Fotos por @juanchez.i
Y un día volvieron. Casi 15 años después de lanzar su mítico disco homónimo, conocido popularmente como el Disco Plateado, Shaman y los Hombres en Llamas volvieron a dar un show en vivo. Fue en Ciudad de Gatos y con la formación original de once músicos en escena, incluidos Tomás “Bouie” Vilche, Tulio Simeoni y Lucas Borthiry de La Patrulla Espacial, una sección de (¡cinco!) vientos y la voz de Shaman Herrera como estandarte.
La noche comenzó con una breve pero sentida presentación de Santiago Adano, compañero de Shaman en Falso 9 y partícipe de tantos otros proyectos como Perropájaro, Persona y Julio y Agosto. Acompañado solo por su guitarra clásica, el cantante repasó algunas canciones de su trayectoria con una suavidad magnética que sumió a quienes nos acercamos a escucharlo en un hermoso silencio contemplativo. Además de compartirnos su música, aprovechó los espacios entre temas para contar historias sobre el origen de sus canciones y expresar su admiración por su amigo Shaman y su inquebrantable ethos musical.

Cerca de las diez y media, por fin sucedió lo que muchos esperábamos desde hace años: Shaman y los Hombres en Llamas volvieron a subir a un escenario. Su folclore rockero, cargado de imágenes sonoras que remiten sensorialmente al sur, a la cordillera y al desierto, me sume en una película apocalíptica donde lo único que queda del viejo mundo son estas canciones que lo lloran y lo visten de color tierra.
Lookeado con una especie de poncho vandalizado, el siempre místico Shaman inició la presentación entonando ‘La Niebla’ y el público lo acompañó cantando bajito para no perderse las texturas que el monje patagónico esculpía en el aire. Para los extraños, Shaman Herrera es ese cantante que en algunos temas usa la técnica de canto gutural mongol llamada höömij, que tan alienígena suena para oídos primerizos. Para quienes lo seguimos hace años, él es mucho más que eso. Su voz tiene más para decir. Escondida entre sus graves melódicos, hay una desesperación que resulta extrañamente tranquilizante; un canto que es viento y emoción.

Para sorpresa de nadie y a pesar del tiempo, la banda sonó ajustada. El ensamble multiinstrumental le dio al show un dinamismo sonoro amplio, con momentos de quietud y grandes explosiones armónicas que nos inmovilizaban. Los ojos recorrían cada rincón del escenario, buscando hermanar cada sonido con un movimiento.
El repertorio recorrió la gran mayoría de Shaman y los Hombres en Llamas (2011), el disco celebrado esta noche ante su reciente lanzamiento en vinilo. Masterizado y posproducido por Daniel Melero, el álbum contiene canciones como ‘El primer color’, ‘Nos vemos volando’ y muchas más que suelen estar en las presentaciones de Shaman con sus otras formaciones como Shaman y los Pilares de la Creación, o Shaman y el Fuego. ¡Pero qué increíble que es escucharlas con todo ese soporte instrumental detrás!
Con sonrisas enormes y ocupando el ancho del escenario, los músicos se despidieron ante una ovación insistente que parecía no querer dejarlos ir. Una medianoche fría nos esperaba en la puerta para despertarnos de un sueño que ojalá podamos repetir.

