“¡Conmigo Buenos Aires!”
Con uno de los mantras que va a repetir a lo largo de la velada, Manu Chao, luego de salir al escenario con una sonrisa de oreja a oreja y levantando los brazos en pose de fuerza, como si fuese un físicoculturista que a las claras no es, da por comenzada su segunda tanda de recitales «íntimos» en el Teatro Flores al son de ‘¿Y Ahora Qué?’, inmediatamente después de cederle el escenario a uno de sus amigos de La Colifata.
“La exaltación de la gente llegó al punto de que ellos mismos entonaban los bises”
Acompañado, al igual que en su presentación en La Plata, de Lucky Luciano, un guitarrista oriundo de Lanús; Mauro Metralla, un percusionista de Montevideo; y una trompetista llamativamente anónima, El Chapulín Solo sostuvo durante toda la noche una (sino «la») marca registrada de sus recitales, independientemente del formato y la formación: los medleys que enganchan dos o tres canciones. ‘La Vida Tómbola’, ‘Me Llaman Calle’ y ‘Si Yo Fuera Maradona’ se ensamblaron en el primer punto alto del show, subiendo cada vez más la intensidad de la música que parecía cada vez menos acústica.
Conforme avanzaba el evento, las intromisiones de ‘Pinoccho’, el tema que emplea El Chapulín habitualmente para mover a la multitud, y del bis de ‘Mala Vida’ se fueron haciendo cada vez más frecuentes entre canción y canción y le daban poco respiro al «campo», que de todas formas estaba acostumbrado a niveles aun más intensos. La exaltación de la gente llegó al punto de que ellos mismos entonaban los bises antes mencionados cuando el silencio se hacía presente, a lo que el exlíder de Mano Negra respondía entonando los acordes complementarios.
Después de dos horas plagadas de bises y perlas, como los covers de ‘Iron Lion Zion’ de Bob Marley (lógicamente enganchado con su histórico ‘Mr. Bobby’) y ‘Huelga de Amores’ de Divididos, y de temas como ‘Malegría’ o ‘Lágrimas de Oro’, dos no habituales en sus setlists, Manu Chao saludó eufóricamente al público, golpeándose el corazón con el micrófono, como si del desenlace se tratase. Si bien los encore son una característica casi infaltable de cualquier recital, la duración (que ya había superado a la de sus apariciones previas), el cierre (que al final no fue tal) y la euforia del último tramo daban por finalizado el show.
Pero no, ‘Cómo que no?’: al ritmo de la canción del uruguayo Gustavo Pena, El Chapulín vuelve al escenario con otro extenso medley, seguido de la última joyita de la noche, la intro cumbiera de ‘La Danza de los Mirlos’ para el clásico ‘Por la Carretera’/’El Viento’ y, ahora sí, el final con la infaltable ‘La Primavera’ / ’Me Gustas Tú’. Cierre a puro bis a pedido del público y con el propio Manu bajando del escenario para saludarlos, tras subir a un parlante en su última arenga.
En definitiva, el nuevo formato acústico lo encuentra al franco-español igual de vivaz que siempre, moviendo al público como solo él sabe hacerlo y abrigado por su querida gente. El concierto tiene la particularidad de dejar a uno preguntándose si realmente hay temas «infaltables» en los recitales de Manu Chao: pase lo que pase y sea lo que sea, la sensación que uno se lleva es de que los tocó, de alguna manera, todos.
El jueves debutará en Santa Fe y el domingo cerrará con la cuarta y última presentación en Flores (las entradas para ambos shows se pueden conseguir aquí). Porque, como ya dijo hace años, él no se va de gira para viajar cada noche. Él se instala en el lugar donde toca (porque no está solo nunca). Porque con él siempre está, cuando menos y como repitió el domingo, Buenos Aires.
“Volveré siempre Buenos Aires”