Leandro Aquistapacie es un cantautor uruguayo, vive entre Montevideo y su amado balneario Las Toscas. Nos presenta su segundo álbum Capítulo 2 (2021) con un talento de mainstream de antaño con sensibilidad indie. La obra fue concebida de manera integral y fiel a la versión del artista, auténtico.
Haciendo referencia al primer disco, cuando mencionás “pero ¿qué puede venir después de algo tan bueno?” ¿Cómo fue la transición entre uno y otro?
Leandro Aquistapacie: Para mí fue muy loco, yo toco música desde que soy relativamente chico y en un momento me di cuenta que tenía la capacidad de pensar que yo puedo hacer mis propias canciones, tomé dimensión y no había nada que lo obstaculizara entonces, cuando descubrí eso fue como quien abre un dique y lo dinamita. Comencé a componer en cantidad y a gestar es bebé (2018) . Fue una sensación loca, era como estar entrando en un mundo nuevo que me hacía sentir muy bien y claro, una vez que terminó fue: ¿qué hago ahora?
Siempre pongo el ejemplo de cuando compras un libro, que lo buscas, lo ansias, lo esperas, vas a la librería, lees el primer capítulo con un ímpetu tremendo y cuando tenés que pasar al segundo capítulo se pierde un poco ese entusiasmo inicial. Sin embargo, ya lo tenés ahí, por algo lo compraste y tenés que lidiar con el asunto. Es un desafío, de eso se trata, ya fue el primero, ahora el segundo y después vendrán los demás. Hay que lidiar con perder el entusiasmo porque es natural y esperable, y eso no debería ser una traba para llegar a algo bello. Capítulo 2 tiene una luz mucho más otoñal que el primero que es más veraniego.
“El proceso de Capítulo 2 no está desprovisto de dolor pero tampoco de belleza”
¿Cuál fue este nuevo escenario personal en Capítulo 2?
LA: Corresponde a un capítulo dos en mi vida, me pasaron varias cosas, entre ellas, me gradué, comencé a buscar laburo, falleció mi viejo, me quedé viviendo solo en Montevideo, mi madre se fue a vivir a Las Toscas con mis gatos y mis perros y a eso sumale la pandemia.
Fue realmente un capítulo 2, bastante otoñal y creo que también se impregna levemente a nivel sonoro y conceptual. El otoño tiene eso de dejar caer, estás pendiente amagando que se caiga. Este proceso no va a estar desprovisto de dolor pero tampoco de belleza y eso es de lo que se trata este nuevo álbum, tiene una luz mucho más otoñal.
En el disco aparecen conceptos como: “no pasa nada” “mucho de lo mismo” “cansancio” “aburrido” ¿a qué te referís?
LA: Es como estar consciente de ese adormecimiento que a lo mejor están pasando las cosas pero no vibro con la garra inicial, y al hacerlo consciente siento que es un primer paso para decir, quiero ese intercambio, ser permeable, ver que me propone esto que me está sucediendo, no puede que no sea nada y tiene que ser algo. Quizás al hacerlo consciente, lo enuncio para combatirlo.
“Mi materia son las canciones y deposito en ese hacer, un optimismo en la humanidad”
¿Por qué elegiste ‘Río 17’ como primer sencillo?
LA: Es rara como para primer sencillo, siempre se planteó como un desafío, por ejemplo es un tema que no tiene bajo y que la batería entra como a la mitad. Fue por intuición pura que era la ideal, tiene una melodía muy valiosa y el mensaje es concreto y potente, ese respeto por una cosa natural. No es el típico sencillo, yo siempre me lo imaginé como último track y creo que se terminó corroborando por un tema de público y de escucha, mucha gente dice que de todas es la que más le gusta.
Viste que dice: “17 ríos quise ver y atravesar” y de hecho es uno solo, un poco me colgaba como de esa cosa “orientalidad de la multiplicidad en la unidad”. Yo cuando era chico me copó el libro Siddharta de Herman Hesse del cual quedé fascinado con su cosmovisión, como eso que en una piedra reside todo y en esta canción, como que en un río hay 17 ríos y en realidad es uno solo, pero es por lo largo que se me hace.
En la guía que planteas para escuchar tus canciones me resonó esta frase: “se curó para siempre con las cápsulas”
LA: Esa frase la tomé de un músico de Tacuarembó, Darnauchans, para mi era un genio en el sentido que aspiró mucha referencia del folk rock yankee de los ‘70 y lo tradujo a un folk uruguayo. Y ese tema técnicamente habla de los psicofármacos pero él le da un segundo significado más oscuro. En cambio yo, en la guía considero a las cápsulas como una canción, porque quieras o no es un producto que lo podes poner entre paréntesis y funciona solo como una composición y concepto.
Para mi la canción es lo más cercano a una experiencia divina como creación, realmente de cero, como un acto bíblico de crear al humano así en base de barro. Yo siento que estoy creando algo, lo que yo manejo, mi materia son las canciones y deposito en ese hacer un optimismo en la humanidad.
Me encanta como esa reescritura que tenía por el artista uruguayo, cómo yo traté de darle otra vuelta.
En este nuevo proyecto predominan múltiples capas de sonidos que podemos ir desmantelando, ¿cómo fue este proceso?
LA: Fue un proceso bastante pausado y pensado. Grabé el disco dos veces, una primera vez con bastantes desarreglos y con unos preceptos de que cada tema no podía pasar los ocho instrumentos. Ya la segunda vez, decidí grabarlo de cero. Hubo una depuración, lo que no me funcionó al principio lo modifiqué. Fue como un proceso de escaneo con lo que ya estaba armado y con lo que faltaba emprolijar, como quien pasa limpio un apunte.