Hacer arte suele obedecer más una necesidad que una decisión. Numerosos artistas han manifestado que sus obras comienzan como simplemente algo que tienen que descargar, sean canciones de furia y rabia o baladas amorosas —y todo lo que hay en el medio—. The Drums saltó a la fama a comienzos de la década pasada por su peculiar mezcla de indie, surf y muchos estilos más, pero fue la empatía con el alma de Jonny Pierce lo que los hizo un fenómeno tan encantador.
Las luces iluminaban el ambiente y repentinamente, como un pinchazo, estaba sonando ‘What You Were’. El ritmo era intenso, pero no se acercaba a la potencia que el Complejo C Media despegaba con su gente. Dos avalanchas en cada extremo, colisionando en perfecta armonía. Este clásico del famoso LP Portamento (2011) fue tan solo un aviso de lo que estaba por venir.
El conjunto norteamericano lo recorrió con creces, pero también se enfocó en su último lanzamiento, Jonny (2023). Este fue un trabajo un poco irregular, donde ya desde su propuesta se dividía en secciones bastante diferentes: algunas más indie rock, otras más atmosféricas y melancólicas. De todos modos, a diferencia de sus versiones en estudio, estas canciones no contaron con percusión electrónica —rasgo fundamental del álbum—, sino que la batería le brindó otro tipo de energía; por lo que ‘Obvious’ o ‘Better’, las cuales tal vez no sean tan impactantes en su versión de estudio, lo fueron con su autor a metros del oyente.
“Siempre nos hacen sentir bienvenidos. Nos acompañan hace 15 años, y quiero que sientan que nosotros estamos para ustedes"
La capacidad que tiene este frontman de moverse en el escenario es increíble. Con simpleza genera un magnetismo del que no podes despegarte. La campera llena de brillos dorados adorna perfectamente la sensación de estar ante un diamante. Los gritos de “Jonny te amo” se escucharon en cada silencio.
En los eventos masivos como este tipo de conciertos, la percepción no debe orientarse únicamente al escenario. Al alrededor hay muchos sucesos que forman parte clave de la experiencia. En este caso en particular, las numerosas personas que lloraban con canciones como ‘Days’ o ‘I Don't Know How to Love’ las hacían incluso más emotivas. Entre el clamor, las lágrimas que caían en el suelo y aquellas miradas cargadas de devoción, incluso los celulares, filmando usando filtros con forma de corazón. Y las infaltables palabras de agradecimiento: “Buenos Aires siempre nos hace sentir bienvenidos. Ustedes están con nosotros hace ya quince años y quiero que sientan que nosotros siempre estamos para ustedes”.
Fue un concierto breve, de tan solo una hora y cuarto, pero fue suficiente. No fue repetitivo ni tuvo baches, solo un rayo fugaz de energía. Concluyeron con ‘I Want it All’, primer track de su último LP, una muestra más que clara de su convicción respecto al nuevo material.