Se hicieron famosas por Bandcamp y lograron telonear a The Libertines antes de tener un primer disco grabado. Leave Me Alone (2016) y I Don't Run (2018) les permitieron girar por todo el mundo en una gira continua e incesante. Sin embargo, consideraron pertinente detener los viajes y abocarse a grabar el disco que las termine de consolidar en el indie mundial. Las españolas Hinds abandonaron brevemente el sonido garagero de sus discos anteriores para incursionar en un pop rock tan elegante como rabioso. Producidas por Jennifer Decilveo (Albert Hammond Jr, Demi Lovato), el cuarteto formado por Adelaida Martin (bajo), Amber Grimbergen (batería), Ana Perrote y Carlotta Cosials (ambas en guitarras y voces) evolucionó sónicamente en The Prettiest Curse (2020). De su propuesta más ambiciosa, de sus formas de componer y el rol de los productores, SPE tuvo el gusto de hablar con Carlotta.
¿Se pusieron metas u objetivos en la creación de este álbum? ¿Crees que las cumplieron?
Carlotta Cosials: Ciento por ciento. Es un álbum que nos puso a prueba en muchísimos niveles, planteando abordar un género en el cual nunca nos habíamos movido. Nos hemos inclinado hacia canciones pop y siempre habíamos sido más rockeras de género, entonces considero que ha sido valiente mirar para adelante y decir: “Venga, podemos con esto”, sin mirar atrás, sin miedo.
A su vez, haber metido más instrumentos en el LP es una prueba superada. Está repleto de teclados y saber combinarlos con buen gusto junto a las guitarras no es fácil. También por fin hemos conseguido hablar y cantar en español. No es sencillo el spanglish, muy fácilmente podría dar como cringe, y creo que ha quedado como super natural y genuino; al fin y al cabo es como nos comunicamos nosotras. Es el disco más ambicioso de todos, en plan de “no estoy haciendo algo que tengo clarísimo cómo hacerlo, sino que me estoy atreviendo a hacer algo nuevo”.
“Cuando compones una canción le tienes cariño, pero a veces no es fácil ser objetivo y decir: ‘Oye, esta parte es una mierda’”
Tengo entendido que incluso desde el lado de la composición experimentaron algo nuevo, como iniciar las canciones con teclados en vez de guitarras.
CC: Afirmativo. Ha sido una gran idea que yo no pensaba que era tan importante, creí que iba a dar igual, y fue el caso opuesto. No tiene absolutamente nada que ver tocar Fa Do en la sala de ensayo con la guitarra distorsionada, que estar haciéndolo en un piano y cantando super suavecito, o ejecutarlo con la guitarra española con Ana en casa gritando. Hemos mezclado canciones que nacieron con una acústica con otras que surgieron con una batería electrónica, con un sintetizador OP 1, y temas que salieron en el local de ensayo. Creo que ha sido súper sabio forzarnos a que surgieran las canciones en momentos diferentes porque hizo que las composiciones no se parezcan tanto entre sí. Nos ha dado versatilidad como músicas y como instrumentistas.
Me imagino que en esa versatilidad se puede percibir la buena relación que tuvieron con Jennifer Decilveo, su productora. ¿Cómo fue esa experiencia?
CC: Súper buena. Uno nunca tiene claro cuánto un productor se tiene que meter o no en las decisiones artísticas. Justo cuando empezamos a hacer pre producción con Jennifer, estaba leyendo el libro de Paco Loco, Cómo No Llevar Un Estudio de Grabación (2016). Paco es un tío que es la monda, lleva mil años en el mundo de la música, tiene su estudio de grabación —donde hemos grabado los dos discos anteriores—, es un referente. Él cuenta en su libro que tienes que confiar en el productor como uno más en la banda, contar con su gusto artístico como si fuera el tuyo, porque cuando compones una canción le tienes cariño y no es fácil ser objetivo y decir: “Oye, esta parte es una mierda” [risas]. Entonces el hecho de habernos topado con Jenn y haberle depositado tanta confianza ha sido súper saludable, nos ha hecho trabajar mejor a todas. Ella nos potenció alentándonos: “Carlotta, coge la guitarra, creo que aquí falta una”, y yo de pronto me he sentido más guitarrista que nunca. Está lleno de solos que por detrás la viola hace el acorde abierto. Me he flipado más con este instrumento.
Se siente que el álbum tiene muchas capas sonoras. ¿Cómo piensan llevarlo al vivo? ¿Planean hacerlo más crudo o quieren replicar el sonido exacto del estudio en el show?
CC: Vamos a hacerlo mitad y mitad. Por ahora no nos habíamos planteado meter a una quinta persona, pero yo creo que podemos porque Ana se ha puesto las pilas con el teclado. Se lo regalamos por su cumpleaños, así que ahora en cuarentena le ha estado dando a tope y es una crack autodidacta del piano. Creo que, con nuestra política de esfuerzo y de hacerlo todo nosotras, lo podemos conseguir. Estamos adaptando los directos para que estén a la altura de la calidad del álbum. Amber se compró una batería electrónica Roland SPD para ir con el metrónomo y tener los samples que suenan, así que vamos a seguir tocando en directo como unas campeonas.
Para ir finalizando quería compartirte una sensación que me transmitió el LP: sentí que era un disco viajero, ideal para ir en un auto con amigos en la ruta. ¿Creés que hay algo de eso?
CC: Nadie ha dicho algo así, pero tienes toda la razón. Es un álbum que hemos compuesto durante mucho tiempo, en casi 10 meses. Ha pasado por muchas ciudades con tintes diferentes que influenciaron en el resultado. Hay canciones que claramente suenan a Los Ángeles, como ‘Riding Solo’; otras que son más de Madrid como ‘The Play’ y ‘Take me Back’, que son más guarras, y luego otras que tienen más puntos de Londres como ‘This Moment Forever’, que no sé si es por Harry Potter (2001) o algo [risas], pero a mí me resulta una ciudad un poco mágica a pesar de tener una nebulosa triste. Creo que se nota el mix de ciudades y lugares, de nuestra vida al final porque es esto: viajar, estar en lugares diferentes todo el rato, con personas diferentes, descubriendo nuevas costumbres y maneras de hacer. Creo que nos dejamos empapar de la atmósfera que tiene cada lugar y se ha visto reflejado en el LP.
Entiendo. No sé si fue intencional, pero se siente.
CC: Pues no. Cuando estoy en el año de componer, como que cambio de actitud y me vuelvo una esponja, todo se convierte en una posible inspiración y solamente el aire que respiras ya puede influir mucho en la energía de una canción. Mientras que en los años que son de girar tu carácter se convierte casi en el de un soldado, en plan “Dios mío, hay que sobrevivir esto” [risas]. Muchísimas ciudades, muy pocas horas de sueño. En síntesis, el año de componer es más sensible, es un año para estar alerta a estímulos; el año de girar es lo opuesto y no me puedo permitir estar de bajón, ¿sabes?