Fotos: cortesía producción
Mientras los primeros días de otoño transcurren y el desangre por goteo fluye, el viernes cinco de abril pasado, en Uniclub, el post-metal, y su oda a los riffs y la falta de estructuras se hizo dueño de la noche con IAH y Russian Circles. Una noche reflexiva de inicio a fin, en la que la ausencia de letras dio más certezas que incógnitas.
La banda cordobesa IAH no tiene nada que envidiarle a nadie. Un proyecto muy firme y pulido, con una dinámica imponente generada entre los tres músicos en escena —batería, bajo y guitarra, fuerte y al medio—. Mientras la sala completaba su aforo, el intenso sonido de sus éxitos retumbaba en las paredes y sacaba la modorra de quienes ese día habían, seguramente, trabajado hasta algunas horas antes y, quizás, la fiaca de algún afortunado que había dormido la siesta. El público del metal, siempre exigente, festejó y aplaudió cada canción en reconocimiento de esta gran banda que recomendamos fuerte.
A destacar la puntualidad del show, los horarios se cumplieron a rajatabla y hasta se anticiparon a lo pactado. La noche aún era joven cuando Russian Circles subió a escena con una puesta minimalista: los tres músicos —se repite formato— y la iluminación, muy bien operada, del venue.
Los estadounidenses, con el grueso sonido que proponen, pusieron a los presentes a corear riffs con un doom sin palabras, impactante y arrollador. En un presente que festeja letras cada vez más vacías y poco estimulantes, la ausencia lírica es una decisión combativa y sumamente emotiva. Podemos destacar temas como ‘Youngblood’, ‘Tupilak’ o ‘Gnosis’ pero nos quedamos con el todo (incluida la banda soporte): una propuesta instrumental es una hoja en blanco que cada oyente puede completar con su subjetividad.
Se vivió y disfrutó de una gran noche, potente y emocionante. A veces, lo que se dice está de más, y su ausencia se torna una invitación más que interesante para darle lugar a explorar lo que se siente.
