En el estudio se escucha música constantemente. Varias veces a lo largo de la tarde pasan pibes con instrumentos. Suben una escalera, se encierran, tocan, vuelven a bajar. Ese movimiento constante se detiene en una habitación, justo al lado de la puerta. Allí Marilina Bertoldi conversa durante un rato con cada uno de los periodistas que vinimos esa tarde a entrevistarla. Entre charla y charla sale del cuarto, saluda, toma café y vuelve a entrar. Sonríe, es extremadamente amable con todos. No logro descifrar si es consciente de que para nosotras, las chicas del grupo, este momento es sumamente especial.
“En general estoy en un momento de orden personal”, cuenta. “Estaba desordenándome mucho, durmiendo muy poco, tomando poca agua. Ordenarme me sirvió para estar con energía ahora, con buena onda”, afirma. Mira fijo, se nota que está cómoda.
La artista sacó en marzo PARA QUIEN TRABAJAS Vol. I., uno de los mejores discos del año. Estos meses están siendo bastante intensos: pasó por casi todos los programas de streaming y dió notas a muchísimos medios. No le encanta explicar de qué van las canciones: por lo general no se acuerda, y siente que miente cuando las analiza.
PARA QUIEN TRABAJAS Vol. I (2025). es un disco sumamente político, pero que no necesita ser explicativo. Tampoco huye de la literalidad. Desde la increíble “escupimos para arriba, no es lluvia es Argentina”, en ‘Autoestima’ a “se me va la vida deteniendo monstruos”, en ‘Monstruos’, un tema basado en el triple lesbicidio en Barracas, Marilina dice lo que tiene que decir. Y lo dice de forma clara y directa, aunque sin ser tan específica.
“El que me conoce sabe de qué estoy hablando, se imaginan a quién voté”, afirma entre risas. “Creo que, de las canciones en la historia que hablaron de eventos políticos puntuales, las que a mí más me emocionan son las que menos definen. A la vez no dejan de ser claras, solo que hablan de algo mucho más universal. Creo que hay ciertos padecimientos que no son específicos de un malvado, son cosas que se repiten”.
La cuestión circular está muy presente en la narrativa del disco. “Yo creo que esto es un ciclo Quiero transmitir optimismo. Pero siento que hace un tiempo había más esperanza”.
Citando nuevamente ‘Autoestima’, Marilina canta “Esto es lo que se estila, pasa el tiempo todo se olvida”, para terminar la canción sampleando ‘Mejor No Hablar de Ciertas Cosas’, de Sumo. Hay cosas de las que Marilina “no quiere hablar”, ella “no quiere hablar de ellos”. Irónica, trae a la voz de ultratumba de Luca para que le recuerde que esto ya pasó, pero nada sirve. Sin embargo, Marilina empezó, y ya no va a dejar de hablar.
“No pasa que los tipos no tengan nada qué decir, siento que nunca eligen decir lo que realmente les pasa”
No son los únicos samples del disco, un recurso que ya había incluido en Mojigata (2022). Sin embargo, si en Mojigata las voces que la acosaban eran las propias (una especie de ‘autosampleo’), ahora el peligro, y lo hermoso, está en el exterior. En un movimiento sumamente tierno y esperanzador, el disco comienza y termina con sus sobrinos hablando con ella. Pero lo que sucede en el medio es terrible. Durante todas las canciones hay voces detrás: voces gritando, susurrando, conversando. En muchos casos no se entiende lo que dicen, pero sabemos que no son voces amigables, sino sumamente amenazantes.
“Hay algo en el sample que me gusta, tiene el grano perfecto. Lo hice mucho con mis sobrinos, pero también con Luca (Prodan). Es muy divertido samplear”, cuenta. Las voces que incluyó en este álbum no fueron buscadas, las sacó de la radio. Trajo el estudio una radio de su abuela, la prendió y empezó a mover el dial. En menos de media hora de grabación consiguió todas las voces que necesitaba. Voces que, en sus palabras, “definen muy bien la actualidad”.
Luego del lanzamiento del disco, Marilina Bertoldi pasó por Futurock y, en una nota junto a Julia Mengolini, rectificó algo que ya había dicho en 2019 luego de ganar el Gardel de Oro por su disco Prender un Fuego (2018): los hombres no tienen nada para decir. Otra variante de esa misma frase: el rock de los hombres murió hace mucho tiempo. Le pregunto por esas declaraciones con timidez, sabiendo que es un terreno seguro pero ignorando cómo va a reaccionar. Marilina se ríe agarrándose la cara. Dice que tiró ese titular en esa nota pero que no se pudo explayar. No sabe si va a poder hacerlo ahora, pero lo intenta.
“Yo aplaudo a cualquier mujer, que esté en cualquier rol, haciendo lo que sea.
No me importa lo que digan. Me importa que estén”
“Creo que hay cosas que se pueden decir simplemente apareciendo. Existir ya es un montón para muchas identidades. Hay varones que sí están presentes, pero que solo hablan de aspiracionismo. Son el capitalismo encarnado, hablan de lo que te venden después”, afirma. “No pasa que los tipos no tengan nada qué decir, siento que nunca eligen decir lo que realmente les pasa. Nadie habla de eso. Todos sabemos cuales son los problemas que tenemos en la actualidad, la mayoría los generan muchos hombres. Pero ellos no hacen esta terapia con la música. Nosotras podemos hacer lo que sea, y nuestra presencia es un montón. Yo aplaudo a cualquier mujer, que esté en cualquier rol, haciendo lo que sea. No me importa lo que digan. Me importa que estén”.
La última pregunta es inevitable: qué hacer con el caos, con el fuego que nos rodea. ¿Consumir menos a esos chabones? ¿Dejar de escucharlos? “Es una época en la que estamos muy aturdidos, muy cansados. Jamás cuestionaría el consumo de la gente. Lo que los haga felices está bien. Yo suelo conectar con mujeres (música hecha por mujeres, radios y streaming de mujeres) y lo que más disfruto es que me relajo con ellas. Le deseo eso a cualquier persona”.
La tarde termina y nos despedimos. Alguien me dice que fue una linda nota, aunque estoy segura que todas las que hizo esa tarde fueron excelentes. Al salir sigo un poco conmocionada: Marilina abrió tantas puertas en nuestro país que es imposible dimensionar su impacto. No hay artista mujer o disidente que no la tenga como una de sus principales referencias en el país. Su obra, sus declaraciones, aquel discurso de 2019 en el que cuenta que la única mujer que ganó ese premio fue Mercedes Sosa, y que en ese momento estaba ganándolo una lesbiana, fueron momentos icónicos para la comunidad y para todas las pibas que estaban buscando hacerse un lugar en esta industria. O para aquellas que ni siquiera lo veían como una posibilidad, porque no había nadie como ellas ahí, arriba. Haciendo cosas increíbles.
Marilina hizo todo eso en un país que estaba preparado para hacerla perder. Pero ella ganó.