Luego de su exitosa y festejada performance en Cosquín Rock (festival en el cual son protagonistas desde hace varios años), los charrúas más convocantes del último cuarto de siglo pisaron el barrio de Balvanera para tocar en uno de los pocos recintos que aún no habían explorado. SPE vibró junto a La Vela Puerca en el día de los enamorados.
Tal como pasó el miércoles 13, los liderados por Sebastián “Enano” Teysera, saltaron al escenario alrededor de las 20:15, justo cuando el cielo despedía los últimos rayos de sol, para presentar Destilar (2018), el séptimo trabajo de estudio editado por los montevideanos y la continuación de un camino emprendido hace poco más de una década, cuando se produjo el último gran quiebre musical y poético del octeto. Del ska al rock más duro y de las letras de barrio a las estrofas más introspectivas, El impulso (2007) fue la placa que redefinió la identidad del grupo y la cual, inevitablemente, invitó a una renovación progresiva en el público oyente.
A pura potencia, vientos contundentes y guitarras pegadizas, ‘Velamen’, ‘Atala’, ‘La nube’ y ‘Casi todo’ pasaron volando y con una fogosa recepción del gentío, que ya se sabe de pe a pá todas las canciones de Destilar, prueba de la fidelidad argentina hacia LVP. ‘La teoría’ trajo el primer gran pogo del 14 de febrero: es uno de los últimos grandes hits que pertenece a Piel y Hueso (2011), antepenúltimo disco de una leyenda viviente que tuvo su bautismo en la Nochebuena de 1995.
La crudeza de ‘La calle adicción’ dio paso a la crítica a la religión en ‘El señor’. El reloj ya había pasado las 9 de la noche y la sensación de una avalancha de canciones clásicas estaba al caer. Con un listado que prácticamente no varió en lo que va de la gira 2019, sorprendió el murmullo en una joyita indispensable como ‘Doble Filo’ (referente a la dictadura entre 1973 y 1985 en Uruguay). Dato de color: en el recordado show que dieron en Ferro Carril Oeste en 2007, abrieron con esa gran canción de A contraluz (2004), acaso el LP más elogiado por los seguidores y la prensa musical de rock.
Como suele suceder cada vez que La Vela se toma un descanso para luego volver con los bises, se escuchó a capela una versión improvisada por los presentes de ‘José sabía’: la gente es una parte fundamental para el éxito en directo de los rioplatenses, porque ambos se complementan enérgicamente a la perfección. La cuota nostálgica continuó con ‘Mi semilla’, reivindicando el ritual de sentarse en el suelo (salvo algún colgado) y recordando que Argentina es uno de los pocos países que no está actualizado con respecto a la legalización de la marihuana. En ese sentido, nuestros hermanos uruguayos sirven de gran ejemplo.
‘Haciéndose pasar por luz’ puso el grito en el cielo y llamó a una concientización ambiental, algo que aún parece lejano. De la población mundial en su totalidad depende que el planeta Tierra no colapse en el mediano plazo: ¿seremos espectadores o protagonistas de un cambio? El cierre encontró a todos los pibes y pibas ‘Llenos de magia’ y a La Vela Puerca anunciando la próxima fecha en Capital Federal: 24 de abril en Teatro de Flores.
Deskarado como siempre, entre bichos y flores, el espíritu velero nuevamente tomó impulso en Konex y le dio otro palazo en la sien a las diez mil almas que se rindieron ante otra cátedra de rock hecho y derecho. Los colores que destiló el escenario durante los cien minutos que duró el recital representaron lo vivido: el rojo del amor, el verde de la vida y el azul de la libertad. Que los tres nos acompañen, porque sin ellos, no somos nada.