Fotos: Nico Papa
Celebration. Suena Disclosure, suena Babasónicos, suena Stevie Wonder, el bombo golpea en negras, el clima es festivo. Flor Aquín musicaliza la previa de una fecha que promete reunir a las tres bandas de pop contemporáneo más importantes de Córdoba. Telescopios, Valdes y Rayos Láser, juntos en un mismo escenario por primera vez.
Los dos lentes del telescopio. Desde la cascada psicodélica, los solos de Ferrón y la inmersión sonora, hasta el pop minimalista y rítmico, el show de Telescopios varía entre dos intensidades musicales. Una se preocupa por llenar todos los espacios, saturar los oídos y atrapar al espectador, que se balancea narcotizado. La otra muestra aspectos de lo mínimo, ocupa la menor cantidad de elementos posibles, lleva a los cuerpos hacia la danza, como si esos espacios vacíos le dieran lugar a su movimiento.
Entre el lente que toma la luz y el lente que convierte la bóveda galáctica en algo visible, un espectro lumínico alumbra una imagen que ya es pasado. ‘Gimnasia’ suena rockera, suena a bares con pianos y hoteles que caen. Algunas canciones a estrenarse, en las que también los parches crudos, los sintetizadores y la voz toman elementos del rock nacional, nos muestran una versión de Telescopios algo más agresiva y tradicional de lo que han publicado hasta ahora.
Las sesiones de los hermanos Valdés. Hubo momentos en los que me preguntaba si no estábamos en un show de Daft Punk, o de Free Nationals, o de Kiko Cibrián, porque lo que ha logrado la banda compuesta y liderada por Eduardo y Pancho Valdés es una firmeza impresionante.
Elementos progresivos, acid funk, house, R&B; y esta lista innecesaria podría seguir mencionando géneros y arreglos. Es el valor de trabajar con grandes sesionistas. Ya nos lo han dicho: “si los temas funcionan con guitarra y voz es porque están buenos y se pueden laburar; después se le pone el vestido, el armazón que le da el género”. Son canciones para fogón vestidas para la fiesta.
Pancho Valdes termina una canción solfeando una melodía muy aguda, la gente grita y festeja; él canta como una ninfa, o como una princesa que se asoma por su ventana, las aves responden a su voz. También baila con precisión y su hermano muestra cuánto ha aprendido a cantar desde los inicios del dúo. Cantantes, instrumentistas, bailarines, standuperos y streamers, los hermanos Valdes dominan el escenario, multiplicando los disfraces para sus canciones que son, al fin al cabo, producciones de pop melódico, al mejor estilo continental.
El diámetro de un rayo láser. La mixtura del indie pop tirado, con la dejadez vocal que Tomás Ferrero complementa con ternura, el punk rock crudo de los 2000’, el rock latinoamericano; Rayos Láser domina con maestría todas las variaciones del pop rock radial, son una máquina de hacer hits. La propuesta menos experimental, menos investida de la noche, pone todos los elementos —armonías, melodías, puentes, rítmicas, temas— al servicio de la canción, de la canción cruda, el hit sencillo —algo muy complejo de encontrar— y alcanza una gran solidez, logra totalmente la construcción de cada tema como un pequeño universo altamente efectivo.
Aún con las diferencias sonoras, la perspectiva de las bandas es más o menos similar, y eso puede llegar a ser monótono
Ferrero es, quizás, el cantante menos dotado técnicamente de los tres. Y eso parece no significar nada; logra totalmente su cometido, transmite toda su sensibilidad y su visión del mundo, suena íntegra y auténtica, apunta y alcanza su objetivo. Me permitirán, me perdonarán, el decir que suena como una persona que canta con el corazón en la garganta.
El club de amigos. Este triángulo parece ser en realidad un cuadrado: Hipnótica fue banda invitada de Valdes y Rayos Láser, quienes también se invitaron entre ellos, y a Rodrigo Molina.
Aún con las diferencias estéticas y sonoras, fue un show donde los sentidos partieron de una perspectiva más o menos similar, un lugar en el mundo parecido. Se nota mucho cuando, al final del show de Rayos Láser, otra vez los Hipnótica de invitados los Valdes y algunos Telescopios sobre el escenario, se hace evidente que, de 15 intérpretes que pasaron por el escenario, 14 fueron varones.
Entonces, mencionarlo, crees que es una problemática que debe pensarse desde la escena, pero en este caso, también desde la curaduría, porque sobre todo, esto significó algo repetitivo, algo monótono, algo lineal y simple, algo escueto en los sentidos compartidos.
Es, a la vez, terrible, que los tres proyectos de pop cordobés de mayor importancia —leída por el recorrido internacional y la participación en festivales— no puedan reunir 5000 personas. ¿Lo comentado? ¿La endogamia? ¿El público? Las razones deben ser muchas, y no alcanza el espacio para abordarlas. Sigamos la pista que sus mismas voces nos han dejado, hagamos un esfuerzo por no estar de turistas en nuestra propia casa.