Fotos: Camila Grandi
Mientras el Movistar Arena se iba llenando para ver el Autopoiética Tour de Mon Laferte, Feli Colina fue la encargada de abrir el juego con un show acústico que dejó su voz de tonada salteña sin escudos. Interpretó canciones de sus primeros trabajos como 'Susurrito' y de los últimos como 'Aguatera'. Para el broche de oro, nos regaló su versión de 'Paloma Negra' de Chavela Vargas, que le valió la ovación del recinto, seguramente sumó algunos adeptos más a su show del próximo sábado en el Teatro Coliseo.
'Tenochtitlán' fue la carta de presentación de Mon, es la canción que abre su último trabajo Autopoiética (2023), con una letra directa, un statement: “¿Cuánto le costó?, ¿Quién se la cogió? Si es una puta sudaca tercermundista. Nadie le parió ¿De dónde apareció? La mina se cree artista”. El tema finaliza con la oración del Ave María, una de las tantas referencias en su último disco a la religión desde una mirada crítica, presente tanto en sus líricas como en los videoclips. El show estaba anunciado para las nueve de la noche, pero salió a escena casi una hora después, lo que no generó mucho disgusto en su público, pero de todas maneras explicó los motivos: “Tengo que pedir una disculpa, me retrase un poco para subir al escenario y es que mi hijo que está hoy aquí, quería dormir con su mamá al lado y yo con este peinado tratando de consolarlo, perdónenme”. Desde que fue madre, en varias oportunidades expresó lo difícil de equilibrar su vida profesional con la crianza.
Su obra oscila entre una vivencia del amor que le sacude los huesos y su vital empoderamiento
La alusión a su peinado no es menor, ya que su largo pelo estaba recogido en un alto tocado con moños blancos a su alrededor, que junto con el vestuario fueron elementos claves en su presentación. Su outfit estuvo compuesto de unas botas bucaneras acordonadas de color blanco, un corset con bordados dorados y un collar de brillantes. Este universo conceptual que tiene reminiscencias a la moda y arte de siglos pasados también formó parte de las visuales que iban cambiando entre canciones, transportándonos por completo. Las imágenes fueron proyectadas en un combo de dos pantallas horizontales —no apta para stories de Instagram—, una que funcionaba como marco y otra en el interior. Desde adentro, se asomaba una escultura abatida que dejaba caer sus brazos hacia adelante apoyando su cabeza en el borde de la estructura, que permaneció inmóvil durante toda su presentación. El diseño es obra del escenógrafo argentino Nicolás Boni.
El primer bloque del concierto fue bailable, una de las canciones que combina una lírica ácida con su sonido urbano es 'NO+SAD', inspirada en los sentimientos que atravesó desde que decidió continuar su carrera de manera independiente en su último álbum, dejando la gran compañía a la que pertenecía: “Me dijo adiós mainstream don Universal”. El escenario se convirtió en una pasarela en 'Autopoiética', los fans mejores lookeados elegidos por la producción de la artista, subieron a desfilar y a bailar mostrando sus prendas.
'Tormento' y 'Aunque Te Mueras por Volver' fueron las primeras dosis del desamor desgarrador que caracterizan sus escritos, volviendo a subir la apuesta con 'Pornocracia' y '40 y MM', que hace alusión a sus cuatro décadas de vida. Su obra oscila entre una vivencia del amor que le sacude los huesos, que la hace cantar al borde la lágrima y su empoderamiento y constante transformación. Lo que da cuenta de que es la dueña de su destino sin importar cuantos años tenga o si la banca o no una discográfica, no acepta ataduras. Otro de los condimentos distintivos de su performance fue que estuvo en todo momento acompañada por un grupo de cuatro bailarines, con vestuarios originales como camisones blancos, trajes ajustados de color rosa y corsets. Le daban un aire teatral a cada interpretación mostrando que la puesta en escena ocupa para ella un lugar central.
En un bloque más íntimo y acústico, sentada en compañía de su guitarra, nos regaló temas de lo más sensibles como 'Se Me Va a Quemar el Corazón', 'Funeral' y 'El Cristal' dedicada a su abuela. La solemnidad se vio interrumpida por los mosquitos que llegaron al escenario y le picaron casualmente en la mano con la que arpegiaba en la guitarra, ni las grandes estrellas se salvan de la epidemia de nuestro país. Para cerrar este set, luego de que un fan le preste repelente, nos comunicó que tenía preparada una sorpresa. Se trató de su versión de 'Los Mareados' —tango popularizado por Mercedes Sosa— acompañada por el bandoneón: “El primer cassette que tuve a los siete años fue el de Mercedes Sosa en vivo, me sabía hasta lo que hablaba. Había una canción en particular que era mi favorita y lo sigue siendo. Me recuerdo a mi misma a esa edad, parada arriba de la mesa cantándola, y siempre había sido un sueño para mí hacerlo en vivo, me daba mucho miedo pero ya que estoy en Buenos Aires, pues será”.
Promediando el final, luego de un intervalo, el clima cambio por completo cuando saco a relucir su guitarra electrica de color azul. Las letras en inglés y el sonido más metálico, oscuro y synthero de 'Crying Diamond' —canción inspirada en el abuso que sufrió en su infancia— y 'Mew Shiny', dan cuenta de la versatilidad de Mon a la hora de componer. Su éxito 'Tu Falta de Querer' fue cantada por el recinto completo mientras se despedía de su público, agradeciéndoles por comprar entradas a pesar del contexto. Para el encore volvió a escena con 'Casta Diva'. Vistiendo un tapado voluminoso y junto a sus infaltables bailarines, interpretó esta oda angelical, una oración, un susurro de notas björkianas que le dio el cierre perfecto a su templo, tras un extenso setlist de 35 canciones.