Luego de su separación en 2002, los fans de Pulp en Latinoamérica pensaron que nunca iban a poder ver en vivo a uno de los big four del britpop. Nueve años después se reunieron para una gira más y llegaron al Luna Park. Su última performance había sido en 2013, en el show de Jonathan Ross. Hasta que en 2022 se les ocurrió una gran idea, una gira con un título y mensaje muy claro: This is What We Do for an Encore. Los llevó a encabezar el Corona Capital, visitar por primera vez Uruguay y el sábado irán a Chile. Esta noche es el turno de Argentina, en el Movistar Arena. Un bis. Uno más.
Mientras la primera nota de ‘I Spy’ tensaba el ambiente, las luces se apagaron y las pantallas presentaban: “Esta es una noche que recordarán durante el resto de sus vidas. Están a punto de presenciar el concierto 539 de Pulp. Esta actuación es un encore. Un encore ocurre porque el público pide más. Así que… hagan ruido”. Una luna llena aparece en el centro del escenario. La banda es recibida con un cálido aplauso y una sombra cantante emerge desde abajo. Se revela el espía: es Jarvis Cocker, de traje oscuro y con sus clásicas gafas amarillas pone a gritar al público y da comienzo al show.
Del drama del hit de Different Class (1995), sin escalas, pasan a la siguiente pista, ‘Disco 2000’. Todo la arena comienza a saltar con esta historia de los pequeños amantes que tuvieron que esperar varios años después de graduarse para concretar. A veces el destino funciona así: Mark Webber hacía fanzines cuando conoció a Pulp en 1986, fue presidente del club de fans, luego tour manager de la banda. Terminó como guitarrista de este álbum, considerado el más exitoso de la banda.
Cocker es hipnótico, bailarín, un frontman sin igual
Nadie se quería perder este encore, tal es así que mientras sonaba ‘Sorted for E's & Wizz’ un joven estaba en videollamada de Whatsapp con su amigo que no pudo asistir: su sonrisa traspasaba la pantalla. Canciones melosas no faltaron, como ‘Do You Remember the First Time?’, ‘Pink Glove’ o ‘Something Changed’, dedicada a Steve Mackey, su emblemático bajista que falleció en marzo.
“Ponganse perfume que viene Pulp”, nos había advertido Fonso, encargado de abrir el show, sobre el galán líder de la banda de Sheffield. Cocker es hipnótico, bailarín, un frontman sin igual. El recurso del spoken word, donde parece que nos susurra al oído, hace todo más íntimo. Da la impresión que estamos a solas, en una cita con él. Agradece el ramo de flores que le regalaron. Nos consiente: nos da uvas en la boca. ‘This is Hardcore’ es la canción que nos dedica. Mientras canta se acuesta, se revuelca, juguetea con el micrófono. Sube la temperatura del Movistar Arena y pasa otras canciones del estilo como ‘Underwear’ o ‘Babies’, de His ‘n’ Hers (1994), donde las pantallas muestran al joven Jarvis contando como se escabulló en el armario para terminar siendo voyeurista.
Como era de esperarse, el clímax de la noche fue el himno de la clase trabajadora ‘Common People’, en el cierre del primer encore. Un vocoder, el teclado de la reina absoluta Candida Doyle y la batería de Nick Banks elevaron a los presentes a un estado de euforia total. Abrazos, rondas de pogo, salpicaduras de agua (por supuesto, cerveza también), y la alegría total inundó la arena. Jarvis pasea por todo el escenario, se sube a los amplis, salta: nada que envidiarle a su versión treintañera que interpretó la canción por primera vez.
El público argentino, como siempre, dio la nota, tanto en la desgarradora ‘Like a Friend’ como en la nueva canción ‘Background Noise’ (opener del segundo encore). Al clásico ‘Olé Olé’ se les sumó el ‘Dale, dale, dale dale Pulp’. “No entiendo qué cantan, igual suena bien. Fueron una audiencia fantástica, así que también los aplaudimos a ustedes”. Pero las acciones valen más que las palabras. Y hubo recompensa. Una más. El setlist superó los 20 temas tuvo varias sorpresas: los debuts en el tour de ‘Joyriders’, ‘Bad Cover Version’. ‘Mis-shapes’, que fue el tercer y último encore, dio cierre a la velada nostálgica que unió a treintañeros, adolescentes y algún que otro niño. El sentimiento que generan las canciones de Pulp se define en la cita que hizo Cocker a Rayuela (1963), de Julio Cortázar, entre canciones: “¡Música! Melancólico alimento para los que vivimos de amor”.