CICLO ASTEROIDE EN EL KONEX: UN POQUITO DE AMOR

Una edición del ciclo que hace mover la galaxia.

El pasado viernes 13 de abril, cerca de la madrugada del sábado, las puertas de la Ciudad Cultural Konex se abrieron de par en par para recibir una nueva edición del Ciclo Asteroide. Un público variado y nutrido asistió a las presentaciones de Silvestre y La Naranja, Barco y El Zar, para retirarse satisfecho tras una verdadera panzada de la mano de tres exponentes de un indie nacional que sigue creciendo a pasos agigantados. 


Los encargados de abrir la noche fueron los muchachos de Silvestre y La Naranja, quienes se presentaban por primera vez en el Konex luego de una carrera que conlleva algunos volantazos en lo que refiere al estilo musical. De ser una banda mayoritariamente folk en sus inicios, hace pocos años viraron hacia una combinación interesante entre el indie clásico y sonidos que los acercan al pop de sintetizadores y a la música electrónica.

Presentando nuevas canciones y con varios de sus viejos temas bajo el brazo, el grupo liderado por Justo Fernández Madero exhibió todas sus credenciales. Con bastante más distorsión que en sus discos, un sensacional juego de visuales y un sentido de épica similar al de bandas como Foals y Bastille, logró encantar a un público dispuesto a bailar hasta altas horas de la madrugada. En poco más de media hora, transitaron con comodidad por la murga rioplatense durante “El Paso”, además en sus temas estreno se mostraron muy cómodos con el rockabilly, el funk, la psicodelia y la música disco. El cierre fue de la mano de “Cada Momento”, entre riffs poderosos, fintas precisas desde el bajo y un juego de percusión exquisito que sazonaron durante todo el setlist a una banda cada vez más afilada y lista para nuevos desafíos. 

La espera para Barco no fue demasiada, aunque el cronograma estuviese un poco retrasado debido a cuestiones técnicas de último momento sobre el escenario. Alejandro Álvarez y sus muchachos continuaron con la presentación de Era Es Será (2016) sin salirse demasiado de los márgenes del marcado pop/rock que los describe a la perfección desde sus inicios. A sabiendas de que en este tipo de eventos es necesario tener una lista más contundente, con inteligencia eligieron mayoría de temas entre acelerados y potentes para que no hubiese siquiera un segundo para respirar entre cada uno de ellos.

Apelando a su faceta más dance, Barco comenzó su show con “Perdona”, en la que al frontman no le costó nada adueñarse de la escena casi sin buscarlo. Después de agitar a un público que necesitó de ese shock para encontrar su forma nuevamente, bajaron un poco con “Bien Ahora Sí”, canalizando ese sonido más clásico que los ha hecho ascender velozmente en la escena local. Enganchando canciones sin parar, consiguieron encender la Sala de las Columnas con las intensas “La Superficie”, “Órbita”, “Atravesarnos” y “Bronce”. 

Los vientos se destacaron a lo largo de todo el show, imprimiéndole épica y potencia al por mayor, quedando el momento más emotivo para la introducción de “Los Dos En El Taxi” que fue cantada a capella por todos los presentes. Esa atmósfera de Los Ángeles en los 70’, oscura, sucia y nostálgica, se instaló en el Konex durante varios minutos, para realizar el embate final a puro ritmo de la mano de “Era Es Será”, “El No Lugar”, “No Te Guardes Nada” —con un duelo exquisito entre los vientos y una caída sorpresiva del escenario por parte de Alejandro que no terminó en daños mayores—, “Eso Es Amor” y el clásico “Buen Trato” para despedirse a puro rock nacional originario de un Konex encantado. 


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El cierre del Ciclo Asteroide estuvo a cargo de El Zar, que ya desde los primeros acordes de “Reina” mostró un sonido mucho más poderoso que en su disco, moviéndose entre el rock y el synth-pop de la mano de un sonido envolvente y muy directo. Esto se repitió en el segundo paso, un nuevo tema que de momento no posee nombre, pero que los muestra seductores y afianzados en su estilo. Por momentos este ensamble transitó lo más romántico del indie, acompañados por un juego de visuales neo-punk que chocó constantemente con la estética general de los espectadores que observaron de principio a fin como hipnotizados. 

Si bien mostraron potencia en los primeros dos temas, el resto de la lista —que tuvo el anuncio del segundo disco como protagonista principal— fue mucho más relajada, oscilando entre el indie tradicional y la electrónica house, salvo en breves momentos de explosión como los que se vivieron en “Círculos” y en la compleja y épica “Ser Viento En Otra Parte”. La prolijidad y orden que exhibieron durante todo el show voló por los aires para un cierre instrumental bien arriba, distorsivo y rabioso, que sin dudas marca un camino a seguir o, como mínimo, explorar de aquí en más. 

Todas las fotos cortesía de Melanie Guil para OIDOSCOPIO

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