Cuando parecía que aquel recordado y caluroso recital en Ferro (2014) sería el último de los madrileños más criollos en Buenos Aires, los Ska-P volvieron y no justamente en forma de fichas: regresaron llenos de rabia, con los riñones a punto de reventar y aclarando que siempre están del lado de la lucha social. La banda reapareció en un momento especial para nuestro país: la disputa por el aborto legal, la desaparición de Santiago Maldonado, represión policial y la cuestionada gestión de nuestro actual presidente fueron algunos de los tópicos que sirvieron como blanco para detonar el repertorio de casi dos horas.
Es raro tenerlos de frente sin Pipi (encargado de las segundas voces y los disfraces), pero es sabida la mala relación que el líder de The Locos llevaba con varios de sus compañeros de grupo. Así y todo, se las arreglaron para grabar nuevo disco (Game Over, en 2018) y salir de gira por Sudamérica (desde el año pasado). Es cierto: estuvo muy cerca de suspenderse el recital cuando Cadena Perpetua estaba terminando el suyo con ‘Sigo acá’. Lo único que permitió que se realizara fue la tregua que dieron las precipitaciones entre los turnos, que obligó a los plomos a desmantelar por completo el stage ante la mirada atónita y desolada del público, que en todo momento arengó, saltó y hasta creó cantitos espontáneos para que desde el camarín los Ska-P se percataran de que sería difícil postergar la velada.
El playón del estadio único de La Plata fue el lugar elegido para la inolvidable jornada vivida en la previa de Cosquín 2019. La puntualidad, la amabilidad de los empleados, el respeto entre los miles de jóvenes y la solidaridad entre las bandas dieron la nota: cada uno colaboró para que fuera un viernes ATR (como afirmó el Mono de Kapanga). Los locales Rivales abrieron cuando el sol rajaba el cemento platense y cumplieron un sueño: el de telonear a una de sus influencias más directas. Con dos discos editados, ya han compartido fechas con artistas de renombre como La Vela Puerca, Cielo Razzo y El Bordo.
La puntualidad, la amabilidad de los empleados, el respeto entre los miles de jóvenes y la solidaridad entre las bandas dieron la nota.
Lo de Kapanga fue de menor a mayor en intensidad: si bien el predio aún lucía semivacío, Maikel, Martín Fabio y el resto de sus integrantes se pusieron creativos para hacer bailar y saltar a un gentío que aún estaba tímido. ‘La crudita’, ‘El universal’ y ‘Bisabuelo’ comenzaron la fiesta Kapanguera, con su mezcla rara entre La Mona Jimenez y Los Ramones. Esa combinación los hace únicos dentro del rock nacional, sumada a la forma satírica con la que suelen tratar las cuestiones sociales. Entre chiste y chiste, el Mono se puso sensible al recordar que “esperaba este momento (tocar junto a Ska-P) desde hace 17 años”, y que estaba “feliz de ver a Pulpul de vuelta en los escenarios”, en referencia aal líder español sufre de Tinnitus, enfermedad auditiva que lo alejó de la música. ‘La taberna’ (con un tremendo arcoíris de fondo), ‘Rock’ y ‘El mono relojero’ redondearon 40 minutos de irreverencia: Kapanga mostró credenciales nuevamente y, con un Fabio con una costilla rota, otra vez dio el presente.
‘No mires al cielo’ fue una advertencia de los Cadena Perpetua para todos y todas: eran las 19:30 y las nubes habían copado la parada y el celeste se convirtió en violeta. Así empezó una seguidilla de catorce tracks que sirvieron para recorrer los casi treinta años de trayectoria de un trío que nunca se olvidó de dónde viene y hacia dónde va. Lo de Vala, Edu y Chino es realmente admirable: si bien tocan para públicos relativamente reducidos, han compartido shows con casi todos los colegas punks que pisaron Argentina: Bad Religion, Green Day, La Polla Records, Ramones, Offspring, Dead Kennedys y hasta Anti-Flag. Son humildes, hacen colectas de alimentos y juguetes en sus fechas y representan a la autogestión de una manera ejemplar.
‘Panorama’, ‘Violencia’ y ‘Los delincuentes’, de claro contenido socio-político, convivieron con la sensibilidad de ‘Vivirías’, canción que recibió a la temprana noche. Las primeras gotas del diluvio universal llegaron con la breve y feroz ‘Dispara’ (escrita en 2000 pero que tiene una vigencia intacta), para cerrar con ‘Si me ves’ y ‘Sigo acá’. Los relámpagos ya habían avisado: el cielo se vino abajo y un sector del público optó por resguardarse debajo de los techos de merchandising y de suministro de agua. Los valientes que se quedaron en su lugar no la pasaron tan mal: las altas temperaturas, y la aglomeración de personas amortiguó la tormenta considerablemente. Si a eso le sumamos el improvisado show de cantitos populares, la lluvia quedó prácticamente en el olvido.
La única preocupación concreta era saber si realmente Ska-P podría tocar. Las condiciones no estaban dadas porque los instrumentos estaban completamente mojados y las luces tenían riesgo de romperse en caso de ser empleadas. Además, luego de una hora de espera debajo del aguacero, comenzaron a sentirse algunos murmullos de impaciencia entre la gente. Súbitamente, se encendieron las pantallas laterales y el DJ le puso play a ‘No me arrepiento’, de Jóvenes Pordioseros, para que el delirio tuviera otro capítulo de ensueño. La Renga, Los Redondos y La Vela (todos en modo mp3) completaron el fugaz aperitivo, hasta que 21:45 aparecieron Pulpul, Joxemi (ambos con pañuelo verde en el cuello), Julitros, Kogote, Gary, Txikitin e Iván para dar paso al descontrol total con ‘Poder pa’l pueblo’.
Cuando Pulpul anunció que se venía la ‘Estampida’, el público rugió como nunca en la noche. La ansiedad, la angustia por la posible suspensión y las ganas de ver a Ska-P luego de cinco años se condensaron en ese preciso momento. Por suerte todo fue filmado, aunque habrá que esperar para verlo en formato DVD. “Esta canción habla de un gato. Nosotros tenemos uno bueno, ustedes tienen uno malo”, ironizó el cantante y guitarrista para presentar al ‘Gato Lopez’, dejando en claro su posición con respecto a Mauricio Macri. La catarata de hits siguió su recorrido con ‘Mestizaje’, una verdadera joya anti-racismo, y ‘Solo por pensar’, dedicada a Santiago Maldonado. La legalización fue uno de los ejes centrales en el reclamo dialéctico de los vallecanos, cristalizándose en la inoxidable ‘Cannabis’.
Eloi Yebra, quien reemplazó a Pipi en disfraces, tuvo un rol fundamental en el nuevo despertar de la banda: colaboró como actor en el video de ‘Jaque al rey’ (donde hace de Borbón), uno de los cortes de Game Over, y es una estrella en el escenario. Del cine al rock, Eloi fue uno de los que filmó a los argentinos mientras los asistentes secaban los instrumentos tras la tormenta perfecta e interpretó al ‘Tío Sam’, al torero en ‘Vergüenza’ y al policía represor en ‘Romero el madero’.
Uno de los pasajes más sensibles del viernes tuvo lugar en ‘Mis colegas’, dedicada a Juan Ledesma, el baterista de Superuva asesinado cuando la formación de punk nacional daba un show en Quilmes en febrero de 2018. Otro gesto más que habla de la camaradería y solidaridad con las que se identifica a los madrileños. La iglesia (‘Crimen sollicitationis’), la guerra (‘Niño soldado’), la pobreza (‘El olvidado’) y la política (‘Ni fu ni fa’) estuvieron presentes en el setlist de Ska-P, aunque también hubo lugar para mínimos instantes de distensión. La pegadiza ‘Ska-Pa’ hizo temblar el estacionamiento del Único, mientras que ‘Derecho de admisión’ recordó a los patovicas mala onda: ¿quién no ha rebotado al querer ingresar al boliche de turno?
El tramo final del escape veraniego tuvo lugar con la mayor ronda de pogo: ‘Kasposos’, canción en contra de los estafadores de la medicina curandera, puso a prueba los 206 huesos del cuerpo de cada uno de los asistentes.
Los empleados de la gráfica Madygraf fueron invitados para dar un breve pero conmovedor discurso, en el cual reclamaron más puestos de trabajo al gobierno nacional: actualmente, la cooperativa corre serio riesgo de desintegrarse debido a millonarias cuentas de luz, producto del tarifazo. Como no podía ser de otra manera, ‘El vals del obrero’, ese himno inmortal y reivindicador de la lucha obrera, cerró a todo trapo la vuelta de un grande del género ska-punk.
Las precipitaciones ya habían cesado y la música había dejado de sonar, pero entre la euforia, la alegría y la emoción de ver de vuelta a Ska-P, hemos recibido varias cachetadas de realidad. En definitiva, nos preguntamos: ¿y la justicia dónde está?