Si el primer día del Cosquín Rock 2022 había arrancado con sonidos de la nueva generación, el segundo tuvo sus primeros compases en el groove, arrancando por el show de Gringo Juan en el Escenario Boomerang. Una de las promesas de Córdoba, de reciente debut, fue el segundo conjunto del escenario y estuvo más que a la altura de la improvisada invitación.
En el Escenario Sur fue el turno de 1915, que empezó reproduciendo un audio de emergencia: “Atención Cosquin Rock, dirigirse de forma urgente al Escenario Sur”. La ausencia del bajista les resultó un problema para dar una muestra de su potencia. Tan estructurado como bailable, los «mil nueve» son una banda top para ver en vivo.
De vuelta en el pequeño Boomerang, Gativideo congregó una buena cantidad de gente para mostrar su caravana: son la manifestación fiestera de la nostalgia pop. Llegó el turno de unos devotos del groove: NAFTA daba su segundo show en Córdoba y les dió a sus fans la posibilidad de escucharlos parados y bajo el sol, así se disfruta mucho más. El conjunto entiende que no hace falta pisar el acelerador a fondo para generar emoción y adrenalina.
“Pobres los que no reconocen de dónde vienen, nosotros somos el rap pero venimos del rock, y es un orgullo estar acá”.
En la carpa Nuevas Tintas empezaba una serie de shows importantes. Odd Mami se subió acompañada por una wedding band que llevaba ilustraciones hechas por ella en sus camisas. Con invitados especiales como BB ASUL (quien le ofició de corista) y Carrey, versiones muy pulenta como la de ‘Kaneda’ y un cover de ‘Si No Supiste Amar’ le dio al festival una buena dosis de ternura e inocencia.
Qué decir de Acru. Si existe un rey del rap en este país, para mí es suyo el título. La ya mencionada bandera de Mendoza hizo su aparición, y no faltaron las referencias al anime del momento Attack on Titan (2013) en su freestyle. “Pobres aquellos que no reconocen de dónde vienen”, se despidió, “nosotros somos el rap pero venimos del rock, y por eso es un orgullo estar acá”. Agustin Cruz, sin pompa, constituyó uno de los momentos más power del Escenario Sur.
En las Nuevas Tintas, Lara91k estrenaba las canciones de su álbum Como Antes (2022). Con su pelambrera y su down energy recuerda a Patti Smith. “Ahora tengo banda, y son los mejores”, dijo para presentarlos. ‘Fuera de Foco’ es un temazo con pinta de himno y solo necesita un remix para romper las discotecas.
En el Escenario Paraguay era el turno de un gran combo local. Las Soul Bitches partieron el pequeño tablado con su power funk y sus covers de Whitney Houston. Must hear. En el turno siguiente Sabor Canela y un poquito de café trajo el trópico hacia las sierras. La banda de cumbia es un seguro de fiesta, y es uno de los proyectos con mayor proyección nacional e internacional del interior del país.
Mientras La Franela mostraba una versión de Los Piojos más fiel a la formación original pero incapaz de retener eso que llevó a la banda al estrellato, Fito Páez copaba el Escenario Sur. Fito es un optimista, el tío del rock nacional tiene una capacidad especial para saber lo que un escenario y un público piden y necesitan. Amigado con un festival que lo resignó en su momento, la constancia y la salud de Páez son un crisol de nuestra música.
De a poco la carpa Nuevas Tintas se llenaba. Taichu se reafirma como una diva virtual, se subió con un baterista sobrado y una DJ para darle un poco de turbiedad al escenario. Invitó a BB ASUL, a Lara91k y hasta dejó una versión de ‘Umbrella’ que el público coreó con ganas. Sus voces siempre parecen venir desde otro lado, y con su versión muy hard de ‘TOLKIN YIT’, el show se acerca mucho a lo experimental.
Afuera Divididos volvía a hacer rugir el Escenario Norte. Los “uo ma ma” y las noches en New York anticiparon el homenaje a SUMO hasta que llegaron los covers. Quizás por haber experimentado la ruptura años antes que sus colegas, las resultantes de la disolución de los comandados por Prodan forman las que son, para quien escribe, las dos bandas más firmes y estables del rock nacional, las que mejor sobreviven al paso del tiempo.
Al igual que el día anterior, otro local tuvo su debut en el festival y lo hizo con mucha gracia: hablamos de Juan Ingaramo. Explotando siempre la tonada y la facilidad de hacer chistes, usando una pupera negra con la lengua de los Rolling Stones y haciendo de cada paso de baile un homenaje a Rodrigo, Ingaramo reclamó su lugar y lo hizo de muy buena manera.
Las Nuevas Tintas se llenaron de forma definitiva para ver a Saramalacara. ‘TOMBOY’ abrió el setlist marcando clara la imagen de Sarah Connor meets Avril Lavigne y usa filtros de anime: llevaba una katana en la espalda. K4 la acompañó en ‘Cartoon Network’ y, al igual que en el show de Taichu, escuchamos ‘Water’ para romperlo todo. No sabremos porqué no se invitaron a cantarla, ni ustedes sabrán cuál fue mi versión favorita de las dos.
Si fue un desafío llevar al Dillom de ‘Bzrp Music Session’ al de ‘220’, el equipo que lo rodea también logró llevar Post Mortem (2021) al vivo con éxito. La pequeña carpa quedó chica y se volvió una caverna, pero eso solo aumentó la épica. Flamearon banderas para el asombro de propios y extraños, Dillom debutó frente las imágenes de Callejeros y los Redonditos y estuvo más que a la altura. La rompió. Se corearon los temas dulces y se pudrió totalmente con los temas densos, hasta se le hizo un stage diving al muñeco de un fiambre robado de la morgue. En dos años y medio de carrera, Dylan Leon Massa llegó al punto de quitar de su setlist los hits que lo catapultaron a la fama y lograr que no se extrañen, algo que en ese festival no pudieron ni WOS, ni Duki ni CA7RIEL. Debut explosivo y augurio de estrellato, algún escenario principal lo espera para en las próximas ediciones.
Regalo para los locales y sorpresa para los foráneos, la Mona puso a a miles a bailar
Algunos temas de la Kermesse Redonda —improvisado conjunto para hacer covers de los Redonditos ante el hisopado positivo de Rata Blanca— le dieron la posibilidad a los más nostálgicos de corear “los redo, los redo, vamos los redo”. Hay una cosa cierta, las bandas ya están entre nosotros porque el futuro hace rato que está aquí.
El desfase de horarios me permitió ver un show que pensé que me iba perder, hablo de Miranda! Qué nivel tienen. Es ir a un recital pero a la vez a la discoteca. El dúo demuestra un dominio total del escenario y de lo que una canción necesita. “La banda con menos cambios de vestuario”, bromeó un amigo. Pero hay un artista argentino que se cambia más veces de las que lo hacen Ale Sergi y Juliana Gattas. Es Juan Carlos Jiménez Rufino, aka La Mona Jiménez.
El mandamás de la docta llevó su cuarteto al Escenario Norte y fue un éxito. Regalo al alma de los locales y sorpresa total para los foráneos, el eterno ídolo popular se comió el Cosquín Rock y puso a miles a bailar. Con un repertorio de dos horas hecho de hits, capaz que no todos podían cantar los estribillos, pero todos los reconocían. Amor a primera vista. Desde que iba en los brazos de mi papá y el festival terminaba con Los Piojos que no recuerdo un cierre tan divertido.
Cosquín Rock es un festival habitado por fantasmas y la imagen de lo que el género podría haber sido
La caravana me hizo olvidar de María Becerra y Bandalos Chinos en el Sur. No vi a Los Espíritus, ni por convicción política ni por ausencia de ganas. Luego de Jiménez, el fin de semana solo podría cerrarse en la fiesta Katana tirando unos pasos. No sé bien qué hacer con Los Espíritus ahora. La banda es una triste sombra de lo que podría haber sido. Lo que sí es evidente es la ausencia con la que contrasta. Lo único que le falta al festival para llevar la mochila de rock con total orgullo es el show de Marilina Bertoldi. Es un despropósito para el público que ella no lleve su poder hasta las montañas. Luego, son decisiones políticas y cada quien atiende a sus razones.
Al irme el lunes, el pueblo había vuelto a ser lo que era, un lugar muy bonito y un tanto desolador. Cuando llegué y lo primero que escuché fue ‘Runaway’, me embargó una sensación de decadencia, al ver que los grandes himnos del género no pueden ser escuchados en vivo, que las bandas que reinan en las remeras ya no existen en el circuito. Sin embargo no elijo esa palabra. Lo que es evidente es que Cosquín Rock es un festival habitado totalmente por fantasmas y espectros. Un poco como la historia de nuestro país, marcado por el dolor de ausencias insalvables y un duro reflejo de lo que podría haber llegado a ser.
Reivindicación del presente: lo que hay es una fiesta, y esta tierra rica en artistas y sensibilidades siempre nos da nuevos ídolos e ídolas capaces de seguir haciendo bandera en nuestros corazones.
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