Quizá calificar a LOUTA como uno de los fenómenos musicales más interesantes de estudiar sea exagerar un poco sus elementos. Sin embargo, parece necesario considerar el proyecto musical de Jaime James, bautizado LOUTA, como un programa que incluye mucho más que música y que tiene algo para decir o, al menos, lo intenta.
LOUTA no suena espectacular en Spotify. Suena y punto. Sus ritmos eléctricos son una mezcla extravagante (pero consistente) de pop, electrónica y música urbana en su máximo esplendor, sumado a la voz de Jaime James, el hombre detrás del nombre, quien te canta que “sigue sin entenderte”. Melodías para levantar un lunes y ponerle algo de energía al fin de semana, pero nada más.
Otra cosa muy distinta es verlo en vivo. En vivo, sin dudas, explota.
Es pertinente aclarar en principio que el adjetivo que mejor se ajusta a una descripción sobre LOUTA posiblemente sea 'preppy', término utilizado para referirse a los estudiantes de universidades privadas económicamente bien acomodados. Encarando en marcas de vestimenta como Lacoste o Ralph Lauren, el adjetivo preppy hace alusión a ciertas maneras de vestirse, ser, hablar y comportarse de la educación de la clase media-alta.
LOUTA es una encarnación sarcástica y casi rayana en la burla de un estilo preppy entremezclado con una tradición de los años cincuenta, pero con una clara dosis de seriedad. Con el pelo al mejor estilo gomina, con una chomba azul y su tez tan pálida como el mejor modelo de una publicidad de J. Crew, el artista ofrece algo que poco se ve en la escena under Argentina: un gran, gran show con una construcción no sólo escénica, sino identitaria, optimizada en todos los aspectos. Al respecto, el artista aclaró en una entrevista con Página 12:“prefiero que vengan a ver a Louta, porque es una entidad”. En todos los aspectos, lo logra.
Su primer trabajo discográfico con título homónimo ofrece ocho temas que retoman lugares comunes en la cultura popular: como son el “guacho” (estilizado en “uach”), cuadradito de prensado y letras coloquiales que son totalmente cercanas al público. También, el elemento popular se cristaliza en las influencias musicales, que por momentos resuenan a cumbia, a música electrónica y, por qué no, a cuarteto: la mezcla total como identidad propia.
El primer show que presenció SPE fue en Niceto, promocionado bajo el slogan “LOUTA DERRITE NICETO”. Su forma de escribir, cargada de emojis de corazones, flores y helados, y con expresiones que utilizan el sarcasmo infantil como “el mejor show de todo el universo”, también hacen a la construcción identitaria total del pibe con la chomba azul. El segundo show, en La Bienal del Arte Joven, fue la confirmación de que LOUTA es un artista no para escuchar, sino para ver.
El escenario espera siempre al público con un sillón, una lámpara y plantas sobre mesas de luz, una puesta característica de película con una familia de clase media-alta como protagonista. Así aparece LOUTA, encarnado en Jaime, quien, con cuatro bailarines a su paso, les dan vida a las melodías de “Felix”. El público responde a todos los pedidos del artista, como agacharse, saltar o aplaudir, no solo por el hecho de estar ubicado en una posición cuyo juego en una interacción social específica le da poder (como es el caso de los shows), sino porque su personalidad simpatiza, atrapa y conecta con quienes están debajo del escenario.
A mitad del show vuelan plumas, no sin antes haber desaparecido el artista del escenario para reaparecer en una bola gigante en medio del público, que recrea una típica bola de nieve de recuerdo: una vez más, un elemento preppy retomado para su identidad.
LOUTA CANTA, BAILA, SE EMOCIONA Y HASTA GRITA DESESPERADO DURANTE SU PERFORMANCE Y, EN TODO MOMENTO, EL PÚBLICO RESPONDE.
Son muchas personalidades a la vez, pero también una sola, que se personifican en el grito de algún emocionado del público que exclama “¡VAMOS JAIME!”. Sí, LOUTA también es Jaime, quien organiza la fiesta BRESH en Niceto bajo la premisa “mucho besito en la boca” y “hitazo tras hitazo”. Quizá su destreza como performer sea herencia de su madre (Ana Frenkel) y su padre (Diqui James), quienes son bailarina y fundador de las compañías teatrales Fuerza Bruta y De La Guarda, respectivamente. O quizá sea que, sin saber tocar ni cantar, decidió que iba a llevarse al mundo por delante de alguna manera. Sea como fuese, LOUTA es una construcción que no deja ningún detalle al azar y que se presenta hoy como una opción refrescante que promete mucho: el mejor show de todo el universo.
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