Fotos por Mathias Magritte / @mathmagritte
Son casi las 21:30 del sábado 5 de abril cuando Estevan y Alejandro Gutiérrez salen al escenario. El C Art Media está casi lleno, pero el público presente para este show proyecta una energía más calma que la que tal vez este cronista espera de un grupo tan numeroso de personas. Y tiene sentido, porque la banda que van a ver es nada más ni nada menos que Hermanos Gutiérrez.
Con su sonido latino instrumental etéreo, este dúo de hermanos ecuatoriano-suizos fue ganando un creciente número de seguidores desde sus inicios. Sin embargo, ese crecimiento en popularidad alcanzaría nuevos horizontes cuando Dan Aurbach de The Black Keys, en una suerte de apadrinamiento, produjera sus dos últimos discos. Primero El bueno y el malo (2022), una clara referencia al clásico western ‘El bueno, el malo y el feo’, cuya banda sonora fue compuesta por Ennio Morricone, una clara influencia en el sonido de la banda. Más tarde, Dan también produjo el trabajo más reciente de la banda: Sonido Cósmico (2024).
Con una puesta en escena desprovista de visuales o escenografía, se sientan en sus banquetas y tocan sus canciones con una destreza repleta de sutilidad. Dos guitarras eléctricas, algunos pedales con efectos clásicos, un slide y un bongó son el arsenal que estos dos forasteros blanden frente a su público. Esa es la fórmula básica para generar una atmósfera desértica que se vuelve reconfortantemente monótona. Si la música puede resultar un viaje, éste uno lo hace a caballo, a paso lento pero firme, parando bajo el reparo de la sombra de los pocos árboles que se encuentran en el camino.
Entre las canciones que suenan, se pueden contar ‘Rain God’, ‘Cumbia Lunar’, ‘Dessert Medley’ y ‘Sonido Cósmico’. Entre tema y tema, Estevan nos cuenta que tiene un vínculo muy especial con la Argentina, porque lo primero que aprendió a tocar en su guitarra fue una milonga. También la tribunea un poco y nos dice que es hincha de Boca, que le gusta mucho el fútbol y que estuvo muy buena la paliza que le dio nuestra selección a Brasil. A pesar de esto, el público reacciona con calma, muy en sintonía con su música. Si esto fuera la cancha, este público sería plateísta.
El show continúa siempre en un tono medioso, y por momentos ese rango sonoro satura un poco los parlantes del Art Media generando alguna vibración accidental en la estructura del inmenso galpón. La gente elige ignorarlo y se mueve hipnotizada. La atmósfera músical los invita a la calma, y a pesar de que los músicos repiten que sienten la energía de la audiencia y que es muy especial para ellos, la respuesta de la gente dista de la que acostumbramos a ver cuando una banda del exterior nos visita. Acá no hay cánticos, no hay ollas, ni tampoco pogos. Solamente al terminar el show, los aplausos son acompañados por un uniforme “Rodriiiiiguez! Rodriiiiiiguez!” que recibirá como recompensa un bis para cerrar la noche. Los Hermanos Rodriguez se alejan caminando al horizonte, satisfechos con su segunda visita exitosa a nuestro país.