Existe una fuerte discusión sobre el rol de los artistas. ¿Deben estos acomodarse a los deseos de su público? ¿O su propósito es empujarlos hacia nuevas direcciones? No existen absolutos: hay casos brillantes donde han permanecido con una fórmula clara (la enorme mayoría del mainstream); como también figuras que estaban en la cima y arriesgaron su popularidad guiados por una fiebre creativa. Estos últimos son los menos, desde Talk Talk saliendo del synthpop y marcando lo que llamamos post rock, hasta los Soda Stereo imbuidos en el shoegaze durante Dynamo (1992). Sin llegar a tales niveles de popularidad, los Winona Riders han dado pasos agigantados dentro del under argentino, pero no pretenden darte lo que estabas buscando. Si tal vez, lo que estabas necesitando.
Su reciente No Hagas que me Arrepienta (2024) tiene poco más de un mes desde que fue lanzado, pero logró colarse a múltiples listas con los mejores discos del corriente año. A pesar de que siempre contaron con sintetizadores, hay una marcada tendencia tendencia electrónica en gran parte del repertorio. Precisamente fue a través del minimalismo de ‘V.V.’ que dieron comienzo a la noche en el Teatro Flores. Durante las siguientes tres horas presentaron el disco en su totalidad, mezclando con otras canciones de su repertorio.
Un elemento curioso del setlist es el hecho de que la segunda canción que tocaron fue ‘Dopamina’. Lejos de aquellos tiempos donde parecía catártica, y en muchas ocasiones cerraba los conciertos, esta fue una versión diferente y tal vez sin tanta convicción. Probablemente alude a estos tiempos de cambios, donde este tema, como tal vez ‘Antes de que el Diablo Llegue a Casa’, ya no representan la actualidad de la banda. Eso no quita que los fanáticos deseen escucharlas, pero es importante que no sean el clímax de la performance.
Fue una celebración a la nueva versión de Winona Riders: su baterista Francisco Cirillo se animó a cantar una canción, incorporaron vientos para una explosiva ‘Tiempo de Jazz’ e incluso invitaron a la banda telonera a tocar sobre el final de la noche. The Ganjas es un grupo de culto en latinoamérica, fundado en Santiago de Chile a comienzos del milenio. Ellos fueron de los más importantes representantes de la psicodelia en el continente, y junto a quienes tomaron aquella antorcha, versionaron la clásica ‘Rock de la Ganja’ del debut de los chilenos. Una versión larga y apasionante, completamente lisérgica.
Como es costumbre, se extendieron por horas sin dar respiro, ni tampoco lugar a un bis. Pero ¿qué más les podemos pedir? Una inmejorable presentación para uno de los mejores discos del 2024.