El Luna Park, Palacio de los Deportes, no solo es la casa de muchos deportistas y celebridades en Argentina, sino también es como el primer hogar para quienes son responsables de revivir el pop y darle una nueva identidad, más fresca y moderna. El cuadrilátero que se erige entre Madero, Lavalle, Bouchard y Corrientes fue testigo de otra exhibición magistral de Miranda! Intactos, rejuvenecidos, elegantes y provocadores como siempre, demostraron el pasado viernes que son portadores de un don que cura todo mal y que en sus letras se encuentran escritas las historias de vida de todos sus oyentes.
Minutos después de que el sol se había puesto en su totalidad, Bandalos Chinos salió al escenario para deleitar a los presentes. Para seguir promocionando su más reciente Bach (2018), los oriundos de Beccar (norte del GBA) aprovecharon la gran oportunidad de tocar ante un número de espectadores inusual para sus recitales, generalmente constituidos por una franja etárea adolescente.
A las 21:13, con el estadio prácticamente repleto y a oscuras, se proyectaron en la inmensa pantalla algunos segmentos de un acústico del año 2003, realizado por Ale Sergi y Juliana Gattas, las dos caras más importantes de Miranda! Fueron cinco minutos que solo sirvieron para aumentar la ansiedad y el griterío ensordecedor: cuando se abrió el telón, la olla se destapó con ‘Bailarina’. Afuera del Luna Park, la temperatura era de 32 grados de sensación térmica, y adentro el termómetro estalló en mil pedazos. A fuego rápido, la formación que en vivo se completa con Gabriel Lucena (guitarra y sintetizadores), Ludovica Morell (batería) y Anuk Sforza (guitarra) encendió a los 6 mil comensales que estaban preparados y dispuestos a digerir un banquete memorable.
La temática principal del evento se centró en los dos primeros discos, los más reconocidos a nivel musical: Es mentira (2002) y Sin restricciones (2004) coincidieron con un recambio generacional clave en la música doméstica, en la cual no abundaban los referentes pop. Con los genes de Soda Stereo y Adicta revolucionaron las radios y la TV, saturada en ese entonces por el rock y las bandas rolingas. Aún con una clara enemistad entre ambas corrientes (algo que a partir de la actual década se diluyó a cero), emprendieron un camino que rápidamente vio las luces brillantes, sobre todo con el lanzamiento de ‘Don’, una canción que les abrió las puertas del continente. Transgresores en sus letras, auténticos y eléctricos en sus shows, Ale y Juliana le cantan al amor, al desamor, a lo prohibido y a lo permitido. En síntesis: a todo lo pueda suceder.
‘Romix’ y ‘El Profe’ formaron dos de los momentos más calientes del recital, y expusieron al máximo la imaginación sexual. Con una calidad de sonido y una puesta en escena monumental, ‘Casualidad’ y ‘Navidad’ mostraron la faceta más melancólica y a la vez reflexiva de la banda, dejando lugar para ‘Lejos de vos’, el track estrenado en mayo. Miranda! no para, ya que además viene de editar su séptimo LP de estudio, Fuerte (2017). Durante ‘Otra vez’, Ale mostró un trapo lanzado desde el gentío, y él mismo pidió que al sonar ‘Yo te diré’ las luces del Luna Park permanezcan constantemente encendidas, lo que hizo notar con claridad el salto constante del público.
La catarata de hits fue la síntesis ideal para explicar la esencia de Miranda!: a lo largo de sus diecisiete años de existencia (y van a ser muchísimos más), la dupla ganadora Sergi-Gattas se las ha ingeniado para crear canciones inolvidables en cada una de sus placas, algo que no muchos colegas han podido replicar. Si a eso le sumamos que hacen del vivo una de las claves del éxito, no es casualidad que hayan llegado hasta el lugar de privilegio que ocupan.
Durante la tanda de bises, pusieron toda la carne en el asador: con un cotillón para el recuerdo, ‘Mentía’ y ‘Perfecta’ dieron lugar a los láseres impactantes en ‘Prisionero’, la frutilla del postre. No estaba tocando Roger Waters, ni era la Creamfields. ‘Ya lo sabía’: es Miranda!, mi amor.