Interesantes exponentes femeninas dejaron su impronta el domingo pasado en el Festival La Nueva Generación.
Sara Hebe se subió al escenario amarillo y rugió con furia frente a un público que la ovacionó desde el minuto cero. El viento soplaba fuerte (tanto que el cartel verde que separaba los escenarios azul y amarillo debió ser descolgado para evitar un accidente), pero ella redobló la apuesta con sus rimas imparables. Le cantó al aborto legal, seguro y gratuito, alzando en el aire el pañuelo que toda su gente tenía guardado para la desplegar con ella en la ocasión.
Marilina Bertoldi ocupó el escenario una vez que la banda ya estaba completa; hubo un cambio de energía que se sintió hasta el fondo del Hipódromo de Córdoba. Antes siquiera de cantar, se bajó de la tarima y se acercó a saludar a su gente en un acto de calidez que fue recibido con gritos del público: “¡Te amo, quiero ser como vos!”.
Sacándose la campera de jean y dejando una camiseta de Boca al descubierto, dio inicio a su show respetando el orden del disco que presentó en octubre en Niceto Club, Prender un Fuego (2018). “Estaba enojada y ahora estoy preparada”, dijo mirando desafiante a la audiencia, y disfrutó de la solidez de una banda rockera que cristalizó a la perfección el «Punto Marilina» entre rock y groove. Se colgó la guitarra para el solo al final de ‘La Casa de A’, pero como nunca sonó, debió devolverla frustrada. Después de los dos primeros compases de ‘China’, pidió que se volviera a arrancar porque los problemas técnicos ya eran demasiados. “Pongan un sonido decente, un poquito más de respeto con los artistas, la puta madre”, dijo la artista, poniendo en palabras la frustración que acompañó a casi todas las agrupaciones que pasaron por ese escenario.
“Estamos teniendo muchas complicaciones, pero estamos haciendo esto con mucho amor, para ustedes”, se sinceró y la respuesta cálida la empujó para seguir. Lanzó un “Nueva Generación… algo de lo nuevo es tratarnos a todos como iguales” —aludiendo a la diferencia de calidad de los escenarios— antes de empezar ‘Tito, Volvé’, dejando en claro que no tiene pelos en la lengua. Con su Telecaster colgada encaró algunas canciones de su anterior disco, Sexo con Modelos (2016) para poner la cereza de la actitud arriba de un show bien rockero.
Tras la heroína de la guitarra, una de las joyas y gran promesa del lineup de esta edición fue la argentina devenida en española Nathy Peluso.
Con una audiencia que le gritó desde el primer momento “Nathy aparecé, la gente se desmaya por vos”, la artista salió a escena en el horario más picante del festival. Acompañada por banda durante esta gira latinoamericana (en contraposición a sus apariciones acompañada solo por un DJ), los Big Menu, brindó un show que recorrió raíces latinas, jazzeras y neo souleras, y se fundió en el trap sin desestimar ni por un segundo su impronta personal. Si hay algo que dejó en claro, es que Peluso es 100% actitud y que la mejor victoria de todas es la autenticidad.
"Hola, mi Córdoba querida, qué placer es estar haciendo mi música para ustedes", saludó. Con mucha actitud hizo bailar y cantar al festival moviendo a la muchedumbre como una perfecta headliner. “Alabame, wacho, alabame” y así, las manos en el aire cantaron sus palabras, celebraron los cortes de la banda que jugueteaba con tiempos tirados para atrás y pasaba del soul al trap en cuestión de un compás. Uno de los picos más altos del show fue ‘La Sandunguera’, que fue coreado con pleno goce. Su propuesta fusiona a la perfección varios elementos con una energía característica que desborda. Bailó, y cantó, se movió de una manera que ya le es tan propia, dio algo que es tan particular, que cualquiera que la haya visto en vivo puede decir que Nathy Peluso está haciendo historia.