Debutar como artista con un éxito mundial es algo que no cualquier cantante o banda pueda adjudicarse. Por eso, vale la pena viajar hasta el Oriente Próximo (que de próximo no tiene nada) para apreciar y estudiar el caso de Michael Holbrook Penniman Jr., mejor conocido como Mika. El oriundo del Líbano, un país con una riqueza cultural y un desarrollo humano tan inconmensurables como envidiables, sorprendió al mundo entero cuando en 2007 lanzó ‘Grace Kelly’, acaso una de las bombas pop más resonantes de los años 2000.

Resultó ser el hijo del medio en una familia forjada por un diplomático americano y un ama de casa libanesa. Fueron muy duros los primeros años de Mika, ya que la guerra en su país natal los obligó a emigrar hacia Chipre, lugar en el que vivieron hasta 1992. Ese año fue clave en la vida del pequeño gran héroe: sus padres descubrieron que tenía dislexia, lo que fue centro de burlas por parte de sus compañeros en el colegio. Para ayudarlo, decidieron mudarse a Londres, con el fin de que un profesional pudiera asistirlo. Lejos de centrarse en el problema propiamente dicho, su madre notó que la voz de Michael poseía un notable registro de soprano, por lo que contrató a un profesor ruso que potenció dicha habilidad.

Tras participar en un concurso de canto, arrancó sus estudios en ciencias económicas, algo que no pudo sostener y que solo le quitaba tiempo a su gran pasión: la música clásica. Pero si hay dos virtudes que destacan a Mika son su fuerza de voluntad para superar los obstáculos y su notable facilidad para la adaptación. Tras componer algunas canciones alejadas de la ópera (las cuales eran netamente pop) y trabajar en su discografía, creó una cuenta en Myspace, algo incipiente para inicios del nuevo milenio. No se trataba de un acto de experimentación: él había presentado su material a un gerente importante, siendo rechazado rotundamente en aquella oportunidad. Es así que ‘Grace Kelly’ se hizo popular gracias a la gente y no por las discográficas; literalmente, de la noche a la mañana, la canción se viralizó exponencialmente, iniciando un boom tan inesperado como sensacional.

Las comparaciones con Freddie Mercury (a quien evoca en dicho sencillo), los reportajes y las ofertas incesantes fueron moneda corriente en aquel sensacional año 2007. Life in Cartoon Motion (2007) fue su debut en forma de larga duración y resultó ser su disco más vendido (ocho millones de copias), además de representar uno de los quiebres en el paradigma que suponía publicitar la música en la era moderna. ‘Lollipop’, ‘Love Today’, ‘Relax, Take it Easy’ y ‘Big Girl (You Are Beautiful)’ son los otros éxitos de esta obra maestra. A pesar de la guerra, la discriminación y el rechazo, el joven Mika se había convertido en una estrella con un potencial incalculable.

Era imposible pisar la pista de un boliche bailable y no escuchar una canción suya. Bautizado como «el rey de las canciones felices», el artista pop lanzó cinco discos de estudio hasta la fecha e incursionó en el mundo de la televisión como presentador, además de refinar su gusto por la moda —inculcado por una de sus hermanas—. A pesar de bajar la intensidad en materia de exposición y giras durante los años siguientes (su presencia en el lineup del Lollapalooza Argentina fue una notable sorpresa para el público nacional), el libanés continuó haciendo música: en 2019 editó My Name is Michael Holbrook, el cual continuó con las buenas críticas que había tenido su predecesor No Place in Heaven (2015).

De vuelta en las grandes ligas, Mika también regresará a Argentina, país que visitó por primera vez en el Buenos Aires Hot Festival de 2010 compartiendo cartel con Smashing Pumpkins. En esta oportunidad, la cita será en el marco del Lollapalooza: actuará el 29 de marzo, mismo día que Guns N’ Roses, Lana del Rey y Cage The Elephant, entre otros.

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