Fotos para Roilling Stone por Soledad Amarilla / @solar.___
Es difícil dimensionar el big bang que representó el nacimiento del punk. En tiempos donde la rebeldía se había acabado, nublada por los miles de billetes; donde el rock era cada vez más complejo y menos cercano a su público. Fue entonces, en medio del caos y de un presente político distópico, que surgió una nueva manera de vivir: el punk. Pero a pesar que los Sex Pistols quedaron como el ícono de ese movimiento británico, los primeros fueron los malditos: The Damned. Este sábado, en una visita inesperada a Buenos Aires, hicieron que el Teatro Flores viva el fervor de sus cuatro eternos rebeldes integrantes.
La estética de The Damned fue siempre muy particular. A pesar de que tres de sus miembros moldearon el look clásico punk, Dave Vanian, su vocalista, fue el padre de la estética gótica. Consecuentemente, el sonido de la banda atravesó numerosas transformaciones, pasando por un pulido post punk y por décadas asentándose en un sonido marcadamente gótico. A pesar de que precisamente discos de estos estilos como Phantasmagoria (1985) o Strawberries (1982) han sido el punto central de numerosas giras, su show los mostró volviendo a sus raíces. Con Machine Gun Etiquette (1979) y Damned Damned Damned (1977) como banderas, quedó claro que no perdieron un gramo de rebeldía, ni tampoco un beat por minuto.
De antesala se presentó la Dub Clash Orchesta liderada por Sergio Rotman, con el más fino dub del Río de la Plata, para que posteriormente haga un set acústico otro pionero punk: T.V. Smith, vocalista de The Adverts. Aquella fue una de las bandas que con más orgullo llevaba la falta de conocimiento técnico sobre sus instrumentos como bandera. Autores de ‘One Chord Wonders’ (maravillas de un acorde) dejaron en claro su mensaje: a pesar del miedo al fracaso, hay que persistir —y él lo sigue haciendo—.
La banda principal, a pesar de tener una estética tan bien curada, no anduvo con grandes aires de estrella a la hora de subir al escenario. Con el telón abierto, los músicos se acomodaron en sus lugares e inmediatamente empezaron a tocar ‘Love Song’. Fue el inicio perfecto para un show que se balanceó entre momentos emocionales y salvajes. Pasando tanto por versiones aceleradas de ‘Second Time Around’ y ‘Born to Kill’, pero también creando escenarios etéreos con ‘Life Goes On’, cantada por su guitarrista Captain Sensible.
Resultó sorpresivo también el enfoque tan grande de su show alrededor de su Black Album (1980). A pesar de no ser un trabajo tan aclamado como los álbumes mencionados anteriormente, fue de lo más tocado. Abrieron el bis con ‘Curtain Call’, la pieza más extensa que grabaron en toda su discografía (más de 15 minutos), expresando que es una de sus composiciones que más valoran. Algo similar contó Vanian con ‘Dr. Jekyll and Mr. Hyde’, realizando casi una militancia para revalorar un LP que para muchos pasa desapercibido —y que imagino todos los presentes en el Teatro Flores volverán a escucharlo con más atención—.
Fieles a sus raíces, la banda cerró el set con los platillos en llamas… literalmente. Rat Scabies encendió una flama en su batería y en el fulgor comenzó a tocar la inconfundible introducción a ‘New Rose’. La imágen de Brian James, guitarrista fundador de la banda y quien tristemente falleció una semana atrás, se iluminó en las pantallas del Teatro. El primer single de la historia punk hizo explotar al Flores previo a una conclusión con la inoxidable ‘Smash It Up’. Una fiesta total, donde diversas generaciones celebraron a uno de los grupos más impactantes de los ‘70. Eternos los Damned.