¿Podrías trasladar un filme como El Padrino (1972) a una versión de 40 minutos? Sí, incluso a un formato de shorts con gameplay de Subway Surfers (2012) a los costados. De todos modos, es pertinente aclarar que esta acción tiene implicancias diferentes si quien lo hace es un usuario, o si lo fomenta la misma plataforma.
Spotify nunca se mantuvo muy alejado de polémicas, principalmente por su manera de distribuir los ingresos y por mostrarse reacio a los cambios en materia de derechos de autor. Un ejemplo reciente se dió en Uruguay, donde habían aprobado una Ley para proteger a los autores charrúas, pero inmediatamente el magnate del streaming planteó que dejaría de brindar servicios allí. Como resultado, casi inmediatamente fueron atrás con esas modificaciones.
A pesar de intensas discusiones con los protagonistas —donde leyendas como Joni Mitchell y Neil Young decidieron quitar sus catálogos—, han brindado enorme calidad de servicio para sus usuarios. Mientras que Tidal o Qobuz se especializan en servicios audiófilos, es decir enfocados en la mejor calidad de audio, Spotify creó un catálogo que incluye un inmenso porcentaje de la música que ha sido grabada. La vida no alcanza para recorrer todo lo que hay allí, con muy buena calidad y comodidad para bucear en la aplicación. Precisamente para agilizar esto último, han brindado una nueva función que muchos celebran, pero otros detestan.
Tal vez notaste que ahora hay un pequeño recuadro en tus playlists o discos. Al tocarlo, pasas a una pantalla vertical donde se reproduce un fragmento de 30 segundos con un video o la portada del álbum. La pantalla invita a desplazarse hacia abajo, para así seguir explorando canciones que tienen hasta tres hashtags describiéndolas. “Indie, Alternative, Invierno, Dance Pop, Vogue” son solo algunos ejemplos. Esta incorporación puede sonar entretenida e incluso práctica, pero sus implicancias son muy grandes. Reabren un debate sobre las maneras de interactuar con el arte, un reduccionismo donde parecería que lo único que importa es lo pegadizo que es el estribillo. De esta manera, el desarrollo dentro de una composición es ignorado por el usuario, el artista dependerá de la reacción que tenga el oyente a los primeros segundos (y no va a quedarse los 30, sino que tal vez cinco como mucho), algo que potencialmente podría afectar sus maneras de crear canciones.
Es innegable que en tiempos contemporáneos los públicos masivos buscan inmediatez. A pesar de que TikTok sea sinónimo de esto, es una tendencia que se viene intensificando desde hace años. En la música vimos un regreso a los singles, con muchos artistas priorizando ese formato por encima de los álbumes. La atención es un recurso escaso, y se torna cada vez más complejo vencer a toda la competencia. Es entendible que no tengas ganas de escuchar un disco entero y optes por hacer un zapping musical, para luego quedarte con lo que más te llama la atención. Ahora bien, no renuncies a escuchar completos esos temas que te gustaron, ni abandones la curiosidad para seguir descubriendo. Al fin y al cabo, esta función es una herramienta más, sus implicancias estarán en la manera en que sea abordada por los usuarios. Si los públicos lo utilizan a modo de scouting será bienvenida, pero que no reemplace el acto de escuchar canciones.