Una Banda De Chicas es un documental estrenado en 2018 bajo la dirección de Marilina Giménez y la producción ejecutiva de Florencia Jaworowski. Al comienzo, vemos a Marilina aparecer en escena mientras no puede evitar dar consejos sobre cómo se sostiene la cámara o cómo realizar las tomas, para luego quedarse definitivamente detrás del lente por el resto de la cinta. Algo similar sucedió con Yilet, banda que formó en 2009 y de la cual dio un paso al costado para comenzar a filmar; hoy, las restantes miembros Ani Castoldi y Marina La Grasta recorren los escenarios como Ibiza Pareo. Así, el documental va reconstruyendo la biografía de Yilet, a la vez que indaga en la escena local de mujeres lesbianas y trans en la música.
“Nosotras creíamos que éramos las únicas chicas haciendo música”, comentan las Ibiza Pareo recordando sus primeras épocas como banda mientras prenden el fuego del asado. Esto sucede porque los lugares mainstreams los ocupan los varones, y al no verse representadas en los escenarios da la sensación de que están solas, pero a medida que avanza el film nos damos cuenta de que el under es un lugar lleno de chicas y disidencias. Poco a poco, gracias a iniciativas como la ley de cupo, también en los principales festivales del país se empiezan a ver otras caras.
Desde el 2010 hasta el 2015 la directora recorrió diversos escenarios grabando a distintas artistas en vivo, creando así un archivo personal. Algunas de las bandas que repasa el documental son: She Devils, Chocolate Remix, Kobra Kei, Kumbia Queers, Las Kellies, Las Taradas, Liers, Miss Bolivia, y Sasha Sathya, donde se muestra un show de cada grupo que nos sumerge en su público y nos deja manijas de ir a verlas.
“Salir a tocar era como salir a combatir”
La música no es un terreno exento de violencias y discursos patriarcales, está muy asociada a la noche y al descontrol, donde ser mujer te lleva a vivir situaciones violentas y poco gratas que incluso quedan capturadas por la cámara cuando un pibe empieza a seguir a las Sasha Sathya al final de un show. Esto también se ve reflejado en el trato con los técnicos —en su gran mayoría varones—, a los cuales no les gusta que venga una mujer con conocimiento musical y les diga cómo quiere sonar. Los cables, la electricidad y la tecnología se asumen como territorio de varones, lo que deviene en que sean pocas las sonidistas, ingenieras de sonido y productoras, entre las que se encuentra Lucy Patane, que cuenta su experiencia en el documental.
Otro de los puntos fuertes de la película es que refleja muy bien la lucha feminista que se viene afirmando en los últimos años en nuestro país. Recorre las marchas a favor del aborto legal y las de Ni Una Menos con tomas de pibas bajo la lluvia, abrazos de reencuentros y muchos pañuelos verdes. Además, cubre la firma de la carta de mujeres músicas por el aborto legal, como lo han hecho también las actrices y escritoras, en una jornada llena de emoción y sororidad.
No se espera de nosotras que estemos en una banda, sino que seamos musas, coristas o groupies
En cuanto a las pioneras en la escena, She Devils fue una de las primeras bandas de mujeres en posicionarse en la escena local de los ´90, proclamando derechos como la legalización del aborto en sus shows y en sus canciones. Si hoy se dificulta el acceso a la música de mujeres y disidencias, por aquellos años era aún más engorroso: "Salir a tocar era como salir a combatir. Sufrimos las consecuencias de ser mujeres, nos han tirado piedras y botellas" comenta Patricia Pietrafesa, dando cuenta de que el contexto ha sido históricamente hostil para las mujeres. Hoy integran Kumbia Queers, que mezcla sus inicios de punk con la cumbia, y podemos ver su recorrido y giras en la cinta.
Lo que esta pieza invita a reflexionar es cómo sentimos las feminidades al incursionar en el mundo musical. A través de las distintas entrevistas que se suceden mezcladas con los retratos de shows en vivo, notamos que había una necesidad de comentar sus vivencias, y a la vez, que son todas coincidentes. Se espera de las mujeres que se dediquen a otras profesiones y se nos enseña que estar en una banda no es un lugar al que podemos aspirar. A lo sumo podemos ser musas o coristas, si no es que nos relegan al lugar de groupies.
Tampoco se trata de que seamos pocas, sino que el foco de lo visible es angosto, como se escucha en la voz en off durante el largometraje, “somos punta de iceberg”. Y por si queda alguna duda de esto, al final del documental la pantalla se ve invadida por una larga lista de nombres de bandas y artistas mujeres de nuestro país que exceden las que se tratan en profundidad: las chicas (y el futuro) llegaron hace rato.
Podés ver Una Banda De Chicas hasta el 30/11 acá.
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