Hay algo satisfactorio en cómo caen las piezas del tetris. La manera en que podemos ordenar una variedad de fragmentos, convirtiendo lo heterogéneo en una línea homogénea. La versión «humana», tal y como el videojuego, es oriunda de Moscú, pero sus partes tienen que cargar con un peso que no les pertenece. Algo que no debería llevar en sus espaldas la enorme mayoría del pueblo ruso, más aún en el mundo de las artes. A pesar de todo, Human Tetris ambientó una de las noches más frías que ha tenido Buenos Aires en noviembre. Bailamos bajo la lluvia en Uniclub.
Europa del este ha sido referente del post punk en las últimas décadas, y con inmensa popularidad en latinoamérica. Molchat Doma, Motorama, Nürnberg y Dolphin son tan solo algunos ejemplos; y es curioso ver como un público tan pasional y acalorado se ve reflejado en música fría e inmersiva. Lamentablemente, muchos de los proyectos oriundos de Rusia han padecido las consecuencias del conflicto bélico entre su país y Ucrania. Muchos artistas fueron apartados de festivales y otros no han logrado salir de gira desde entonces, pero eso no es lo primordial para el líder Arvid Kriger, quien lamentó las muertes y pidió el fin a estas atrocidades. Con dolor en su voz, le costaba poner en palabras su angustia.
Más allá de ese momento, el resto se vivió como una fiesta. Sonrisas cómplices entre los músicos a los gritos alocados que caracterizan al público argentino. Canciones como ‘Melancholy’ y ‘Long Flight’ se vivieron con pasión, gritando las melodías e incluso con algunos pogos, especialmente en ‘Things I Don’t Need'. Pero muchos se estarán preguntando, ¿cómo suena esta banda?
Caracterizados por un sonido atemporal, saben mezclar aquellos sintetizadores inconfundibles de finales de los ‘80 con un abordaje melódico muy distintivo. Las influencias de The Cure y Joy Division son evidentes, pero en este momento se los ve atravesando una nueva etapa en su búsqueda musical. Las guitarras han incorporado algunos dejos de jangle pop a lo Johnny Marr (The Smiths) o The Church, lo cual tuvo un efecto renovador en su repertorio. Con orgullo por esta nueva etapa, arrancaron con ‘Horizon’, parte del nuevo LP Two Rooms (2023).
Recorrieron de manera minuciosa sus dos últimos álbumes, el ya mencionado estreno y el aclamado Memorabilia (2018). Canción a canción, el clima se tornaba más encantador, como un hechizo que lograba pasar todo lo demás a un segundo plano. De a momentos, el público pedía canciones de los comienzos de la banda, a lo que ellos respondieron cordialmente “Esa es una canción vieja. Solamente tocamos canciones nuevas”. Esto no solo tiene implicancias artísticas, por parte de una banda que ha crecido desde su debut en el 2012, sino que también el hecho de que ahora son un trío y no un cuarteto.
La fiesta fue total. Una noche mágica donde incluso se vio una faceta muy distinta del post punk cuando abrió Paranoia, una de las bandas más energéticas y salvajes que tiene la escena nacional contemporánea. Con nuevos tracks y el material de su excelente EP La Muerte De Los Ravers (2023), la banda logró ganarse a un público que se notaba que antes de salir al escenario no los conocía. Éramos pocos los que gritamos a la par del ‘Vaivén’, pero al momento del cierre todos pedían por más.