PAVEMENT: SEGUIR SIENDO JÓVENES 35 AÑOS DESPUÉS

Una de las bandas más influyentes del indie llegó a Buenos Aires

Fotos: cacta.ph

Existe una vieja frase en el folclore futbolero: pasan los años, los dirigentes, pasan los jugadores. Fácilmente podemos trasladarla al mundo de la música, con grupos que quedan relegados o cesan de existir pasados un par de años de su génesis. Hay excepciones, quienes siguen remando, o esos pocos que se mantienen vigentes en la cima, pero precisamente son excepciones. En una escena como lo es el indie, sería lógico asumir que siempre estarán al frente los jóvenes. ¿Un flaco de casi 60 años va a comprender lo que significa ser un adolescente o joven adulto en los tiempos de TikTok y Snapchat? El regreso de Pavement demuestra que el sentimiento traspasa el número de tu documento.

En el último año de milenio pasado, la banda puso punto final a su existencia; o eso creían. En 2010 se reunirían para una breve gira, con una escala en La Trastienda,  pero 12 años más tarde se convertiría en algo permanente. ¿Pero no van a quedar medio ridículos? Es decir, se trata de canciones bastante lo-fi llenas de ironía y con chistes de baja autoestima. La verdad que no, se sienten incluso más reales.

Quiero expresar la siguiente oración en primera persona, porque es una apreciación 100% subjetiva: si hay algo que no disfruto es la predecibilidad en los setlist. Aquellas bandas que repiten las mismas canciones en el mismo orden durante toda una gira. Atentan contra la sensación de que este es un show realmente distinto al resto, y que tal vez en las horas antes deciden sumar o sacar un tema. Afortunadamente, Pavement representa lo opuesto a ese profesionalismo extremo, pero con una ejecución excelente. Varían siempre el comienzo y el final, una noche abordan casi en su totalidad Wowee Zowee (1995) y a la siguiente tan solo dos canciones del mismo. 

El talento inagotable de Stephen Malkmus lidera el camino. Su voz tan atrapante y empática se llena con excelsa poesía y mucha creatividad en la guitarra. No se le puede reprochar nada, pero sí tal vez al sonido general del conjunto. Charlando con uno de los integrantes de Ein Sof a la salida, Matias Zaborchik, expresó algo que quedó resonando: “Entiendo que mucha de la onda de la banda es el lo-fi, medio tocar mal. A veces va re bien, pero en otras parece cuando te cuentan un chiste y no te causa risa”. La segunda mitad del set tuvo canciones con esa sensación, donde ellos se divierten pero muchos quedan afuera de las carcajadas. De todos modos, tener la oportunidad de ver a una de las bandas más influyentes de la escena alternativa en los ‘90 es un lujo, hagan lo que hagan. 

Uno de los detalles más enternecedores fue la cantidad de cabellos blancos en el público. Gente que los escuchó de manera contemporánea y que tres décadas más tarde los está viendo. Un padre tomándose una foto con su hijo adolescente mientras sonaba ‘Shady Lane’, ambos con sonrisas de oreja a oreja, otra frase futbolera: una pasión que se traspasa de generación en generación.

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