SAOKO Y LA REINVENCIÓN DE ROSALÍA

La española que mandó a la mierda al estilo

Quienes seguimos a Rosalía desde el lanzamiento de El Mal Querer (2018) hemos atravesado con ella todas y cada una de sus etapas: su acercamiento al reggaeton más tradicional de la mano de Ozuna y Bad Bunny, sus experimentaciones como ‘Aute Cuture’ o ‘A Palé’ y su versión más trapera junto a Travis Scott. Desde el anuncio del lanzamiento de Motomami, su siguiente álbum, los fans sabían que intentar predecir el próximo sonido que nos traería la española era completamente inútil. Solo nos quedaba esperar a los primeros singles y comenzar a introducirnos en este nuevo universo. 

‘La Fama’, primer adelanto del disco junto a The Weeknd, cosechó opiniones contradictorias, ya que gran parte del público no creía que una bachata a lo Romeo Santos era el camino que la artista debía seguir. Sin embargo, Rosalía se había dejado lo más controversial para el final. Con ‘Saoko’ los puristas del «reggaeton de verdad» parecieron resurgir de las profundidades de Twitter gritando que lo que había hecho era un insulto para la versión original de la canción y un desastre como material independiente. Inmiscuirnos en estas discusiones no nos llevará a ninguna parte y perderemos el foco de la cuestión. Lo importante es que, si nos centramos en el sonido de este último track, lograremos entender que el mensaje que nos intenta enviar la española es claro: todo lo que rodeará el próximo disco (tanto la estética como el sonido) será tremendamente disruptivo.

 Son elementos contradictorios si los tomamos por separado, pero juntos forman un universo completamente coherente y armonioso

El título del tema es una clara referencia a la canción de 2004 ‘Saoco’ de Wisin y Daddy Yankee, contando incluso con un sample del track al principio. La estética del video también puede interpretarse como una referencia a ‘Gasolina’, el himno reguetonero de Yankee. Las motos que vemos en ambos videoclips son un elemento al que Rosalía ya había recurrido en ‘DE AQUÍ NO SALES - Cap.4: Disputa’. La artista reinterpreta el video de Yankee colocando a las figuras femeninas como protagonistas y líderes del grupo y a las masculinas en un lugar pasivo (el vendedor de la tienda que ni siquiera intenta evitar que las chicas le roben) o anónimo (los policías que las persiguen al final, que nunca muestran su rostro). Asimismo, no solo se recurre a las motos como un elemento visual, presente tanto en este videoclip como en el casco de la portada del álbum, sino también como elemento sonoro. 

La estética motoquera se fusiona con un estilo super dosmilero, el cual es tendencia desde hace meses. Las coletas que usan varios de los personajes (a lo Emma Bunton de las Spice Girls), y los colores de sus vestimentas referencian claramente la época dorada del pop anglosajón. Los elementos kitsch a los que nos tiene acostumbrados tampoco podían faltar, y los cascos de las motos que parecen pertenecer a una escena ciberpunk no hacen más que aumentar el valor visual de su propuesta estética. Son elementos contradictorios si los tomamos por separado, pero juntos forman un universo completamente coherente y armonioso. 

Sin embargo, es a nivel sonoro donde la artista más se arriesgó y lo que causó más controversia. Es una canción muy difícil de apreciar en su totalidad en la primera escucha. El bajo distorsionado, industrial y muy agresivo, el beat del dembow sumamente sucio y unos sonidos que parecen errores de grabación distorsionan su voz. A mitad del tema, y casi como un respiro en medio de tanto caos, escuchamos durante 10 segundos una melodía de jazz y la voz de Rosalía preguntándose entre risas si esto “sirve de algo”. Nos está retando a entender una obra compleja y nos regala esos segundos de paz para luego volver al beat de antes. Ella sabía que muchos no entenderían su propuesta y se burla con estilo de su incomprensión de antemano, en la propia canción. 

Planea mezclar dembow, flamenco, bachata y hip-hop en un disco muy atravesado por la estética kitsch

La portada del álbum nos da muchas pistas acerca de lo que podemos esperar, ya que la cantante es conocida por no dejar nada librado al azar. En ella se la ve completamente desnuda en una posición que es clara referencia a la Venus de Botticelli. Utiliza un casco muy similar a los de las chicas del video y el título del álbum aparece grafiteado sobre su cuerpo. Un garabato aparentemente hecho con una birome tapa sus genitales y también es utilizado para escribir su nombre por debajo de su busto. Los elementos incluidos en ‘Saoko’ (lo kitsch, la estética motoquera y lo ciberpunk) se resumen perfectamente en esta portada. 

La letra de la canción habla sobre la transformación y el constante cambio, y creo que ese es el factor a resaltar en Rosalía. Pocos son los músicos mainstream que cosechan tanto éxito en la escena reggaetonera y que, sin salirse de esta, deciden innovar y traer a la mesa propuestas arriesgadas. Motomami se estrenará el 18 de marzo y me atrevo a afirmar que estaremos ante uno de los mejores álbumes del año. Creo que nos traerá una propuesta conceptual del estilo de El Mal Querer, pero muy alejada de la vibra flamenca. La artista ha afirmado que planea mezclar dembow, flamenco, bachata y hip-hop en un disco muy atravesado por su ya conocida estética kitsch, ahora agregándoles elementos dosmileros y ciberpunks. Solo nos queda esperar el lanzamiento y admirar el talento de la española una vez más.

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