MARILINA BERTOLDI: AUNQUE EL MUNDO SEA HORRIBLE, CON VOS LA PASAMOS BIEN

Trabajamos para vos

Hay un montón de remeras colgadas de una reja. A medida que pasa el tiempo, las manos rápidas y eficaces de las chicas que atienden las sacan, las doblan, las meten en bolsas, las entregan. Las remeras son muy parecidas: casi todas tienen la silueta de las Islas Malvinas y los ojos de Marilina Bertoldi ubicados justo en el medio. Como si ella fuera las islas, o las islas fueran ella. Las que no tienen esos ojos mirándote son totalmente blancas y tienen una frase estampada en color negro: ojalá se muera tu abusador. 

Marilina Bertoldi ya demostró todo lo que tiene que demostrar, y ahora solo le queda divertirse. En PARA QUIÉN TRABAJAS Vol.I (2025) llevó al extremo una búsqueda que ya había iniciado con Mojigata (2022): hablar con las voces que la rodean. Si en Mojigata esas voces eran ella misma personificando a otras personas, en PARA QUIÉN TRABAJAS Vol.I son, literalmente, otras personas. Son sus sobrinos, son los políticos, son las noticias, es el público. La atmósfera que genera es asfixiante sin dejar de lado, por supuesto, el humor. Marilina se ríe mucho de sí misma y de todo lo que la rodea, como si la única manera de entender toda esta locura fuera quitándole un poco de importancia. 

 

El setlist, si bien estuvo enfocado en su último material
discográfico, recorrió casi toda su carrera.

 

En el show en vivo ese humor se traduce y se resignifica. La exageración es la clave. Con una peluca color rojo intenso y un look de princesa trash postapocalíptica, Marilina cambió cuatro veces de vestuario: desde usar una corona y un vestido para canciones como ‘Amuleto’, una chaqueta roja llena de brillos en ‘La Cena’ o una peluca rubia y un blazer (en un look que recordaba a una figura muy específica de la política actual) en ‘MDMA’. Marilina comunica a través de todos esos detalles. Por si no nos quedó claro, fue con el último look y justo luego de agradecer al público por venir, que hizo su único, y más que suficiente, statement: “voten bien”, gritó. 

Marilina cambia de banda con cada disco. Cada álbum tiene una sonoridad completamente diferente. En línea con eso, los músicos que la acompañan también lo son. En esta ocasión se presentó con Choki Giaquinta en bajo, Nano Cantarini en guitarra y Manu Fernández en batería, en una simbiosis perfecta. El setlist, si bien estuvo enfocado en su último material discográfico, recorrió casi toda su carrera. Al final de ‘Fumar de Día’ Marilina dejó de tocar porque dijo que le aburría esa canción (lo cual es totalmente entendible, salió hace siete años), y la enganchó con ‘Correte’, en un acto que claramente no fue casual ni espontáneo. Cualquier show de Marilina me deja la sensación de estar planeado al detalle. Cada movimiento y cada arreglo destila obsesión y excelencia. Lo de ‘Fumar de Día’ claramente no fue un capricho, sino un chiste interno. Está harta, lo dice, la entendemos y seguimos. 

 

Como un grito que viene desde otro lado, recurrió
al tema que cierra su disco para cerrar el show.

 

‘MDMA’ parecía el cierre perfecto para una noche intensísima. Cuando terminó y los músicos se fueron, Marilina seguía en el escenario. Vestida con la peluca rubia y tirada en el piso, comenzó a tocar ‘Monstruos’. Marilina no cantó esta última canción, ni siquiera tenía micrófono. Como un grito que viene desde otro lado, recurrió al tema que cierra su disco para cerrar el show. Es desesperante, terrorífico. Digno de la época que estamos viviendo. “Se me va la vida deteniendo monstruos”, canta como un grito roto, para al final admitir que el monstruo sos vos. Sin embargo, aparece al final la voz de su sobrino. Una voz que también apareció en el recital: “Bueno, espero que la estés pasando muy bien.Te mando un beso y un abrazo muy grande, chau”.

Sí, es todo muy desesperante, muy horrible. Pero ahí, esa noche, nosotros también la pasamos bien. 

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