EL KUELGUE EN VORTERIX: ¿CÓMO SEGUIR?

Un show sólido, un seguimiento que crece día a día y la necesidad de reinventarse. ¿Qué puede seguir para El Kuelgue?

Durante los últimos años, El Kuelgue ha encontrado una especie de fama y estatus innegables, los cuales hoy en día le permiten girar por el país con éxito constantemente y que su música sea escuchada por mucha gente. Incluso, les ha dado una banda tributo en la provincia de Chaco. Si es cierto que, desde hace un tiempo, se encuentran en una especie de loop, pero este les ha sentado bien, permitiéndoles afianzarse como acto, consolidar un show e, igual de importante, conseguir varios nuevos aficionados.

Su fórmula consiste en el formato de recitales que arman alrededor del año: un par de presentaciones durante el verano, algún recital durante el principio del segundo semestre (en el 2018 fue su debut en el mítico Estadio Obras, ahora dos Vorterix) y un ciclo en noviembre para cerrar el año (hasta ahora, ese ciclo se ha hecho siempre en Niceto Club). Durante este doblete de presentaciones, hubo un pequeño guiño al final de la segunda jornada (y probablemente de la primera) que nos deja pensar que, una vez más en noviembre, los jueves serán de encuentro colgado en Niceto y Humboldt.

20 minutos pasadas las 21 horas, salió la banda: nuestros seis héroes de siempre, más un percusionista y los vientos complementarios que comanda Pablo Vidal. Una de las cosas más interesantes de este estado cíclico es que han podido experimentar varias veces con la puesta en escena y han logrado superarse constantemente. Esto es obra de León Greco, quien esta vez montó unas impresionantes pantallas en modo de franjas paralelas, que bordeaban todo el escenario detrás de la formación mientras se movían de arriba para abajo, mostrando luces y visuales que pintaban cada etapa de la noche.

El inicio incluyó ‘Planeta Numir’, ‘La Fama’, ‘Circunvalación’ y otras canciones que dieron cuenta del repaso discográfico que sería la velada. Varios temas (‘Desde Que Te Vi’, ‘Si No Te Vas’, ‘Carece de Sentido’ y más) contaron con arreglos nuevos que les dieron un aire de frescura y grandilocuencia más bien necesario. Hubo violines, vientos y teclados que agregaron una capa extra a las canciones y las hicieron sentir más vivas que nunca.

Si bien el setlist no fue muy arriesgado en cuanto a temas viejos o que emocionen de más a los fans de huesos amarillos, estuvo bien equilibrado de principio a fin y el clímax alcanzado al final fue característico de los shows de El Kuelgue. Uno de los experimentos más memorables fue la futurista y genial versión de ‘La Balsa’ de Los Gatos, que, cómo es firma de la banda, sirvió para rendirle tributo al rock nacional.

Otro momento que levantó los ánimos del show: la experimentación con la oscuridad y los lásers verdes que venían desde la parte de arriba del lugar y el escenario, mientras la música, liderada por percusiones un tanto psicodélicas, se tragaba a la gente en una suerte de momento masivo de ritual.

Después de esto vino el estreno en vivo (técnicamente fue una segunda presentación, ya que lo hicieron la noche anterior) de ‘Natación’, tema con una semana de vida. La inmediatez para digerir las canciones es moneda común entre los seguidores de la banda: varios siguieron al pie la letra y se dejaron llevar por el imponente final in crescendo que emocionó a toda la sala. El ambiente estaba listo para la última media hora y dejarlo todo. Si en algo se destacan los comandados por Julián Kartún y Santiago Martínez es en saber imponer el mood de una audiencia.

‘Por Ahora’, ‘Cristo Es Marquitos Di Palma’, ‘Cariño Reptil’ y el último de la velada, ‘Gondola’, fueron algunos de los temas que obligaron al público a dejarlo todo en el baile, mezclando sudor con emoción y camaradería, como suele haber en un recital de El Kuelgue.

PARECIERA QUE SU TECHO LOCAL LOS TIENE EN UN LIMBO DEL QUE TODAVÍA SACAN PROVECHO.

 

La calidad del concierto nunca estuvo en tela de duda, salvo por un par de desperfectos en el sonido sobre el arranque, pero la reflexión posterior es sobre dónde estará su próxima dirección. Si bien su música nueva involucra elementos e ideas inéditas, pareciera que su techo local los tiene en un limbo del que todavía sacan provecho. Es cierto que siguen mejorando su show y conquistando nuevos públicos, pero mientras más se extiende esto, se empieza a sentir más la duda sobre qué pasará a largo plazo y cómo lograrán reinventarse una vez más. El Kuelgue tiene tocando más de 10 años, por lo que es normal que, llegado un momento de éxito y tranquilidad, se sienten y relajen. Es difícil ser una banda que coquetea entre ser de culto y ser mainstream, pero si algo ha caracterizado al grupo durante años es la originalidad y la poca facilidad de encasillamiento. Es un desafío interesante el que tienen de ahora en adelante: tendrán que encontrar fórmulas y formatos (que ya tenían algunos) que les permitan agregar un dinamismo extra a su show y nos dejen apreciar la música de manera más fresca. Lo han hecho antes.

Por ahora, estaremos atentos a qué es lo que hace El Kuelgue y cómo intentará sorprendernos. De momento, las fechas de cierre de año pueden ser una interesante oportunidad para probar cosas nuevas (presentaciones de los discos en orden, por ejemplo), solo queda esperar.

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