LA PRIMAVERA AZUL DE JACK WHITE

En el debut de Primavera Sound Buenos Aires la actitud rockera le ganó a toda adversidad

A tres años de habernos visitado con su banda The Raconteurs (te lo contamos acá) y siete después de haber hecho historia cerrando junto a Robert Plant un Lollapalooza, el icónico fundador de The White Stripes dijo presente para cerrar la primera fecha de Primavera Sound Buenos Aires con una hora y media cargada de distorsión, polvo y emociones.

Soy Jack White de Michigan, Detroit”, clamó el artista luego de aparecer rasgando su guitarra azul con fuerte distorsión. Con un balance perfecto entre canciones de su primera banda y su carrera solista, junto a un par de joyas de sus otros proyectos, el show encontró su breve punto más bajo en el himno de rayas blancas ‘Fell In Love With A Girl”, donde Jack nos recordó lo que ya vimos hace unos años: que no le queda voz para los agudos falsetes, y que no trata de salvarlos de otra forma. Fuera de este detalle (que no es menor y posiblemente sorprende a cualquiera, ya que en sus grabaciones de estudio la voz parece intacta), el concierto del sureño estadounidense estuvo a la altura de la anécdota: cuando White tenía solo cinco años, sacó la cama de su cuarto para que pudiesen entrar más instrumentos. Esa es la relación de Jack con la música, que corre indiscutiblemente por cada fibra de su ser.

La conexión con el público porteño fue inmediata y muy profunda. Tanto él como sus tres músicos de escenario mostraron signos de disfrutar del calor de la gente en la fría y ventosa noche de primavera. Para la audiencia también hubo retos: por los saltos, el polvo volaba en demasía, haciendo que la gente busque aquél barbijo perdido en un recoveco de la mochila, o se tape hasta arriba de la nariz con el abrigo para intentar respirar. La molestia era muy palpable, pero no impidió que los grandes círculo de pogo se formen de tal manera que, incluso después de una jornada insaciable de saltos que parecía haber hecho pico durante el hit «racounteriano» ‘Steady As She Goes’, el frontman le pidió al público que lo hicieran una vez más tras cerrar —como en cada ocasión— con la canción que posee el riff más parodiado de la historia: ‘Seven Nation Army”.

Aquí el setlist

Más temprano, los Pixies dieron un concierto increíblemente prolijo, saliendo en el minuto exacto que estaba planificado y tocando un tema tras otro sin parar y sin mediar palabra alguna con la audiencia, para dejar el escenario, nuevamente, en el minuto exacto que correspondía. Una extraña sensación se vivió frente a tamaña escena, un show enérgico, impecable, de increíble ejecución llevada a cabo con una postura cálida por parte de los músicos, pero, aún así, sin el más mínimo diálogo —ni tan solo un “hola”— con el aclamado «mejor público del mundo».

Antes de esto, Las Ligas Menores abrieron la jornada seguidas de la estadounidense Cat Power.

Fotos por Guido Adler

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