EL KUELGUE: NO HACE FALTA QUE TODO TENGA SENTIDO

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Fotos por Delfina Fariña / @delfinaf.ph

A minutos de que comience el show de El Kuelgue en el Movistar Arena, los alrededores del venue en Villa Crespo estaban tan llenos de gente que comencé a dudar: quizás hay otro show en el C Art Media, que queda a unas cuadras. Quizás hay un partido de Atlanta, el estadio que queda justo al lado. Pero no: la fila de gente que se movía lentamente por Corrientes y que en ningún momento dejó de crecer terminaba en la puerta del Movistar. Todos veníamos a ver el mismo concierto. 

Este show se suma a la seguidilla de fechas que comenzó el año pasado, con el festejo de los 20 años de la banda. Un número que, más allá de su condición simbólica, nos ubica bastante bien en la escena. Si bien todavía queremos sentirnos jóvenes, queremos ir a recitales y seguir cantando esas canciones que nos hacen sentir que todo está bien (o que todo está mal), El Kuelgue está en otra categoría. Como un amigo al que conoces hace tanto tiempo que no le podés mentir, porque se da cuenta. Como esas personas con las que charlas y la honestidad en la conversación es una condición fija e inmutable del vínculo. 

 

Mucho se escribió sobre las letras de El Kuelgue. Y, luego de 20 años, el debate parece un poco obsoleto

 

El setlist incluyó canciones de Hola Precioso (2023), su último álbum, muchísimas de las clásicas y un grupo de invitados especiales: Zoe Gotusso se sumó en una versión preciosa de ‘Carta Para No Llorar’, Mateo Sujatovich (frontman y líder de Conociendo Rusia) en un cover de ‘Mil Horas’, combinado con un tema propio, ‘Quiero Que Me Llames’, y el Mono de Kapanga en una versión muy divertida de ‘Show Me Your Monkey’, mezclada con ‘El Mono Relojero’. 

Mucho se escribió sobre las letras de El Kuelgue. Y, luego de 20 años, el debate parece un poco obsoleto. Es cierto que sus primeras canciones eran menos crípticas que las últimas. Por poner un ejemplo, ‘Bossa & People’ de 2012 no podría ser más clara: “Andate con el alto y dejáme acá que debe tener popularidad. Espero que te sirvan sus consejos porque a mi casa no vas más”. Sin embargo, el quiebre sucedió hace tanto tiempo que parecería que los temas de El Kuelgue siempre fueron así: nos gustan, pero no los entendemos. Y tampoco intentamos entenderlos. 

Creer que hay un mensaje críptico consciente y pensado, que las letras tienen significaciones más allá de su literalidad es producto de nuestra necesidad (humana, por supuesto), de llenar de sentido los huecos que no entendemos. La propia banda afirmó muchas veces que solo son amigos divirtiéndose, y punto. El Kuelgue ingresa en el espacio de sinsentido en el que no hace falta mucho más que música y palabras. Un camino abierto, al menos en nuestro país, por Illya Kuryaki and the Valderramas, y continuado, en su categoría más surreal, por Louta. Un camino que, en estas fechas en el Movistar Arena llenas de teatralidad y con muchísimos músicos en escena, llegó a su punto cúlmine de perfección. 

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