No todos los casos, pero podemos asumir que varios, conocieron 5 Seconds Of Summer cuando, allá por el 2013 acompañaron a la famosa banda One Direction como teloneros en su ‘Take Me Home’ tour. Otros tantos quizá los conocían de antes, y su puerta al mundo terminó de ser abierta por la famosa boyband británica.
Desde siempre, quizá lo que encantó (y encanta) de 5SOS es todo lo que no comparten con una boyband: tocan sus propios instrumentos, escriben sus canciones, no se visten todos iguales (se visten muy, muy diferente), no bailan con coreografías: son, simplemente, ellos.
Su primera vez en la Argentina fue en el año 2017, en el Luna Park, mismo lugar donde los encontramos seis años después, con muchos más discos bajo el brazo, un fisic du rol más maduro, pero la misma cercanía y calidez de siempre.
5SOS se caracteriza por ser una banda de chicos que, en el mejor sentido posible, se ven normales: podrían ser mis amigos, o los tuyos, compañeros de secundaria, amigos de una amiga. No tienen aires de grandeza, a veces son awkward como cualquiera de nostros, se visten como lo sienten y disfrutan como cualquier ser humano. Tienen los pies en la tierra, la pasan bien. Y eso hace que sus conciertos sean siempre un diez.
Su retorno a la Argentina no solamente vino acompañado de nuevos álbumes, sino también de profesionalismo. Su show del 19 de julio fue el inicio de un muy reclamado tour mundial, repitiendo el 20 de julio con entradas agotadas. El mismo arrancó con una pantalla con reglas de seguridad encarnadas en sus propias voces: no es un seguridad cualquiera, no es un locutor el que te dice que tengas cuidado con el otro. Son ellos, mirándote desde una pantalla gigante en el escenario.
Al show no se le puede pedir más (o sí: más tiempo). La pizca de entretenimiento la desplegaron con clips que contaban una historia a lo largo de las horas. El setlist recorrió todos —todos— los clásicos, desde los más antiguos, como ‘She Looks So Perfect’, hasta lo más nuevo con ‘Me, Myself and I’.
Michael fue el que más charla nos dio, riéndose; mientras que Calum daba vueltas por el escenario, Luke saltaba con una camisa rosa y un pantalón marrón que fue un diez rotundo, y Ashton, como siempre, rompía todo al fondo en la batería, sobre una tarima. En un entremedio, hubo juegos: un “ruidométro”, donde el duelo fue Ashton vs. el público. Obviamente, de más está explicar por qué el ganador induscutido fue el baterista: podemos gritar mucho, pero la energía que poner Ash sobre el instrumento es inalcanzable.
También le dieron la posibilidad al público de elegir una canción. Comentando que muchas veces los fans “reclaman canciones que no tocamos”, arrojaron un dado gigante al público con una canción distinta escrita en cada cara para que lo hiciesen rodar. El público lo alcanzó al escenario, dejando caer en la cara que nominaría la canción siguiente: aunque personalmente esperaba ‘Voodoo Doll’, la ganadora fue ‘Heartache on the Big Screen’, así que no hay quejas. También tocaron un poco de ‘Babylon’, para que nadie quedase insatisfecho.
Los cuatro, cada uno con su forma y su estilo, son una perfecta armonía de energías, donde todo fluye y se complementa
Esta nota podría continuar eternamente sobre las bondades de la banda, pero el punto no es narrar cómo fue el show. El punto es narrar qué lugar va a ocupar el show en nuestra memoria: ahí donde se guardan las emociones, donde ‘Amnesia’ suena alto, donde Michael y Luke nos muestran su púa con la inscripción ‘Argentina’, donde Calum nos sonríe de oreja a oreja, donde Ashton le da ritmo al latido del corazón. Los cuatro, cada uno con su forma y su estilo, son una perfecta armonía de energías, donde todo fluye y se complementa.
El cierre fue de la mano de ‘Youngblood’, un tema que hizo saltar a todo el mundo, incluso a los que estaban sentados (si es que quedó alguien sentado) y con el corazón contento. 5SOS es una banda que perdura porque, más allá de banda, son amigos, amigos entre ellos, y amigos con nosotros, sus fans. Los queremos, no cambien nunca.