KRAFTWERK: LA MODERNIDAD NO SE OXIDA

La experiencia multisensorial de uno de los grupos más influyentes del siglo XX

Los ídolos de tus ídolos: Kraftwerk, un proyecto alemán que a más de medio siglo de su debut, sigue siendo impactante. En una nueva visita a Buenos Aires, repasamos su increíble presentación en el Movistar Arena.

Aunque sus inicios son de un pequeño colectivo experimental en Düsseldorf, se convirtieron en los principales responsables de popularizar los sintetizadores a nivel mundial en los ‘70. De entrada, una pequeña pero exquisita casualidad: la presentación fue el 23 de mayo, fecha en la que se celebra el día internacional de los sintetizadores, en conmemoración del nacimiento de Robert Moog, quien creó el instrumento electrónico que lleva su apellido. 

Estaba destinada a ser una noche muy especial, y el grupo liderado por Ralf Hütter honró la ocasión. Más que un recital, se podría describir como una performance, donde los estímulos diversos generaban una experiencia alucinante. 

Es común que lo que fuera innovador en un momento, con el tiempo suene anticuado: no es el caso de Kraftwerk

El predio estaba en plena oscuridad. Lo único que iluminaba eran unos reflectores que apuntaban al público. Se oían aplausos y gritos, la ansiedad por una primera tecla. Las pantallas comenzaron a mostrar números, que una voz robótica pronunciaba en alemán. ‘Numbers’ fue la primera canción de la noche, y el clima cambió en un abrir y cerrar de ojos. Inmediatamente cautivados por la hipnótica estética y la fineza de cada detalle, por la perfecta sincronía entre cada nota e imagen, todo se inundaba de un verde claro.

El comienzo estuvo muy ligado al LP Computerwelt (1981), pero llegó momento de ‘Spacelab’. Las pantallas mostraron un ovni volar por el espacio, que luego pasó por el Monumental y finalmente hizo su aterrizaje en el Movistar Arena. Los padres del synth pop repasaron clásicos de todas sus épocas, ‘Trans Europa Express’, ‘Autobahn’ y ‘Electric Cafe’ son algunos de los ejemplos. Aunque fue con el icónico álbum Die Mensch-Maschine (1978) que despertaron la máxima exaltación, con ‘Die Roboter’ y ‘Das Model’. 

Es común que muchas cosas que fueron innovadoras en un momento, pasen con el tiempo a sonar anticuadas o claramente pertenecientes a otra época. Kraftwerk es una excepción a ese principio. Desde su estética parecen romantizar el futuro, pero al profundizar uno se percata que lo están criticando. Se ve en ‘Radio-Aktivität’, que pide frenar el uso de la radioactividad con el fin de "un aire limpio para vos y yo"; como también en ‘The Robots’, que plantea un inevitable reemplazo a través de la automatización.

Una experiencia hipnótica donde, a pesar de prácticamente no moverse un centímetro por dos horas, estos cuatro artistas crearon algo irrepetible. Con la limpieza y la calidad de un álbum de estudio, fue inmejorable.

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