“El disco «eduardo» lo hice buscando que la gente pudiera escucharlo con tranquilidad y prestarle mucha atención a cada detalle. Para mejorar su experiencia, la mía y la de mis músicos, les pido usar el celular lo menos posible, evitar gritar durante las canciones y tratar de estar presentes en cada detalle de la noche. Me hará muy feliz escucharlos cantar todas las canciones; les quiero. eduardo.”
Con ese texto en pantalla se desarrolló el preámbulo para el debut del mexicano en nuestras tierras. Eso sí, apenas asomó, un centenar de celulares filmaron su aparición, aunque el público acató los otros puntos del pedido. Un trance hipnótico se apoderó de Vorterix y sumó el eco de mil voces a la del cantautor, a tal punto que en ‘Mantra II’, cuando el baterista se levantó sigiloso para despojar la presentación de percusiones en pos de sumar una guitarra más, nadie pareció darse cuenta.
Con solo 21 años, Eduardo compone sobre desamores como alguien de, al menos, el doble de sus días. Tal apertura de corazón le vale el cariño de sus fans, que volvieron a «fallarle» en ciertas ocasiones del show para ovacionarlo a los gritos. Finalmente, al clamor de “una más y no jodemos más”, lo dejaron partir entre vítores que vaticinan un pronto retorno.