido más expansivo logrado por la presencia de la London Contemporary Orchestra dirigida por Robert Ameda que da al álbum un tono de «épica sin gloria», porque no hay gloria si algo amado está ardiendo. Queda explicitado en la portada del material: ese algo es la tierra, ella junto a todas nuestras ilusiones y sueños dentro. Por otro lado este álbum tiene poca presencia percusiva, lo que auditivamente logra que cada canción intervenga en los pensamientos de manera profunda y suene completamente pacífica, a pesar de lo catastrófico del contexto climático de esta época. 

El disco parece recordarnos que el calentamiento global es cada vez más cruento, el tiempo aprieta la soga con fuerza y no parece haber real determinación para frenar esta debacle. “Siempre estamos pensando en el cambio climático, en la fatalidad y en irnos al infierno” comenta Jónsi y agrega sobre el proceso de producción que “el mundo parecía un poco sombrío haciendo este álbum, pero quizá haya esperanza”. Sin ir más lejos en nuestro país vivimos una sequía insospechada e incomparable a otras en nuestra historia, que se suma a casos como el de Uruguay, que ya no tiene agua potable, o situaciones como la de Irán que se registraron 66°C (!!) de sensación térmica, y así se podría seguir una interminable lista. 

Este material tiene la impronta de evidenciar, desde texturas musicales sensibles y calmas, el caos que nos rodea. La dificultad de traducción de las letras nos enfoca en lo melódico, lo armónico y lo rítmico, que abre las puertas a interpretaciones personales vinculadas cien por ciento al lado más visceral del sonido y al impulso nerd de querer saber qué se dice.

 “Nos estamos haciendo mayores y más cínicos, así que yo sólo quería emocionarnos para que sintiéramos algo”

En distintos pasajes, Sigur Rós nos pone la piel de gallina, logrando puntos altos de piloerección en ‘Klettur’, ‘Mór’ y ‘Fall’, sin la necesidad de conocer con precisión lo que se dice en la poesía de dichas canciones. Esto último es un acierto de la banda contra la tendencia globalizante de la industria musical, ya que logra imponerse de manera transversal lo emotivo independientemente de lo lírico, donde la voz se percibe más bien por su sonoridad insertada dentro de toda la composición instrumental. 

Además, en ÁTTA, se presentan otros temas como ‘Blóđberg’, ‘Skell’, ‘Andrá’ e ‘Ylur’ que despiertan un brillo frágil, tomando distancia de lo propuesto por la banda nórdica en materiales como Kveikur (2013), por ejemplo, donde habían tomado un sendero algo más oscuro. “Nos estamos haciendo mayores y más cínicos, así que yo sólo quería emocionarnos para que sintiéramos algo”, declaró el vocalista sobre la forma de pensar su música y su entorno.

Sigur Rós demuestra una vez más porqué es, cómodamente, uno de los proyectos a nivel mundial más fuertes de la música ambiental, atreviéndose con este LP a movilizar las fibras sensibles de cada oyente como aquel símbolo de paz que tanto buscamos quienes nos adolece el estado actual del planeta tierra.

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