La gira de Winona Riders por el Viejo Continente dejó una huella profunda en un público que los esperaba con ansias y los brazos abiertos. También marcó a sus propios integrantes. El grupo con raíces en Morón y Ramos Mejía visitó algunas de las capitales más emblemáticas de Europa para presentar su nuevo disco: Quiero que lo que yo te diga sea un arma en tu arsenal (2025). Un álbum arrollador que habla el idioma universal del rock.
Acaban de regresar de Europa después de una gira de dos semanas particularmente intensa. ¿Cómo fue visitar estos lugares por primera vez?
Gabriel Torres Carabajal: Perdés la noción de todo. Pasa tan rápido y con los horarios tan estrictos, todo, que llegás a perder la noción y te ponés un poco en modo automático.
Ricardo Morales: Es todo tanta info que tardás en procesar y capaz que estás diciendo ‘Ah, estoy en Europa’ cuando faltan dos días para irte. Fue tremendo conocer las ciudades de Europa a las que fuimos por primera vez. Y también a las salas. Teniendo una primera gira europea, ir por primera vez a las salas que fuimos fue tremendo. No es que caímos a bares o lugares improvisados, que tampoco tiene nada de malo y también nos hubiera gustado. Pero nos ponemos un poco a ver los lugares, y bandas que nos gustan actuales tocaron o pasaron por ahí.
Se presentaron en ciudades fuertemente vinculadas con la historia del rock, como Dublín, Londres o Berlín, pero ¿qué sintieron al tocar en una ciudad como Copenhague, en Dinamarca?
R: Fue muy flashero. Copenhague fue la ciudad en la que más argentinos había. Era como muy cerca del puerto y el lugar era un bar para doscientas personas aproximadamente.
G: Tenía un hotel con un estudio arriba que nos quedamos ahí. Como que el propio lugar te hospedaba.

No son muchas las bandas locales que se adentran en territorio nórdico como han hecho ustedes. ¿Cómo fue el encuentro con los argentinos viviendo allá?
G: Nos agradecían mucho. Tanto argentinos como muchos latinos también. Había muchos mexicanos, colombianos o peruanos que están viviendo en Londres. Brasileños que están viviendo en Copenhague, en París…
R: Y también había mucha expectativa. Mucha gente ya sabía de la banda pero, bueno, es bastante difícil que una banda de acá vaya para allá. Entonces, cuando salió lo de Europa y estábamos allá, como que la gente estaba también medio sorprendida: “che, qué bien que estén acá en tan corto plazo”. Y la gente también vino de afuera de las capitales donde tocamos. Nosotros hacíamos las cuentas y era como que venían de una, dos horas de viaje. O capaz las fechas caían un lunes o martes. En Londres tocamos un lunes y había 120 personas. Y la gente salió de laburar, al otro día laburaba y nos vino a ver.
Además del éxito de la gira reciente, en el último tiempo también han compartido escenario con algunos de los artistas que marcaron la impronta de la banda. ¿Cómo fue conocer a dichos referentes?
G: El mes pasado tuvimos el privilegio de poder abrir el show de Primal Scream en el C-Art Media. Estábamos tocando la última canción y pispeamos para el lado derecho del escenario y vimos que estaba Bobby Gillespie de brazos cruzados mirándonos con el baterista Darrin Mooney y con el guitarrista Andrew Innes, Mucha intimidación en el momento. Cuando bajamos del escenario ya no estaban… ¡y aparecieron mágicamente ellos en el escenario! Pero después del show pudimos conocerlos y son pares nuestros, son seres humanos también.
R: Que te cuentan que vienen medio arruinados por los viajes, que la otra noche se la pegaron o no durmieron bien o que están regulando y están más tranquilos…
G: El violero [Mooney] nos contaba que se le había muerto el pedal, ¡justo! Que no pudo hacer unos efectos en el show… Mirá, en Primal Scream estaba tocando Alex White, el saxofonista de una banda actual que nos gusta mucho que se llama Fat White Family, una banda británica. Y es un chico de nuestra edad y estaba también comiéndose el flash de “che, estoy tocando con Primal Scream”. “Boludo, nosotros también estamos tocando con Primal Scream y, encima, somos fanáticos de tu otra banda”.
Algunas de las influencias de la banda son evidentes en su sonido aunque la inspiración puede encontrarse también en terrenos más alejados. ¿Hay algún artista medio tabú del que disfrutan en secreto?
R: Creo que hay influencias de todo. Escuchamos todo, desde Madonna… No le hacemos asco a nada, de todo siempre sacamos. Hasta como consumo irónico sacamos cosas que las podemos reciclar y dar nuestro toque, digamos. Como volverlas a convertir. Con eso no tenemos mucho tabú. Escuchamos lo que pinte. Capaz nos reímos con ciertas cosas pero no tenemos problema con escuchar nada. Por eso, desde trap hasta arreglos de hip-hop, rap. Somos bastante 4x4 con lo que escuchamos.
G:Tampoco hay que sentir placer culposo por disfrutar la música, está buenísimo.
R: Podemos escuchar Dyango, ¿qué sé yo?
G: ¡Aguante Dyango! Mirá la que tiraste…
El pasado mes de octubre publicaron Quiero que lo que yo te diga sea un arma en tu arsenal, el álbum más reciente de su catálogo. ¿Cómo se logra mantener la frescura en un género como el rock que ya lleva siete décadas de desarrollo?
G: Manteniéndonos inquietos a nosotros mismos. Siendo fiel al criterio que tenemos entre nosotros. Estamos constantemente escuchando bandas nuevas o pasándonos música que no conocemos entre nosotros. Mismo también nos puede tocar estar seis meses obsesionados con una sola banda y tratar de sacarle todo el jugo que se pueda.

¿Dónde lo grabaron y con quiénes trabajaron durante la producción?
R: Lo grabamos en SoundRec, un estudio que principalmente graba soundtracks de películas, mucho tango. Es un estudio preparado para ese tipo de música. No era un espacio tan convencional.
G: Lo grabó Santi Vidiri, nuestro bajista, porque él trabaja en el estudio y lo conoce de pe a pa. Los productores fuimos nosotros y estuvo asistiendo Mauro Taranto, encargado de la mezcla y el mastering desde el disco anterior [No hagas que me arrepienta (2024)] Estuvimos seis jornadas en total e hicimos dos discos en un mes.
Entonces… ¿Hay un disco que no existe?
G: Que todavía no existe. Decidimos tomárnoslo más tranquilo y que salga a principios del año que viene. Lo bueno de eso es que van a entrar dos o tres canciones más. Se viene un disco más largo, un disco más rockero, más guitarrero que, bueno, es un poco redundante porque todos los discos nuestros son de rock, o de ‘rock alternativo’, si lo querés tipo catalogar en algo. Pero este será, indefectiblemente, más rockero.
R: Es más pesado este. Más ‘sabbathero’ [Haciendo alusión al sonido de Black Sabbath].
G: Muchos momentos épicos tiene, que eso no lo habíamos rozado tanto.
Hablamos de la gira y el nuevo disco pero quiero retroceder por un momento hasta el primer show de la banda en Ramos Mejía…
G: Yo no estaba, yo todavía no tocaba. Ricky estaba…
R: El primer show de Ramos estábamos Ari, Fran y yo. Éramos dos guitarras y una batería. Tocamos para seis personas, literalmente. Y el lugar donde tocamos [Salas Tifón] era la sala de ensayo, que los fines de semana se hacían fechas así que fue nuestro lugar donde comenzó. Terminamos siendo muy amigos y muy colegas con el dueño y después nos terminó ayudando en la cuarentena que nos pasó la llave de la sala: ‘chicos, ustedes cuando puedan métanse y ensayen’. Era Fran, Santi y Gabi viniendo en bondi…
G: ¡Los permisos falsos!
Seis años pasaron de aquel entonces y ahora regresan al Teatro Flores, un lugar icónico que acaba de cumplir 20 años. ¿Qué representa tocar ahí?
G: Es un gran lugar. Yo estoy bastante nervioso porque siento como que las nueve fechas de la gira europea que nos acostumbramos más a lugares chicos y eso me dejó como predispuesto a eso. Y ahora volver a un teatro grande en Buenos Aires. Pero voy a estar el viernes ahí y va a estar todo bien [risas].
