ANDRÉS CALAMARO: LA MÁQUINA DE ESCRIBIR CANCIONES

60 años de puro rock

Es imposible resumir la enorme trayectoria de Andrés Calamaro en unos pocos párrafos. Su personalidad tan atrayente y enigmática, su impresionante capacidad compositiva y su gran cantidad de hits lo han catapultado como una de las grandes figuras del rock en la Argentina. Más allá de las polémicas y los excesos que siempre lo han perseguido, este artista nos ha regalado una larga serie de himnos que musicalizaron no solo la juventud de nuestros padres, sino también el día a día de muchísimos de nosotros. 

El bandoneón, la guitarra eléctrica y el piano fueron los primeros acercamientos de un pequeño Andrés, hijo de una kinesiologa y un abogado, al mundo de la música. Autodefinido como un “alumno rebelde” afirmó que, a esa edad, lo impactó profundamente ver por primera vez un amplificador: “Escucharlo y verlo fue para mi un click. Encerrados en una habitación, pegandole a un tambor y con un amplificador de guitarra sentí el click rockero”. 

Muchas de las bandas que contaron con Calamaro entre sus miembros no llegaron a la masividad: Raíces, Dickinson Power Trío, Chorizo Colorado Blues Band, The Morgan y Stress. El boom llegó recién en 1981 de la mano de Los Abuelos de la Nada. Recordando su primer encuentro, Cachorro Lopez (bajista del grupo) afirmó que Andrés hablaba muchísimo: “Nos convenció de movida, pero nos pareció un tanto intenso y muy ególatra. Sin embargo, con Miguel Abuelo nos miramos y supimos que nos gustaba. Tiene esa vocación de frontman, de artista. Alguien tan jovencito hablando tan autoritariamente de él y de todos sus planes nos sorprendió mucho”. En ese momento Andrés tenía apenas 20 años. Dos canciones lo catapultaron como compositor durante ese periodo: ‘Sin Gamulán’, del disco Los Abuelos de la Nada (1982), y ‘Mil horas’, de Vasos y Besos (1983).

 

En 1984 lanza Hotel Calamaro, su primer disco en solitario, producido por Charly García. Sus primeros álbumes solistas no tuvieron mucha repercusión y su situación económica era crítica. En 1990 viaja a España a probar suerte (“con solo novecientos dólares y un pasaje”) y forma la agrupación que le permitiría volver a posicionarse en la escena mainstream a ambos lados del océano: Los Rodriguez. Con éxitos como ‘Sin Documentos’ ‘Algún Lugar Encontraré’ y ‘Dulce Condena’, Calamaro demuestra ser un rockero con todas las letras.

Alta Suciedad (1997) y Honestidad Brutal (1999) fueron quizás los dos primeros discos solistas de Calamaro que alcanzaron un éxito masivo. Pero sin lugar a dudas su propuesta más arriesgada fue El Salmón (2000), un álbum que cuenta con 103 canciones repartidas en cinco CDs. Poco antes de estrenarlo afirmó que su intención era “hacer un disco del cual se hable en cincuenta años”. No hay dudas de que lo consiguió. ¿Su secreto?: “Encerrarse en el estudio y tragarse la llave”.

“A veces es un poeta romántico, y a veces un delincuente”

Luego de cuatro años de silencio Calamaro volvió al ruedo más fuerte que nunca. Los siguientes 15 serán tan prolíficos como lo fue toda su carrera: estrenó nueve álbumes de estudio, seis grabados en vivo y cinco discos recopilatorios. Dos de ellos llamaron particularmente la atención: Cargar la Suerte (2018) y Dios los Cría (2021), el cual cuenta con la colaboración de grandes figuras, tales como Vicentico, Julieta Venegas, Sebastian Yatra y Mon Laferte.

 

Más allá de su inmensa discografía en su repertorio es posible encontrar numerosas colaboraciones que fueron incluidas en proyectos de otros artistas. C Tangana fue uno de los afortunados en contar con la participación de Calamaro en su canción ‘Hong Kong’, incluida en su álbum El Madrileño (2021). Al respecto, el cantante afirmó que Andrés “es probablemente el más excéntrico de los artistas que hay en el disco. Está al límite del surrealismo: a veces es un poeta romántico y a veces un delincuente”. 

Los bloqueos creativos no existen en la vida de Calamaro. Luego de más de 40 años de carrera el cantante no parece querer retirarse y, de forma casi obsesiva, nunca dejó de componer. Para quienes seguimos todos sus pasos esto solo significa una cosa: tenemos al «salmón» para rato. 

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