ANDRÉS CALAMARO: UNA CATARATA DE HITS

El cantautor repasó su trayectoria en un multitudinario Quilmes Rock

Fotos por @acorazonada

La tarde agradable de sol ya había dado paso a las bajas temperaturas de la noche en el predio de Tecnópolis cuando Andrés Calamaro salió a escena con sus característicos lentes negros, rulos cada vez más cortos y esa mueca socarrona que no va a perder nunca.

El set comenzó con ‘Output Input’, canción que también abre el album El Salmón (2000), aquel que completa esa impecable trilogía junto a Alta Suciedad (1997) y Honestidad Brutal (1999). Este último acaba de cumplir 25 años y fue esta la excusa ideal para sacar a Calamaro una vez más a la ruta con su gira Agenda 1999. Sin embargo, la lista continuó lejos de su carrera solista, con ‘Sin Documentos’, el mega hit de Los Rodríguez, la banda que conformó en los ‘90 mientras vivía en España.

Durante toda la noche, el cantante alternó entre los teclados, la guitarra y recorrer el escenario micrófono en mano. La impronta de Honestidad Brutal se podía apreciar en toda la puesta, desde el vestuario hasta las visuales, con el rojo, el blanco y el negro como prioridad en la paleta.

El plan de cortar el guión con versiones de Los Rodríguez alcanzó el pico máximo con una fiel versión de ‘Mi Enfermedad’ que el público cantó como si estuviera en la cancha. El entusiasmo se mantuvo en alto con ‘Me Arde’, coronada por el solo incendiario de Brian Figueroa, el jóven guitarrista con alma de rock en el que Calamaro encontró un aliado ideal dentro de una banda que respeta la identidad clásica del líder pero con una impronta prolija que evidencia una admirable madurez musical. 

“¡Qué no se termine más!”, exclamó una muchacha a mi lado. Y cuánta razón que tenía. El show ya estaba entrando en la recta final y la despedida era inminente. ‘Crímenes Perfectos’ aportó el toque nostálgico a un set particularmente enérgico. Los teléfonos celulares comenzaron a alzarse en plan filmación inestable pero a nadie parecía importarle, solo bastaba con registrar semejante momento. Solamente una versión demoledora de ‘Alta Suciedad’ bastó para volver a poner los pies en la tierra. 

Con cada canción había ido aumentando la cantidad de personas subidas a los hombros de conocidos y ajenos buscando corear con los brazos extendidos y sus dedos índice apuntando al cielo aquellas frases que muchos de ellos tienen tatuadas en la piel. Y el hombre de la noche no defraudó: ‘Flaca’ y ‘Paloma’ fueron cantadas al unísono por una marea humana sedienta de clásicos que ovacionó a los músicos mientras abandonaban el escenario temporalmente.

Después de una breve pausa, Calamaro y su banda se pararon bajo las luces una vez más para interpretar ‘Estadio Azteca’. La canción escrita por el Cuino Scornik no podía faltar en una noche plagada de hits. El cierre de la velada le correspondió a “Los Chicos’, única canción correspondiente a La Lengua Popular (2007), pieza esencial en la discografía del implacable cantautor porteño.

Con el reloj en mano y la ajustada grilla que caracteriza a los festivales, apenas hubo tiempo para una versión acortada de ‘El Salmón’ con la participación estelar del público entonando todas y cada una de las líneas como lo hizo toda la noche. Una noche que bastó para demostrar que Andrés Calamaro se mantiene más vigente que nunca.

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