El anochecer de un día agitado tuvo su réplica durante la velada. Apenas un fino hilo de viento llegaba desde el río a las costas del Mandarine Park. Sin embargo, el calor es apenas una sensación térmica para un público aclimatado y con sus mecanismos de defensa activos: el agua en una mano, el abanico en la otra y muchas frapperas con hielo diseminadas en el suelo.
Tras un warm up a cargo de Mariano Mellino, abanderado del progressive nacional, era el turno de Eric Prydz, primera vez en la Argentina. Cuatro horas de intenso techno y electro house esperaban a los concurrentes. Casi el doble tiempo de su presentación normal en festivales. Tal vez para compensar los casi 15 años que tardó en venir a un país vanguardia en la electrónica; tal vez porque no trajo consigo todo su despliegue visual acostumbrado en su presentación de Pryda (2012).
La longitud del set presentó algunas dudas sobre su desarrollo progresivo en extremo, temiendo un comienzo insulso. Sin embargo, lejos de las expectativas pesimistas, desde el primer eco de los parlantes hasta el último grito del fanático de turno todo se dio a pura intensidad.
Los minutos transcurrían entre bajos filtrados, beats primigenios y sudor, siguiendo una periodicidad de ritmos altibajos. Súbitamente: silencio. “Drop the laser beans”, fue la clave vocal para una marea de luces verdes perdidas en las nubes que encapotaban el río. Un antes y un después donde reversionó sus canciones más esperadas como ‘Pjanoo’ y ‘Consciousness’.
Algunos decían que Eric Prydz se escuchó hasta en Plaza Italia, otros encontrados en la noche y perdidos en un after lo seguirán escuchando mientras escribía estas palabras, los más habrán dado un fin al momento, mas no a la sensación de haber presenciado 15 años de espera condensado en cuatro inagotables horas.
Crónica: Dante Malaspina