El legendario baterista de The Ramones se presentó en Uniclub en la noche del pasado miércoles. Con un recorrido por sus diversas facetas, volvió a demostrar que es mucho más que un ex Ramone.
La extensa jornada en Uniclub comenzó a las siete de la tarde, con las breves pero intensas presentaciones de Oculta Identidad y Subway que dejaron un buen sabor en la boca. Un rato después, mientras el grueso del público comenzaba a acomodarse en el recinto situado en el corazón del Abasto, Sonia & Intensos y Trapo Clonax dieron dos shows en los que predominó el buen sonido, pero donde no se pudo ver una propuesta renovadora dentro del género. Si bien tuvieron diferencias marcadas entre sí —los primeros con un sonido más radial y cercano al pop, y los segundos con una raíz más pesada— dio la sensación de que una amplia mayoría utiliza la misma fórmula: mezclar en la licuadora a Attaque 77 con The Ramones y tratar de sumarle algo propio al resultado.
Con unos minutos de retraso, en medio de un ambiente donde no había más que ansiedad, Richie Ramone ingresó triunfalmente junto a su banda para instalar el caos. Dos golpes en la batería, una línea de bajo punzante y las guitarras a toda velocidad fueron suficientes para que los fanáticos enloquezcan de la mano de “Durango 95” y “I Don’t Wanna Go Down To The Basement”. Este dúo de clásicos de The Ramones alcanzó para que el baterista exhiba toda su técnica, combinando lo mejor del metal bien pesado con la rapidez, variación y consistencia necesarias para el punk.
Sus sidekicks, Clare Misstake desde el bajo, Glenn Gilbert en la guitarra principal y Ben Reagan alternando entre la segunda eléctrica y la batería, mostraron una precisión y mimetización absoluta con su líder. Esto le permitió al gran protagonista de la noche brillar con la más absoluta facilidad, robándose el centro de la escena y sabiendo delegar en los momentos correctos.
La comunión con el público se acrecentó aún más con las rockeras “Somebody Put Something In My Drink” y “Smash You”, en las que Richie tomó el micrófono para mostrar una voz poderosa y cálida al mismo tiempo, lejana en cuanto calidad al estereotipo rasgado del punk. Limitando el recorrido nostálgico a sus años en The Ramones (período que va de 1983 a 1987), mantuvo la mecha prendida con sendas versiones de “I Know Better” y “I Don’t Care”, antes de repasar un poco de su muy buen material solista.
Ganando peso desde el bajo y con un notable punteo desde la guitarra, “Better Than Me” dejó en claro que el corazón de este ex Ramone tiene al metal clásico de la década de 1980 en un lugar central. Con él nuevamente en la batería, “Pretty Poison” fue una exhibición de matices en un tono un poco más relajado. A contramano, la tríada conformada por “Chasing The Night”, “Animal Boy” y “Blitzkrieg Bop” puso en marcha nuevamente la rueda del recuerdo, una que este multifacético artista sabe cómo utilizar sin jamás superar el límite. El regreso al rol de maestro de ceremonia le permitió volver a la carga con “Entitled” y “I Fix This”, dos productos propios que marcaron su capacidad para alternar entre lo más pesado y lo más directo respectivamente, con la voz como elemento unificador.
Tal cual estaba especulado, Mariano Martínez, líder de Attaque 77, se subió para ser la segunda guitarra en “Judy Is A Punk” y “Howling At The Moon (Sha-La-La)”, completando así una fiesta que no podía dejar de lado a uno de los máximos exponentes del género en nuestro país. Luego de fundirse con él en un abrazo, Richie pidió aplausos para las bandas teloneras, obteniendo una tibia respuesta por parte de la multitud.
Uno de los grandes momentos de la noche fue el excelente cover de “Enjoy The Silence” de Depeche Mode, presente en su más reciente disco Cellophane (2016). De inmediato, con la experimental “Braggadocio” se acercó mucho al sonido viajero de Led Zeppelin, pero fue con “Today Your Love, Tomorrow The World” que hizo temblar las paredes de Uniclub.
El cierre antes del encore tuvo a Clare agitando la gente desde el borde del escenario, con fintas llenas de furia, y a Glenn haciendo lo suyo con la guitarra y también como voz principal. Sonaron casi sin pausa “Wart Hog”, “I’m Not Jesus”, el estreno de “The Last Time” —canción muy emotiva, dedicada a su difunto padre— y la muy celebrada “Have You Ever Seen The Rain?”, tema que jamás puede faltar en una noche ramonera.
Luego de una breve ausencia, el grupo volvió al escenario para decir “hasta luego” hilvanando “(You) Can’t Say Anything Nice”, “Havana Affair” y “Sheena Is A Punk Rocker”. Más allá de la felicidad generalizada, quedó la sensación de que podría haber tocado un poco más de tiempo. Dejando de lado esta cuestión, el setlist de Richie Ramone fue conciso y bien repartido, permitiéndole navegar por todas sus facetas y así dejar muy en claro que el mote de “ex-integrante” de The Ramones le queda pequeño.
Fotos por Natalia Vidal