El fin de año del Chango Motorizado compensa, en parte, la ausencia de su banda madre, Él Mató a un Policía Motorizado —la cual sería mucho más difícil de acomodar a los formatos obligados de la pandemia—, con una “gira apocalíptica y mágica” que lo lleva por varias ciudades del país.
Para la mayoría, la asistencia a este evento marca el regreso a los conciertos presenciales, para otres (como quien les habla), el retorno al que durante años fue como el patio de juegos que faltó en la casa: la Ciudad Cultural Konex. Los carteles que el espacio emblemático de la Ciudad ha colocado para recibir a sus feligreses hablan por sí solos: “Bienvenidxs otra vez, lxs extrañamos”; “Respiramos música sin sacarnos el barbijo” y, quizás, el más conciso y aún así poderoso: “La cultura es esencial”. ¿Cuántas situaciones extrañas vivimos el último año lamentando que dicha premisa no se llevase más al frente? Por lo menos ahora se busca recuperar el tiempo perdido, con nuevas producciones como esta, brotando del esfuerzo colectivo surgido tanto de la necesidad como del amor.
Santi comienza su concierto en soledad con su guitarra, cantando una versión despojada de ‘El Nuevo Magnetismo’ de Él Mató, tras lo cual agradece a les presentes por acercarse en esta bella noche de verano. El volumen está notoriamente alto, algo extraño considerando que, días antes en el mismo espacio, Dante Spinetta emitía una suerte de aclaración-disculpa sobre el bajo volumen, aludiendo a los decibeles permitidos para tocar en este predio, el cual siempre ha sido muy respetuoso de sus protocolos, finalizando los conciertos a las 22 en punto por la comunidad que allí habita.
Luego de esta intro en soledad, la banda del motorizado entra y continúa con su repertorio de canciones solistas, el cual apela a ese sonido extremadamente lo-fi, crudo, despojado de adornos, ligero y casi descuidado. Como es usual en sus conciertos en solitario, Santi recurre a una serie de covers de los grupos locales que le gustan y con quienes comparte el sello Laptra, como ‘Europa’ de Las Ligas Menores, ‘Domingo’ de Niña Lobo y ‘Jazmín Chino’ de 107 Faunos. A todos los presenta de la misma forma: “Ahora vamos a hacer mi canción favorita de todos los tiempos”, sorprendiendo la primera vez y causando risas en las dos repeticiones subsecuentes. Un muchacho del fondo aprovecha para colar un “Santi, aguante el Diego”, de lo que no obtiene respuesta ni del artista ni del resto de les espectadores.
Luego, se anima a innovar con un extraño cover ‘Soy Rebelde’, originariamente de Jeanette, pero popularizado en Argentina por la versión de Attaque 77. El momento más festejado de la carrera solista del Chango se encuentra en ‘El Gomoso”, donde la audiencia es capaz de cantar junto al músico la totalidad de la letra. “¿Les gusta esto?”, pregunta en alusión al nuevo formato en asientos con distancia social; “noooo” responde la gente al unísono, no de mala manera, sino con ese enojo ante la vida por esta desdichada pandemia que todo lo ha cambiado. “Bueno, no queda otra”, reconoce Santiago, acusando recibo de la angustia sin mala intención de las personas que lo visitan.
En un momento, el cantante se disculpa por el precio de las entradas. Amaga a dar una explicación (que nadie necesita para empatizar con la difícil situación de la cultura), pero cambia de parecer y decide recurrir al humor irónico: “En realidad yo quería que fuera gratis, pero el Konex me obligó”. Lo ínfimamente vergonzoso de este sketch solo te obliga a quererlo más de lo que ya lo querías. 21:38 presenta el último tema, algo que todo mundo sabe que no será verdad, y deleita con su ‘Amor en el Cine’, donde reafirma eso que ya sabemos de él: “soy tan fanático de todo”.
Para la recta final, el sonido extremadamente despojado ha ido mutando a algo más similar a lo que Él Mató nos tiene acostumbrados en su última más sofisticada era. Los músicos acompañantes se retiran y dejan al Chango nuevamente con su guitarra, para, al igual que el pasado 25 de enero frente a mil personas en Niceto Club, tocar ahora frente a 200 un repertorio de canciones de su banda madre, siendo este el punto más alto de la noche. Así empieza ‘El Tesoro’ y le sigue ‘Chica de Oro’, con la gente notoriamente emocionada, saltando desde su interior en la silla. El frontman percibe esto y, al comenzar ‘Mi Próximo Movimiento’, otorga el permiso que hace las veces de empujón necesario: “Se pueden parar en esta si quieren”.
El concierto termina con toda la concurrencia saltando en el lugar, y un Santi que mira al encargado de producción para terminar entendiendo que, por el horario, no puede volver a hacer otro bis, aunque su gente y su guitarra se lo pidan con idéntica vehemencia.
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