Fotos por @acorazonada
Ante un Niceto colmado y con una respetuosa puntualidad, salieron al ruedo por primera vez en Buenos Aires, The Lemon Twigs. Los hermanos Michael y Brian D'Addario con guitarras a cuestas, el sólido Danny Ayala toca el bajo y Reza Martin, la batería. Todos cambiarían de instrumentos incontables veces a lo largo de los setenta y cinco minutos que duró su ajustadísimo y caóticamente prolijo show.
Sin preámbulos, arrancaron el primer racimo de canciones, con ‘My Golden Years’ como rompehielos, primer corte de su última placa, A Dream Is All We Know (2024). Inmediatamente después, un tema nuevo, ‘I've Got A Broken Heart’. Y ahí comenzó una ráfaga de cuatro o cinco canciones, una detrás de la otra, sin respiro hasta que, promediando el show, procedieron a intercambiarse instrumentos. Ni siquiera hubo tiempo de festejar su contundente arranque con los típicos cánticos locales, todo estaba apretado y cronometrado para dar un primer golpe bien fuerte, certero. En el primer silencio para saludar, el lugar se vino abajo en gritos y los hermanos D’Addario respondieron muy agradecidos.
El momento en que Michael se sentó a la batería generó euforia en el público. Tuve la sensación de que toda la gente sabía algo que yo no sabía. No pasó mucho hasta que noté que el parecido físico de Michael con Keith Moon de The Who, parecido que se conjugaba con una salvaje técnica, también similar a la del prócer inglés de los parches.
Llegó el momento de pelar balada y todo se calmó. ‘Any Time Of Day’ de Everything Harmony (2023) es un monumento sonoro a Bee Gees y a Barry Manilow. La voz principal susurra un agudo acarameladísimo a la que, al llegar al estribillo, se le suman tres voces más en el mismo registro y forman una armonía idílica. Estribillo que, llegando al final de la canción, se repite una y otra vez subiendo un tono, para llegar a un final tan solitario como el principio, con Brian a capella.
Lo que me lleva a hacer un paréntesis. No se puede hablar de The Lemon Twigs sin hablar de sus influencias. Y no voy por el lado del género, si son glam, pop, rock psicodélico o qué. Es una banda que sostiene el estandarte de The Beatles, The Beach Boys y The Who, y lo combina con el romanticismo de los cantautores de los setenta para después decorarlo con carisma y talento a borbotones.
El cuarteto de Long Island llegó al supuesto final de su set, se retiró a camarines y, sin siquiera tomarse un vaso de algo, Brian volvió solo al escenario con su guitarra acústica en mano, para llenar el ambiente con la dulzura de ‘When Winter Comes Around’, una balada de encendedores que se coreó a bajo volumen, así no se perdía en el ruido la prístina voz de Brian.
Y volvió la banda completa, dispuestos a tener un final a toda fiesta, tocando ‘Mother's Little Helper’ de los Rolling Stones, un cover (que no iba a ser el único cover) que llevó al público a saltar más aún. Le siguió el caballito de batalla de cierre de shows, ‘How can I love her more?’ que es infalible para finalizar un enérgico recital en el que repasaron toda su discografía. Pero eso no era todo, algo quedaba en la mágica galera de los hermanos D'Addario. Fuera de programa, anunciaron una canción más y comenzaron a tocar otro cover. Eligieron ‘I'll feel a whole lot better’ de The Byrds, que no es otra que aquella canción que Charly García popularizaría por estos lados bajo el nombre ‘Me siento mucho mejor’. La euforia era total. El público cantó los estribillos en castellano, casi tapando las voces microfonadas. Épico.
La maravillosa performance de The Lemon Twigs me dejó más que asombrado, asistí a uno de esos espectáculos de los que se habla con mística. Pero por sobre todo me quedo con el gesto de una banda interesada en conectar con el público dándole entidad a la cultura del país que visitan. La gente respondió con creces. El 3 de junio, los de New York generaron un primer vínculo fuerte con Argentina. Espero que pronto podamos seguir haciéndolo crecer.