Con 82 años y 67 contribuyendo a la definición de toda la música que conocemos, Sir Paul McCartney te lleva por una amalgama de sensaciones tan grande que podría decirse que abarca toda la condición humana.
“Cuando tenía 16 años, Paul escribió ‘When I’m 64’ pensando que para esa edad no tendría pelo”
Por momentos saltamos, en otros nos abrazamos, sobre el final, casi que queremos romper todo en aquella icónica y no tan mainstream-beatle-canción en la cual Ringo se queja de tener ampollas en los dedos de sus manos.
Lágrimas se dibujan en muchas de las 140 mil caras que visitan el Estadio Monumental para asistir a la mayor celebración de la música posible. La totalidad de ellas esboza, en varios momentos, de oreja a oreja enormes sonrisas.
El tiempo que le lleva a la mayoría de las buenas bandas hacer un show con intro, pausa para descansar y retorno para el encore es incluso menor al que se toma el músico vivo más relevante del planeta para hacer, de corrido, el tramo principal de su evento. Son más de dos horas y monedas las que utiliza para cantar, uno tras otro, pedazos de historia que se concatenan en una celebración sin parangón; la pausa, cuando llega, es corta y lo encuentra volviendo por otra media hora más. Los corazones se salen de los pechos.
A esto hay que sumarle que, ambos días, Paulma prueba sonido con 15 temas para una audiencia reducida, tocando varias canciones que luego ni siquiera integran los setlists de la velada. Realmente hace valer el pase “VIP soundcheck”.
De una noche a otra aprende, y lo que el sábado lo sorprende en los cánticos alentadores de la gente, el domingo lo recibe tocando dicha melodía con los instrumentos. Lo mismo el “Olé, olé, olé, Lennon”, que agradece el sábado pero entona él mismo el domingo, para luego mirar el cielo y saludar a su viejo compañero de fórmula.
“Son el mejor público de todo el planeta” dice con una certeza y naturalidad que no deja lugar a dudas. Tanto nos aprecia que, a diferencia de lo realizado en Uruguay, donde mostró junto a la bandera del orgullo y la de ese país la de su natal Gran Bretaña, en Argentina elige cuidarnos y no generar asperezas.
“Hasta la próxima” es la frase que elige para despedirse, invitando a imaginar lo imposible en la mente de todas y cada una de las personas que han disfrutado esta maravilla: ¿podría volver, en serio?
Es que no hay otro ejemplo de este nivel de vitalidad, de este recorrido, de esta vigencia en semejantes condiciones artísticas.
Cuando tenía 16 años, Paul escribió ‘When I’m 64’ pensando que para esa edad no tendría pelo. 64 años después de escribirla, aún lo tiene, como también voz y destreza en sus dedos celestiales. En 1973 cantó que “para 1985 nadie estaría vivo”, algo de lo que se acordaron todos los profesionales de la música el 31 de diciembre de 1984. Su legado trasciende hasta sus propias ocurrencias.
¿Alguien piensa que todavía puede volver? Triste será el día en que el más fabuloso de los 4 fantásticos deje de sorprendernos, y aunque no haya absolutamente nada que reclamarle, la respuesta, desde lo profundo de mi corazón y aunque no volvamos a saber de él, es egoístamente sincera: Well, I just can't get enough of that sweet stuff.
Band on the run.