APRENDIMOS DEL FUNK LO QUE LOS HIJOS QUISIERON

Banzai FC, Jvlian y Militantes del Climax: una noche que demostró que el funk se está aprendiendo y de la mejor manera posible.

Funk: un género que nació por los años ‘60 en el corazón de la comunidad afroamericana y que, sin tener mucho más que mucho flow y sangre de compositores, fusionaron el blues, el jazz, el rhythm y el soul. Padres, hijos y espíritu santo, lo que hoy tenemos a ello se lo debemos.

El primer Movimiento Funk estaba citado en Palermo Club, de la mano de Banzai FC, Jvlian y Militantes del Clímax. Un poco de cada condimento para una noche que explotó un ritmo que poco a poco logró meterse en lo más profundo de la cultura, pero del cual aún somos aprendices: el funk se está aprendiendo, no solo a escuchar, sino a consumir. Y la noche fue un claro ejemplo de que el camino hasta hoy recorrido es el correcto.

La cita era a las once y media de la noche, pero la fila recién comenzaba a moverse a eso de la una y media. Adentro, DJ Pharuk, productor y dj chileno, iniciaba  la noche colmada de gente de la mano de temas de Kendrick Lamar o Illya Kuryaki and the Valderramas, quien bien podríamos llamar uno de los pioneros en el tema allá por 1991, cuando los Backstreet Boys y Britney Spears eran los dueños de las radios.

Banzai FC apareció en escena casi como un grupo de amigos cae a una jam improvisada, con lo más "jazzero" del funk, instrumentales jugosos, un cajón peruano y la invitación al rapero Wos, tras un “vamos a invitar a un amigo que es como un hermano” para rapear como si se tratase de una cruda competencia de freestyle. “¿Dónde está la gente?” gritaron y el público les respondió. El cuarteto logró conquistar a la multitud de forma rápida; el rapeo enojado incitó a los que escuchaban, que saltaban y respondían cuando el verso llegaba a su final o alcanzaba su clímax, elevando el tono y el enojo era casi bíblico.

Recién sentí una conexión”, le dijo un joven a su amigo, desconociendo la banda. Y si algo tiene Banzai FC es, efectivamente, la capacidad de calar los huesos y hacer gustar la música. La noche terminó con los acordes de “Jazz Funk”, tema de los Militantes, y un aplauso abrasador del público que se dispersó hasta nuevo aviso.

El rap condimentado con jazz de Banzai FC le dio paso a los versos apresurados y el trap funky que se encarnó en Crisis (2018) de Jvlian. Con menos ímpetu de agite y menos enojo, pero con más groove y un no sé qué que hace sentir la música bien adentro, la banda del “Desintegrador” presentó temas de su nuevo álbum, así como los ya infaltables clásicos.

A la banda le pesa más el hip-hop y el trap que los demás estilos, y lo defienden a capa y espada (o micrófono) en los versos de “Lobogamia”. Julián Larquier, uno de los julianes que da voz y vida a Jvlian, se escapó del escenario para saltar la valla y correr hacia la multitud, moviéndose al ritmo de sus versos y haciéndose amigo de todos sus bebitos. No escatimaron en agradecimientos a Facu (Cruz, manager), los Militantes y los que organizaron la fecha. El público se movió con cada canción, aplaudió y chifló el “gracias bebitos, estamos por terminar”.

La noche se cerraba a lo grande: Militantes del Clímax dejaba el espacio en silencio y se presentaban como dignos militantes, apoyados en la teatralizada presentación de Oráculo: “pueblo argentino, me paro ante ustedes sin maquillaje para hablar del proyecto de despenalización el aborto”. Quizá acertado, quizá no, el nombre condensa todo el peso social que tiene una banda que combate desde lo cultural, en un espacio que se presta a la disrupción de pensamiento y al uso de la industria cultural como herramienta de combate. En un discurso presidencial siempre irónico, habló del aumento de la tasas de sífilis y VIH, de la gran “desresponsabilización” del Estado, responsabilizando a la mujer para desacreditar sus derechos, enfrentarlas entre ellas y fomentar lugares comunes como el ya conocido “hubiese cerrado las piernas”.

Si la noche había arrancado demasiado politizada, los primeros acordes que mejor saben desplegar un sonido funky rompió las barreras. La única banda con vientos presentes, claros maestros del funk en un país que está aprendiendo de ello, fue generadora de un pogo amable desde el primer tema, donde los saltos y el agite fue contundente pero cuidado: “Eu loco, este lugar está muy encendido. Espero que siga así los quince minutos que nos quedan”.

El Abuelo mostró militancia incluso en su forma de cantar, en su formas de pedirle a todos que se amontonasen cerca, con “Abusa de Tu Estilo” como estandarte del buen funk y el baile. Al álgido escenario se subieron, para seguir agitándola, el Enano Alex, Pablo Castillo alias Under MC integrante del colectivo artístico nacional la B2 crew, y una chica que nadie supo bien qué hacía más que agitar con las manos. En algunos momentos, sus instrumentales presentaron reminiscencias a la época funk de Charly García. Anunciado un último tema tres veces seguidas, si el estado de ebriedad se los permitía, los militantes continuaron desplegando en el escenario lo mejor que saben hacer: tocar, agitar, militar, llevar a todos a la cima. Valga la redundancia, lo que mejor militan los militantes es el clímax: cada momento de apogeo musical es seguido por aplausos, coreos y pogos.

La noche terminaba hacia las cinco de la mañana, luego de un “un aplauso para todos ustedes, hijos de puta”. Y mientras las tres bandas continúan en una gira que los llevará a la provincia de Santa Fe y Córdoba, queda en claro que, si bien el funk es un género que se está aprendiendo, son sus dignos hijos quienes nos están enseñando.

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