Durante los últimos cinco años Halsey ha demostrado ser una de las grandes promesas del pop: éxitos como ‘Closer’ (junto a The Chainsmokers), ‘Without Me’ y ‘New Americana’ la colocaron en la cima de la escena mainstream. A partir de ese momento no dejó de crecer: nominaciones a los Grammys, colaboraciones con artistas de la talla de BTS y una estética inconfundible provocaron que incluso los detractores de un género tan bastardeado como el pop le prestaran atención. If I Can't Have Love, I Want Power, su último disco, promete no solo ser el epítome de su carrera, sino también derribar algunos de los principales mitos que rodean este estilo de música. ¿El principal? Aquel que afirma que la música pop es hueca y sin sentido.
Para entender la complejidad de este álbum es necesario tener un mínimo conocimiento de la vida personal de Ashley Nicolette Frangipane, el ser humano detrás de Halsey como personalidad pública. Sus enormes deseos de ser madre, sus posicionamientos políticos, su militancia feminista y el tratamiento que la prensa ha tenido con ella son indivisibles de la concepción de este álbum. La maternidad ha cambiado notablemente su percepción de las cosas, aunque muchos de los temas aquí abordados ya habían sido definidos antes de que supiera que se convertiría en madre: “Por extraño que parezca siempre supe que este disco abordaría el tema de la maternidad, la mortalidad, el amor eterno y nuestra permanencia en el mundo. Estas cuestiones fueron amplificadas por mi embarazo, situación que introdujo nuevos temas (especialmente relacionados al control, el horror corporal y la autonomía)”.
Sexualidad, opresión a la mujer, relaciones abusivas, sufrimiento y religión son algunos de los muchos temas abordados en este disco. A nivel sonoro es evidente la influencia de Trent Reznor, su productor. Las atmósferas que se crean a través de los sonidos y la estética victoriana (bastante exagerada y satírica) que acompaña los videos provocan que canciones que de otra manera pasarían completamente desapercibidas llamen la atención de los oyentes. ‘The Tradition’ es la encargada de introducirnos a este universo, y quizás la más perturbadora: un piano de fondo acompaña la voz de Halsey, quien narra la historia de una joven mujer siendo vendida. El final del primer verso es contundente: “Y el comprador siempre la trae de vuelta, porque todo lo que hace es llorar”.
Halsey logró crear una experiencia inmersiva, pero no extremadamente agobiante
Las referencias religiosas también están muy presentes. En ‘Bells From Santa Fe’ canta: “Jesús necesitó un fin de semana de tres días para resolver todas sus mierdas”. En ‘Lilith’ retoma la historia de la reconocida figura proveniente de los relatos judeocristianos, considerada como la primera mujer de Adán (y la única en rechazarlo). Fue iconográficamente representada en numerosas ocasiones, y su imagen está generalmente asociada a la libertad femenina y al tan criticado topico de «femme fatale».
El orden de las canciones refleja la clara intención por parte de Halsey de crear una experiencia inmersiva, pero no extremadamente agobiante. Canciones como ‘Easier than Lying’, ‘You Asked for It’ y ‘The Lighthouse’ tienen influencias bastante rockeras (que recuerdan mucho a Yungblud, si bien es un estilo que la artista ya dominaba). ‘Honey’ es una canción muy divertida, y en temas como ‘Girl is a Gun’ y ‘I am Not a Woman, I am a God’ la artista revela su costado más popero (el más fácil de digerir, pero no necesariamente el mejor).
La maternidad es el centro del disco. La tapa nos lo anuncia de forma extremadamente clara: vemos a Halsey sentada en un trono, con un seno al descubierto y un niño en brazos. ‘Darling’ es una bellísima canción dedicada a su hijo, quien nació en julio de este año: “Muchos tontos lo han intentado, pero solo tú me demostraste lo hermoso que es estar viva”. El título de ‘1121’ hace referencia al 21 de noviembre, día en el que descubrió que estaba embarazada: ‘No moriría por amor. Pero desde que te conocí podrías tener mi corazón. Y lo rompería por ti’.
El álbum estará acompañado de una película de una hora de duración, protagonizada por Halsey y estrenada en algunos cines selectos alrededor del mundo. La estética victoriana, los vestuarios, la narrativa detrás de los videos y las líricas oscuras nos muestran a una artista mucho más plantada en sus propuestas, con ánimo de arriesgar y correrse del típico lugar de artista pop mainstream. Si bien no creo que este disco logré el éxito masivo que tuvieron sus trabajos anteriores, es evidente que perdurará en la memoria visual y sonora de todos aquellos que lo escuchen. Con este material Halsey se une a quienes abogan por realizar música pop profunda e impactante, sin necesidad de caer en la vacuidad de los lugares comunes.