Luego de muchos años formando parte de Paprika, la propuesta solista de Guido Carmona se revela sólida y con un rumbo claro. Afirma que Un Muerto Más no es una banda de música sino un proyecto artístico en el que la interdisciplinariedad es fundamental.
El germen de este universo, al menos para el público, fue el disco Verano en Invierno (2022). Once canciones que proponen once universos diferenciados entre sí pero conectados por una misma búsqueda: lo vincular, el romanticismo y el desamor. Guido afirma que su proceso compositivo fue bastante particular: rescató letras viejas que traía consigo desde su adolescencia, así como también temas que escribía casi al mismo tiempo que los grababa, permitiéndose una profunda conexión con la emoción que quería transmitir. La realidad se superpone con el arte en múltiples ocasiones. Ambas se confunden y se solapan, provocando que el arte se llene de significado y la realidad no sea tan dolorosa. “De ahí viene el nombre del álbum, de traer el verano al invierno. Tratar de que los sentimientos que nos hacen sentir un montón de ansiedades se conviertan en algo que resulte interesante”.
Cada canción, como diferentes puntos de un mismo espectro, propone un análisis distinto del amor: ‘Frutillas con Crema’ abre el disco y habla del entusiasmo ante el encuentro con un otro que encandila; ‘Carita Triste’ narra una despedida desde un lugar más melancólico, a diferencia de temas como ‘Desde que te fuiste’, que proponen un clima nostálgico pero superador. Musicalizar el fin del mundo fue el propósito principal de la creación de estos universos, al ponerse a uno mismo y a sus problemas -su propio fin del mundo- en el centro y, a partir de la música, tratar de no sentirse mal. “Para mi la música siempre fue una vía de escape. Yo necesitaba salvarme a mí, y si alguien entra en el barquito y quiere salvarse conmigo, bienvenido sea. Pero comenzó como algo muy mío que tuvo mucha aceptación de la gente”.
“La ficción permite exagerar la realidad. Para transmitir lo que estoy sintiendo necesito llevarlo a un nivel más grande”
Lo que hace a un disco resaltar por sobre los demás no es el concepto que propone, sino la manera en la que lo hace. Es la individualización de las narrativas la que permite la apropiación por parte del espectador. En este punto, la ambigüedad y la opacidad son fundamentales. Es necesario contar historias particulares, pero dejando un espacio vacío para que el público rellene con sus propias vivencias. Esta operación suele derivar en una contracción absoluta del significado inicial: la canción deja de ser del artista y se convierte en parte de la vida de cada una de las personas que la escuchó.
En esta construcción de universos la ficción cumple un rol fundamental. La materia prima siempre es uno mismo, pero ficcionalizar los hechos reales permiten cargarlos de ambigüedad y facilitan la apropiación. “La ficción, la actuación y la performance permiten exagerar la realidad. Para poder transmitir lo que estoy sintiendo necesito llevarlo a un nivel más grande; que sea entendido por los demás y no solo por mi”, asegura. “Siempre digo que yo no soy músico, soy artista. No hago solo un tema, sino que creo una canción que conlleva un universo, y la única forma de maximizar la emoción que propone es acompañarla de un determinado vídeo, que se performee de tal manera y que en vivo suene de esta forma. Son un montón de herramientas que encapsulan un mismo sentimiento”.
“El arte es necesario para aplacar los fantasmas que tenemos”
Maximizar las emociones y lograr que el público realmente las sienta es una herramienta muy poderosa. Algo similar a lo que sintió Guido cuando era chico y encontró un compilado de canciones de Charly García publicado por la Revista Gente. Más allá de ser el disco más escuchado de su adolescencia, afirma que sintió cosas increíbles al descubrir a Charly y que soñaba con hacer sentir a alguien lo que él sintió en esos primeros encuentros con la música.
Todo universo necesita un protagonista, tanto en el momento de la exposición como en el de la creación. La construcción de un personaje, el desdoblamiento de uno mismo en dos personas diferentes, permite liberarse y protegerse. “Cuando estoy arriba de un escenario siento que estoy completo, pero abajo tengo que actuar. Arriba hago lo que quiero, digo lo que quiero y vuelvo a sentir lo mismo que sentí cuando escribí las canciones. Abajo tengo que cumplir otros roles”, asegura. “Con el tiempo Un Muerto Más se convirtió en un personaje eternamente enamorado, eternamente nostálgico, atravesado por el amor, por el dolor y por la idealización de algo que es imposible. Hay veces que me siento así y otras veces que no”.
La grupalidad en la creación y en la recepción de un mensaje, la performance, las letras y la ambigüedad son los ingredientes necesarios para generar un verdadero impacto. “Es muy interesante que el arte te descoloque, es muy necesario para aplacar los fantasmas que tenemos. Lo digo como consumidor, no solamente como artista. Pasan cosas zarpadas y ocupar el rol de artista es una responsabilidad muy grande. Pero lo más importante es la búsqueda. Si vos venís a un show no sé si vas a encontrar las respuestas, pero vas a ver la búsqueda”, concluye.