THE CULT: LA ACTITUD POR ENCIMA DEL CUERPO

Celebraron 40 años de rock con un show sorpresa y una remera de Maradona

Fotos por @acorazonada

Durante los ‘80 el mainstream estaba dividido en dos: el metal (con su preponderancia glam) y los «post new wave» (donde tenías desde góticos hasta electrónicos). Imaginando este escenario como un salvaje oeste, listo para ser conquistado; fue entonces que un grupo gótico se transformó. Dejando atrás su primer nombre (The Southern Death Cult), pasaron a ser simplemente The Cult. Priorizando los riffs y texturas psicodélicas, evocando al hard rock setentero, pero con un aire fresco. De esta manera cautivaron al mundo, y cuatro décadas más tarde, regresaron a Buenos Aires para una nueva ceremonia en Obras Sanitarias

Al ritmo de la ‘Cabalgata de las Valquirias’ de Richard Wagner, acompañada por el ruido de helicópteros, evocaron aquella épica de Apocalypse Now instantes antes de comenzar. Sin siquiera bajar las luces del escenario, la banda se acomodó con naturalidad. Carentes de glamour exagerado, simplemente se pararon en sus posiciones y el pegadizo riff de ‘In the Clouds’ comenzó a vibrar en el aire. ‘Rise’ fue el segundo tema, continuando con los aires de metal alternativo hasta que llegó la inoxidable ‘Wild Flower’, un ejemplo perfecto del sonido que los hizo famosos. Miles de personas saltaron a la par, coreando con Ian Astbury.

El setlist se centró en sus álbumes Love (1985) y Sonic Temple (1989), pero llegó hasta incluso su más reciente Under the Midnight Sun (2022). De todos modos, fueron sorpresivas dos decisiones: tocar tan solo dos canciones de su clásico Electric (1987) e ignorar por completo a Ceremony (1991).

 

El concierto, con sus altos y bajos, se convirtió en el escenario ideal para debatir sobre qué es más relevante en el rock (y en tantas otras cosas): el cuerpo o la actitud. Sin caer en un terreno irrespetuoso ni muchísimo menos, hay que remarcar que Ian Astbury está distinto. A pesar de mantener sus movimientos de boxeador y fluir sobre el escenario como una pantera, su voz ya no es la misma. Su tan característico tono prevalece, pero las canciones más intensas parecería que de a momentos se le tornan un poco cuesta arriba (y lógico, considerando que ya tiene más de 60 años). Pero tal como un experimentado jugador de fútbol, de a momentos se nota que «se guarda» fuerzas para los momentos en los que vale la pena usarlas. En algunas canciones dejaba algo que desear desde lo vocal, pero instantes después, cuando llegaban sus grandes éxitos, se desquitaba. El líder supo lograr que su público sea el coro perfecto (notoriamente ‘Rain’ o ‘She Sells Sanctuary’) y en todo momento su aura logró prevalecer por encima de todo.

Entre los momentos más remarcables tenemos una extensa y salvaje versión de ‘Sweet Soul Sister’, donde el cantante recordó sus épocas al frente de The Doors. Unas líneas de ‘Riders on the Storm’ hicieron eco por el Estadio de Obras en un momento electrizante, y tras una larga sección instrumental volvieron al estribillo. Casi con lágrimas en sus ojos, Ian remarcó que en más de 40 años de tocar junto al guitarrista Billy Duffy no recordaba muchos momentos suyos tan brillantes como el que acababa de suceder. Otro suceso imborrable fue ver al cantante salir al bis con una remera de Diego Armando Maradona, llevando a que el público corée por el 10. 

Como conclusión perfecta para una noche emotiva, anunciaron un show sorpresa para el martes 4 de marzo en el Teatro Vorterix. Todavía queda otra misa del culto.

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