Era una celebración: veinticinco años, discos editados, seguidores, euforia y una humildad que permaneció como estandarte durante toda su carrera. Cielo Razzo celebraba y todos eran invitados a la fiesta.
Oriunda de Rosario, Santa Fe, sus inicios datan de 1993. Conformada por Pablo Pino (voz), Diego Almirón y Fernando Aime (guitarras y coros), Cristian Narváez (bajo), Javier Robledo (batería), Cielo Razzo tiene sus años en la escena pública y un lugar en el corazón de muchos.
Aunque en una versión más grunge, podría encuadrarse dentro de ese colectivo denominado socialmente como “rock barrial” (aunque específicamente ellos se refirieron a no sentirse parte de tal denominación, en una entrevista realizada por SPE), un movimiento nacido en los ’90 y que, a grandes rasgos, se puede definir más como fenómeno cultural que conlleva tanto formas de ser como formas de hacer, más que como un género del rock apartado. Si pertenece o no a dicho colectivo, la discusión podría durar años.
No hay momento en el show en el que alguien no cante. Todos cantan. No hay excepciones. La pasión está en cada letra y si Pablo deja de cantar, jamás será un problema: tiene una multitud esperando para vociferar las canciones como si no hubiese un mañana. Y lo hacen con tanto cariño que a cualquier ajeno cuyo conocimiento de letras y temas es nulo, le dan ganas de cantar, de agitarse, porque algo debe tener esa música que la quieren tanto.
Mientras que cualquier show se disfruta la música, en Cielo Razzo la música se palpita. Y vaya diferencia.
Todas las fotos © Fernando Fernandez Sena