Fotos por @acorazonada
Todavía era de día cuando comenzó la función en el Stage Rock. Un temblor sorprendió a todos los que todavía aplaudían a La Vela Puerca en el escenario de al lado. Esa incómoda vibración pronto resultó ser ‘(Irreversible)’, la primera canción del set de Dillom. Este inicio instrumental sería seguido por la frase: “Déjenme solo / el mundo está en mi contra” primeras palabras del artista mientras empezaba ‘Coyote’.
Dillom se veía como un Elvis en sus últimos días, con un traje negro, camisa blanca con el cuello levantado y lentes de sol. También lucía un flequillo medio rollinga acorde al festival. A la vez, empuñaba una guitarra Fender Mustang digna de Kurt Cobain a la que atacaba con la misma intensidad con la que impactan sus palabras. Siguieron ‘PISO 13’ y el funky-trap de ‘Mick Jagger’ con su evidente mención a los Red Hot Chili Peppers, una de las grandes influencias de este muchacho nacido en Once. Para entonces, el público ya coreaba su nombre como en una cancha: “Olé, olé, olé… Di-llom, Di-llom”.
Por supuesto que toda la atención de la audiencia recae en él, pero cabe mencionar especialmente a la banda que lo acompaña. Un trío total black que oscila sin problemas entre estilos sin perder nunca la credibilidad. Por ejemplo, pasando de los coros pop de ‘Ola de Suicidios’ a los sintetizadores de ‘Pelotuda’ que crearon un clima disco que puso a bailar a todos.
El eclecticismo del set lo llevó incluso a bordear el rock industrial con canciones como ‘Muñecas’ y ‘1312’. “Los de atrás dicen que la están pasando bomba”, exclamó después para cerrar con un contundente: “¡Yo soy el rock! Y si a alguien no le gusta…”. Bueno, se podrán imaginar el final.
Y para reafirmar esa actitud rockera, también se mostró contestatario con el gobierno de turno cuando durante ‘Buenos Tiempos’, aprovechó la fonética similar de “Mi ley” y “Milei” para hacer oír su mensaje. Recién aproximándose al final de la velada escuchamos a Dylan, ese pibe que asoma detrás del monstruo más temido de la escena actual: “Gracias por estar acá”. Un pibe tranquilo, genuinamente receptivo de tanto apoyo.
Fue ‘Reiki y yoga’ la canción elegida para cerrar una presentación sólida y contundente de inicio a fin en la que esta figura en constante ascenso se pasea por un carrusel esquizofrénico de emociones. Un show certifica que Dillom es cosa seria. O que, tal vez, se toma todo un poco en joda.