BRANDON: DONDE EL CORAZÓN LATE EN COLORES

Casa Brandon se presenta como un lugar de igualdad, cultura, música y muchos, muchos colores.

Quizá sea porque la noche es fría, o porque el invierno pide a gritos el refugio de un interior cálido, o quizá simplemente sea la fachada de colores lo que acalora a los que acaban de llegar a Casa Brandon. Ubicada a pocas cuadras de Parque Centenario, son el encanto del logo en forma de casa-corazón y los colores de la entrada los que sugieren que uno está por entrar a un espacio donde abunda el amor, la libertad y el buen arte.

Iniciado con pequeñas fiestas nómades y esporádicas que luego migraron a ciclos de cultura y música, hoy es un club donde la consigna es sencilla: “creemos que el género es una construcción, no un hecho natural”. La idea se insinúa en cada rincón, cada detalle, desde los tubos de colores que iluminan una de las paredes asemejando un arcoíris, hasta los carteles de los baños que, con tres casilleros consecutivos, no sugieren ser ni de hombres ni de mujeres, sino “fuck you”. Porque ¿qué es ser hombre o mujer, al final?

Casa Brandon funciona como un espacio de arte, donde múltiples disciplinas se encuentran para dar nacimiento a ciclos de poesía, de cine, teatro y, como no, música. Artistas como BlittoCarolina Pacheco o Susy Shock y la Bandada de colibríes, muestran un perfil pop con ocasionales ritmos rockeros y algo eléctricos, con melodías pegadizas y coloridas, letras sobre desamores y las famosas “vueltas de la vida”.

Las melodías de Carolina Pacheco fueron las que permitieron comprobar, en un caso específico, que la acústica general de lugar es muy buena. Constituido por tres plantas, es posible escuchar bien desde todos los rincones, y la cercanía con el escenario hace que todos los shows se sientan próximos, amigables y casi íntimos.

QUIZÁ A CASA BRANDON SE VA A BUSCAR ESO: CERCANÍA, INTIMIDAD, MÚSICA QUE FLUYE Y HACE SENTIR.

Me encanta,” asegura Carolina José, asidua visitante de Brandon. “Sobre todo la música. La disfrutás sentado, parado, comiendo, todo. Es como que, aunque no conozcas a nadie, somos una familia”.

Posiblemente, el pequeño check en la lista de negativos sea el reducido espacio de la barra, insuficiente para poder sentarse y disfrutar un buen trago mientras las demás plantas se encuentran inhabilitadas. Un poco apretados, otro tanto amontonados, y los minutos pasan hasta que se habilitan las demás plantas.

La gente de Brandon es diversa, colorida y entusiasta. Muchos se conocen entre ellos, los artistas saludan a los sonidistas, los sonidistas a los espectadores. Es un ambiente inclusivo donde no importa qué sos ni quién te gusta, y esa quizá sea la máxima bondad de Casa Brandon: disfrutar de la buena música, una buena cerveza y ser quien uno es, sin importar qué dicen los demás.

Para los amantes del rock duro y las camperas de cuero, quizá sea más conveniente quedarse en casa. Brandon, en cambio, es un obligado para todos aquellos entusiastas de la cultura y amantes de la música con una buena causa, para los espíritus libres y para los que buscan un lugar dónde ser como son. Por último, y no por eso menos importante, es un buen lugar para los fundamentalistas de las buenas papas con cheddar.

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