RECORDARÁN LO QUE HAN VISTO

Otra patada en la cara nos propinó Eruca Sativa.

Si todo lo que veías cabía en la punta de un alfiler, era porque una de las bandas nacionales más innovadoras de este milenio tuvo a su público en la palma de la mano desde el minuto cero. Brenda Martin y Gabriel Pedernera miraban asombrados a la arenga de las mil doscientas personas como si se tratase de su debut rockero. Entenderlos no era casual: son humanos, como vos y yo. “¡Gracias por acompañarnos a lo largo de estos 10 años!” exclamó Luisina Bertoldi luego de la extendida e improvisada versión de ‘Inercia’. Barro y Fauna (2016), último larga duración, es la evolución y a la vez el resultado de una década ganada con muchos huevos y ovarios arriba del escenario y en el estudio.

Si así culminaban dos horas al palo de otro esperado y festejado show de Eruca Sativa, imaginate como fue el demoledor inicio. Sorprendió la aparición de la nostalgia en ‘Justo Al Partir’, habitualmente utilizada promediando el set. Pero rápidamente todo tomó sentido: sirvió para que los cuerpos bajen la guardia y se dejen poseer por la furia que significó la seguidilla conformada por ‘Confundiste’, ‘Tarará’ y ‘Cómo vas a hacer’. ¿Cómo carajo aterrizás después de eso? Nadie supo.

¿Queloquepasa? Se movió el piso de Vorterix. Se quebraron las gargantas, se fundieron las almas y se conectaron los corazones. El primer respiro recién emergió con la faceta más experimental del grupo, característica fundamental en la esencia eruquera. ‘Japón’, ‘Pulso’ y ‘El Visitante’ fueron la Coca Cola antes de salir de vuelta a correr en el desierto. La guitarra de Bertoldi, el bajo de Martin y la batería de Pedernera dan cuenta de que la suma de las partes supera ampliamente al todo. Son interdependientes y se potencian a través de su sinergia y empatía con el público, que en definitiva es el factor que cierra en la ecuación.

‘Abrepuertas’ y ‘El Genio de la Nada’ fueron otros dos puñetazos directos a la cara y, ‘Antes que vuelva a caer’, bailamos al ritmo de ‘Fuera o más allá’ y ‘El Balcón’, estos últimos incluidos en Blanco (2012), el otro disco protagonista del sábado porteño en el Teatro Vorterix. Tiene una explicación: se trata del primer gran salto de calidad y de reconocimiento mediático que tuvo Eruca Sativa. “Siempre vivirás en mi, siempre serás mi pasión” endulzó la voz de Lula mediante ‘Amor ausente’, justo antes de uno de los momentos culmine: la invitación a Sonia Álvarez (quien toca desde los siete años de edad) para perfumarnos con su preciosa arpa y sus delicados dedos en las renovadas variantes de ‘Somos polvo’ y ‘Tu trampa’.

Capítulo aparte en ‘Para que sigamos siendo’: todas las voces son más fuertes que el dolor, ese sentimiento que envuelve hoy a varias mujeres que luchan por su derecho legítimo a acceder al aborto legal y gratuito. Porque cada día mueren más a raíz de la injusticia social, el tiempo corre y los pañuelos verdes se alzan como banderas infranqueables. Son el fuego que no pueden apagar las lacras con poder que prefieren perpetuar el sistema clandestino y asesino. Vorterix se tiñó de ese color verde rabioso, aunque no alcanza solo con tener esperanza. Algo es seguro: no pueden callar la voz que viene de adentro…

Un pogo con hambre saciando el corazón se tradujo en ‘Armas gemelas’, y de ahí en más no hubo infartos de milagro. Porque las ollas y el mosh en ‘Agujas’, los sintetizadores hipnóticos y adictivos en ‘Nada Salvaje’ y la bomba nuclear llamada ‘Magoo’ hicieron que fuésemos dueños de todo, menos de nosotros mismos. La ‘Inercia’ del final pareció imposible de parar: fue lo más parecido a una locomotora a todo ritmo y sin freno. Tan así resultó, que el track duró casi 10 minutos, lo mismo que demoró el power trío en despedirse.

No hay descanso en la ausencia, por eso los próximos meses serán movidos: el festejo por la década de existencia sigue en Rosario, el norte del país y en Uruguay. Para que sigamos siendo y para recordar que la felicidad no es premio, es consecuencia de vivir.

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